
Cultura
El refrán que a los manchegos no les hace ni pizca de gracia: "mucho ruido y pocas nueces"
Los refranes son la memoria colectiva hecha frase, una tradición oral que atraviesa generaciones

Sin embargo, algunas de estos refranes populares esconden interpretaciones que no siempre resultan amables, especialmente cuando salen de su contexto original. Uno de ellos es el conocido “mucho ruido y pocas nueces”, una expresión de uso muy extendido, pero que en Castilla-La Mancha carga con un matiz incómodo.
Cuando un dicho se convierte en estereotipo
La frase “mucho ruido y pocas nueces” se popularizó en la literatura del Siglo de Oro y fue recogida por Cervantes en sus textos, reforzando su uso en la Mancha. Se emplea para describir situaciones en las que se promete mucho y se logra poco, o personas que aparentan grandes gestas y apenas consiguen nada. Aunque parezca inofensiva, la coletilla fue asociándose a la forma de ser manchega, identificándola con fanfarronería, simpleza o falta de resultados, algo que molesta a quienes viven con orgullo la sencillez y el esfuerzo diario de la cultura rural.
En otras partes de España, la frase se suelta con ligereza, sin percibir la connotación negativa que puede tener para los manchegos, pues parece reforzar estereotipos de palabrería vacía que contrastan con la imagen de tierra trabajadora y humilde que se tiene en la región.
Raíces literarias y eco popular
Aunque hoy se usa para calificar cualquier promesa incumplida, el refrán tiene raíces literarias profundas. Cervantes ya ironizaba con esta frase en sus obras, y los cronistas de la época la popularizaron para retratar a personajes que hablaban mucho sin concretar nada. El éxito del Quijote y su ambiente manchego acabó de extender la identificación del refrán con la propia Castilla-La Mancha, a veces de forma injusta.
En el habla popular manchega se ha resentido esta visión, porque vincular a sus gentes con “poco provecho” contradice el carácter trabajador y austero que históricamente ha marcado la vida en pueblos y campos de la región. Por eso, cuando alguien pronuncia la frase con sorna, no siempre es bien recibida.
Un refrán que todavía chirría
En pleno siglo XXI, sigue pasando: quien viaja a Castilla-La Mancha y usa el refrán sin contexto puede toparse con miradas incómodas o silencios tensos. Para muchas personas de la región, sigue siendo un recordatorio injusto de cómo el imaginario colectivo puede caricaturizar a un territorio entero.
Más allá del humor o la ironía, la expresión arrastra un poso de menosprecio. Recordar que Castilla-La Mancha es tierra de esfuerzo, labrada con tesón y con orgullo, ayuda a desmontar prejuicios.
Al final, los refranes, igual que otras tradiciones, merecen contexto y respeto para evitar convertirlos en etiquetas ofensivas. Porque la Mancha no es de “pocas nueces”; es de gente resistente, trabajadora y con una historia que va mucho más allá de lo que pueda dictar un dicho popular.
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