Ávila

Urdangarín, dos años a la sombra en la cárcel abulense de Brieva

El ex duque de Palma tiene truncados los permisos y el voluntariado por el coronavirus

Iñaki Urdangarin asiste al centro "Hogar Don Orione", antes de su cierre por el coronavirus
Iñaki Urdangarin asiste al centro "Hogar Don Orione", antes de su cierre por el coronavirusAntonio GutiérrezEuropa Press

Tal día como hoy, hace dos años, ingresaba en la cárcel abulense de Brieva, el exduque de Palma, Iñaki Urdangarin, marido de la Infanta Cristina, tras se condenado a cinco años y diez meses por el caso Noos. Fue uno de los casos más sonados, ya que ingresaba en la cárcel un miembro de la Casa Real, con el despliegue mediático que eso conllevaba.

El propio Urdangarin elegía esta penitenciaría, construida en el año 1989 y que cuenta en la actualidad con 180 celdas, con alrededor de un centenar de internas, pero que cuenta con un módulo especial para hombres en el que en su día estuvieron el que fuera director general de la Guardia Civil, Luis Roldán, así como narcos arrepentidos de la operación Nécora.

A los dos meses de estar ingresado, Urdangarin obtenía el segundo grado penitenciario, pero tuvo que esperar más de un año y tres meses para realizar labores de voluntariado en el Centro Don Orione, que realizaba tres veces a la semana.

Y justo antes de Navidad disfrutaba de su primer permiso, seis días en los que disfrutaba de las fiestas navideñas junto a su mujer y cuatro hijos en Vitoria. Ya clasificado como preso de segundo grado, tenía derecho a 36 días de permiso al año.

Pero la llegada del coronavirus lo ha trastocado todo. El Centro Don Orione restringía las visitas el 9 de marzo y el Ministerio de Interior anulaba los permisos de los reclusos para evitar contagios, por lo que Iñaki Urgangarin lleva confinado desde el mes de marzo en la cárcel abulense y sin la posibilidad de recibir visita alguna, ya que su familia se encuentra “confinada” en Ginebra.

Ahora, tras la vuelta a la normalidad, Urdangarin espera que se flexibilice su situación, que se le conceda el tercer grado o la semilibertad, que supondría acudir a prisión sólo a dormir de lunes a jueves, lo que provocaría con toda seguridad, el traslado a otra cárcel próximo a su domicilio, por lo que todo apunta a la de Zaballa (Ávila), pero donde tendría que compartir espacio con otros reclusos. Aunque todo dependerá de lo que decida la Junta de Tratamiento o la Secretaría General de Instituciones. que parece, de momento, algo improbable.