Especie invasora

Silenciosa, resistente y peligrosa: así avanza esta especie invasora que está transformando Canarias

Expertos insisten en la detección temprana para frenar una expansión que avanza más rápido de lo previsto

Acantilado en Canarias
Silenciosa, resistente y peligrosa: así avanza esta especie invasora que está transformando CanariasViajes Chavetas

El debate sobre las especies invasoras que han llegado a España avanza sin pausa mientras expertos y administraciones intentan frenar un fenómeno que continúa creciendo y que ya supera las 220 especies asentadas en nuestro territorio, unas introducidas por rutas comerciales, otras por descuidos y muchas más extendiéndose sin que casi nadie repare en ellas. En ese conjunto se esconde una planta que se abre camino en Canarias con una facilidad sorprendente y que pasa inadvertida para la mayoría de quienes recorren senderos o zonas abiertas del Archipiélago.

La protagonista de esta expansión silenciosa es Atriplex semilunaris, conocida como amuelle, cuya simple apariencia provoca que muchos la confundan con vegetación espontánea. Su porte bajo, su ramificación desde la base y su altura que apenas supera el medio metro contribuyen a que se integre en el paisaje como si siempre hubiera estado allí, aunque lo cierto es que su llegada responde a un episodio accidental.

Del anonimato australiano al arraigo inesperado en Canarias

Su desembarco en el continente europeo no supuso ningún desafío en países del Viejo Contienente, donde el clima limitó su desarrollo. En cambio, en Canarias encontró un escenario que parecía esperarla, un territorio árido que había perdido cobertura vegetal en diversas zonas y que ofrecía espacios abiertos, soleados y apenas alterados. Fuerteventura y Lanzarote registraron las primeras poblaciones estables, sobre todo en bordes de carreteras, explanadas degradadas y solares que no estaban en uso.

Con el paso de los años, esta herbácea ha extendido sus dominios hacia áreas más sensibles mientras ocupa márgenes de saladares, parques urbanos, jardines particulares y antiguos campos de cultivo. Investigadores especializados en flora insular explican que esta capacidad de adaptación se debe a su tolerancia a suelos empobrecidos, a su resistencia a la salinidad y a su preferencia por entornos donde la intervención humana es mínima.

Una estrategia de supervivencia que explica su avance constante

Los ensayos realizados en Fuerteventura han puesto cifras a su éxito. Las semillas germinan a temperaturas inusualmente bajas y soportan incluso periodos de inmersión, una ventaja que se suma a su maduración rápida y a la posibilidad de reproducirse varias veces al año cuando encuentra la humedad necesaria. El 100% de germinación en condiciones óptimas registrado en laboratorio confirma la potencia de una especie que puede comportarse como anual o mantenerse como perenne según el entorno.

Esta combinación de factores convierte al amuelle en una competidora directa de plantas autóctonas adaptadas a suelos salinos, como Polycarpaea nivea, Frankenia o Lotus lancerottensis, cuya distribución ya es limitada. Su avance modifica la estructura vegetal, altera la dinámica del agua en el terreno y afecta a los ciclos de nutrientes, lo que, con el tiempo, transforma el equilibrio ecológico de hábitats frágiles.

Un problema reconocido pero sin estrategia

La especie figura desde 2013 en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, con mención específica para Canarias, aunque la región carece de un protocolo propio que permita actuar. Las recomendaciones actuales se centran en retirar la planta antes de la fructificación en focos pequeños y recurrir a labores agrícolas profundas en áreas amplias siempre que el impacto ecológico sea bajo. Aun así, ningún estudio ha determinado el coste real de su eliminación ni la dificultad de erradicarla por completo.

Los especialistas insisten en que la detección temprana es la herramienta más eficaz. El viento y el agua facilitan la dispersión de las semillas, por lo que tanto la costa como los espacios interiores requieren vigilancia constante. La experiencia internacional demuestra que la prevención funciona mejor que las actuaciones tardías y que la restauración de la vegetación nativa puede frenar la expansión de especies oportunistas como esta.