Víctimas del terrorismo
Miguel Ángel Blanco, siempre en el recuerdo de los abulenses
Ávila dedica un monolito al concejal del PP en Ermua secuestrado y asesinado por ETA hace 25 años y su hermana, Mar Blanco, llama a combatir el relato y el blanquamiento actual a los terroristas
El próximo 13 de julio se cumplirán 25 años del asesinato del concejal del PP en Ermua, Miguel Ángel Blanco, por parte de ETA, que secuestro al joven edil de 29 años durante 48 horas exigiendo a cambio de liberarle el acercamiento de todos los presos de la organización terrorista a las cárceles del País Vasco.
Un vil asesinato que se produjo como respuesta al éxito de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que consiguieron rescatar al funcionario de prisiones burgalés José Antonio Ortega Lara, que consternó a toda España y provocó una unidad nunca antes vivida en la lucha contra la banda terrorista.
Los españoles, indignados, se echaron a la calle en ciudades y pueblos con la manos pintadas de blanco para, primero solicitar su liberación, y, después, para condenar el asesinato y mostrar su repulsa a los asesinos de ETA. Aquel suceso marcó el fin de la banda terrorista ETA y el inicio del espíritu de Ermua que desembocó en la puesta en marcha de la Fundación Miguel Ángel Blanco.
Hoy, 25 años después de aquel salvaje atentado terrorista, España sigue recordando lo sucedido con el objetivo de que las nuevas generaciones nunca olviden y tengan muy presente lo que ha sido ETA y el daño que ha hecho a este país.
La ciudad de Ávila y los abulenses se suma a ello y este viernes la hermana del concejal popular asesinado, María del Mar Blanco, presidenta de la Fundación Miguel Ángel Blanco, descubría un monolito que se ha ubicado en la zona sur de la ciudad en homenaje al edil y, por extensión, a todas las víctimas del terrorismo, de granito y duro para que perdure y las futuras generaciones no olviden lo que ocurrió.
Antes de descubrir el monolito de granito, Mari Mar Blanco agradecía al Ayuntamiento de la capital abulense este gesto hacia todas las víctimas del terrorismo y hacia su hermano, al que ha definido como “un joven que se sentía vasco y español” y que era “una persona libre y comprometida con la libertad”.
“Le dolía que en su tierra una parte de la sociedad se mostrara indiferente mientras otra parte era amenazada y perseguida, y por eso se metió en política, lo que no gustó a sus asesinos”, destacaba, al recordar las “masivas manifestaciones de aquellos días de verano de 1997 y la unidad que hubo en España, en lo político y social, que supuso el principio del fin de ETA.
Y tras agradecer también el papel desarrollado por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, los jueces y los fiscales y los militares, para derrotar a los terroristas etarras, advertía de que 25 años después “aún queda un largo camino que recorrer con la derrota de ese discurso que sigue siendo el mismo” y que a su juicio es defendido por “los mismos” porque “no ha cambiado absolutamente nada en ellos, ni han pedido perdón, ni han mostrado el más mínimo arrepentimiento”.
Asimismo, Mar Blanco denunciaba el “intento de blanqueamiento” a quienes no han pedido perdón y no han colaborado con la justicia” para resolver algunos de los 300 crímenes sin resolución.
“Nos jugamos mucho como sociedad con un relato en el que tienen que quedar claro que han existido víctimas y verdugos”, decía la presidenta de la Fundación Miguel Ángel Blanco, mientras denunciaba también el acercamiento de presos etarras a las cárceles del País Vasco, donde el Gobierno está concediendo el tercer grado a “determinados terroristas”.
Mar Blanco estuvo acompañada en este acto por el alcalde de la ciudad, Jesús Manuel Sánchez Cabrera; el presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo de Castilla y León, Sebastián Nogales; y la directora de la Fundación Miguel Ángel Blanco, Cristina Cuesta, entre otras autoridades, que después se acercaron hasta el Palacio de Los Verdugo, donde se inauguraba la exposición “La voz de las manos blancas”, organizada por la Fundación Miguel Ángel Blanco y la Fundación Obra Social de Castilla y León (Fundos).
La muestra narra en 40 estampas la lucha del movimiento ‘Manos Blancas’ contra el terrorismo, entre ellas fotos impactantes de atentados de ETA como el del año 1987 en Hipercor de Barcelona, donde murieron 21 personas. Fue la mayor masacre de ETA. También la fotografía de Pere Tordera, que recoge momentos después del atentado del cuartel de la Guardia Civil de Vic. En la misma aparece un guardia civil corriendo y lleva en brazos a una niña herida. Otro momento impactante es la llegada de Ortega Lara a su domicilio tras ser liberado por la Guardia Civil tras 532 días de cautiverio.
Además de los atentados y el dolor de los familiares de las víctimas la exposición también recoge imágenes de otros momentos claves en el proceso de desmantelamiento de la banda terrorista, como es el compromiso ciudadano ante la violencia y reconoce la importancia que tuvieron los movimientos cívicos que superaron el miedo provocado por las amenazas de ETA.
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