Turismo y Viajes
El turismo británico cambia de rumbo y apuesta por un rincón oculto de España sin carreteras
Lo que antaño era un refugio de pescadores se ha transformado en el nuevo objeto de deseo de los visitantes británicos que buscan desconexión y contacto directo con la naturaleza
El mapa turístico del Reino Unido hacia Canarias está cambiando. Durante años, la mayoría de los viajeros británicos se repartía entre Tenerife, Gran Canaria y Lanzarote, atraídos por su oferta hotelera, su vida nocturna y el clima, convierténdolas en un destino seguro en cualquier época del año. Sin embargo, una nueva tendencia comienza a consolidarse entre quienes buscan una experiencia más íntima y auténtica, y que al norte de Lanzarote, una pequeña isla sin carreteras asfaltadas ni hoteles se abre paso como el nuevo secreto mejor guardado del Atlántico.
La Graciosa, apenas visible en los mapas turísticos tradicionales, está viviendo un inesperado auge. Lo que antaño era un refugio de pescadores se ha transformado en el nuevo objeto de deseo de los visitantes británicos que buscan desconexión y contacto directo con la naturaleza. Un reportaje reciente del diario británico Express la describe como “una joya intacta de aguas cristalinas y arenas doradas donde el tiempo parece detenerse”. La frase encaja con la sensación general de quienes la visitan por primera vez, turistas que llegan con el propósito de descansar y se marchan con la impresión de haber retrocedido varias décadas.
La esencia de La Graciosa se mantiene casi intacta. Sus cerca de 700 habitantes viven mayoritariamente en Caleta de Sebo, un pueblo pesquero donde las calles son de arena y el ritmo lo marca el océano. El turista que llega en barco desde Lanzarote se sorprende al no encontrar asfalto ni ruido más que el de las olas. Un vecino lo resume con humor, “aquí el único atasco que tenemos es el de bicicletas en verano”. En lugar de complejos hoteleros o discotecas, el paisaje está dominado por casas blancas, senderos y calas escondidas que se descubren caminando o pedaleando.
La isla ofrece seis playas de ensueño, con arena fina y aguas tan transparentes que dejan ver el fondo a varios metros de profundidad. Entre ellas, la playa de Las Conchas impresiona por su amplitud y su entorno volcánico, mientras que La Francesa es la favorita de quienes buscan bañarse en aguas tranquilas y poco profundas.
Archipiélago Chinijo
La Graciosa forma parte del Parque Natural del Archipiélago Chinijo, la mayor reserva marina de Europa. Este reconocimiento no solo garantiza la protección de su biodiversidad, también obliga a gestionar el turismo con prudencia.
La nueva preferencia británica por este rincón responde a un cambio en los hábitos de viaje. Después de años de saturación en los destinos clásicos, muchos visitantes buscan lugares donde la sostenibilidad y la tranquilidad sustituyan al turismo de masas. En La Graciosa no hay lujos ostentosos ni grandes resorts, pero sí autenticidad, paisajes intactos y gran hospitalidad.
El turismo crece de forma constante, aunque los habitantes insisten en que no quieren perder su identidad. El viajero británico que elige La Graciosa no busca espectáculos ni tiendas de lujo. Prefiere caminar por la arena, recorrer la costa en bicicleta o probar el pescado fresco del día en una terraza frente al mar. Esa simplicidad es el mayor lujo que ofrece el lugar. El sonido de las olas sustituye a la música de los bares, y el reloj deja de tener importancia.