Turismo
El destino escondido del sur de España que está arrasando entre los turistas nórdicos este otoño
La vida diaria transcurre entre mercados, pesca fresca y tardes de sol que hacen difícil marcharse
El otoño suele traer consigo un cambio de ritmo en Europa y mientras buena parte del continente se prepara para el frío, muchos turistas buscan lugares donde el sol todavía tenga protagonismo. Una de esas escapadas habituales se encuentra en el sur de Gran Canaria, donde Arguineguín se ha convertido con los años en un refugio tranquilo para quienes quieren desconectar cerca del mar.
El pueblo, que pertenece al municipio de Mogán, conserva el carácter sencillo de un antiguo lugar pesquero a pesar del crecimiento turístico. Lo primero que percibe quien llega es un ambiente sereno, con calles que bajan hasta el puerto y terrazas donde se mezclan vecinos de toda la vida con residentes extranjeros que pasan temporadas largas al calor de la costa canaria.
Con el tiempo, la comunidad noruega se ha vuelto parte fundamental de esa realidad. No se trata solo de visitantes ocasionales, sino de familias que han encontrado en Arguineguín un lugar cómodo para vivir durante los meses más fríos de su país. Han abierto negocios, participan en la vida del pueblo y mantienen muy activa su Iglesia Noruega, que organiza encuentros, voluntariados y actividades que ya forman parte del calendario local.
Playas, mercados y mucha vida
El clima tiene mucho peso en ese vínculo, porque esta zona costera es conocida por mantener temperaturas suaves casi todo el año. Mientras en el norte de Europa comienzan los días grises, aquí lo habitual son jornadas de sol, sin apenas lluvia y con un mar lo bastante calmado como para que bañarse en noviembre o diciembre no sea ninguna rareza.
La playa de Las Marañuelas es el punto de encuentro más habitual. Es una franja de arena oscura, protegida por el muelle, donde coinciden familias y turistas que llegan buscando relax. Muy cerca aparecen otros rincones que complementan el paisaje, como la piscina natural de La Lajilla o las calas de Patalavaca y Anfi del Mar, unidas por un paseo marítimo.
Los lunes el ambiente cambia por completo porque el mercado semanal convierte las calles cercanas al mar en un recorrido de puestos con frutas locales, artesanía, ropa y pequeños comercios que atraen tanto a quienes viven en el pueblo como a quienes llegan de otras zonas del sur.
El puerto sigue siendo el corazón de Arguineguín. A primera hora todavía se ven barcos llegando con cajas de pescado fresco y esa tradición se traslada a muchos restaurantes que apuestan por mantener en carta platos como la vieja a la plancha, los calamares frescos o el pescado acompañado de papas arrugadas y mojo. También conviven locales adaptados al gusto nórdico, donde no faltan sopas, repostería escandinava o elaboraciones con salmón.
Un lugar al que siempre regresar
El encanto del pueblo no se limita a sus playas o a su gastronomía, ya que parte de su atractivo reside en esa convivencia natural entre costumbres canarias y presencia extranjera, algo que se nota en los negocios, en el ambiente de las plazas y en la mezcla de idiomas que se escucha al pasear. Es un lugar que crece sin perder del todo su personalidad marinera.
Además, quienes buscan caminatas sencillas tienen opciones muy accesibles, como la subida al mirador conocido por muchos como Norskeplassen, desde donde se ve buena parte de la costa, o los senderos que bordean La Lajilla y que se han hecho populares entre quienes disfrutan del atardecer frente al océano.