Economía
El profesor de la UCAV, José Manuel Saiz asegura que el fin no declarado oficialmente del Banco Asiático de inversión es cimentar la presencia china en el mundo
“Apostar por participar activamente en el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, como empezó a hacerlo España de manera muy modesta desde 2017, es apostar por caballo ganador”, afirma
El profesor de la Universidad Católica de Ávila (UCAV)Dr. José Manuel Saiz Álvarez ha publicado, en colaboración con los profesores doctores Uriel Hitamar Castillo-Nzareno y María Teresa Alcívar-Avilés, ambos de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, Ecuador, el capítulo de libro titulado: “Asian Infrastructure Investment Bank and Development: A Chinese Soft Power Tool for Global Leadership”, como capítulo 1 del libro Handbook of Research on Global Institutional Roles for Inclusive Development, cuya editora es Neeta Baporikar, profesora-investigadora de la Namibia University of Science and Technology, Namibia, y University of Pune, India. Está publicado en la editorial IGI Global (Estados Unidos y China).
La editorial IGI Global, con sedes en Hershey, PA (Estados Unidos) y Beijing (China) se encuentra en la posición 33 mundial en el SPI (Scholarly Publishers Indicator) que elabora el Consejo Superior de Investigaciones científicas (CSIC) y parte de sus publicaciones se indexan en las principales bases de datos del mundo, tales como Scopus y la WoS (Web of Sciences).
El profesor de la UCAV explica cómo en esta era post-COVID, China está acelerando su transformación estructural para convertirse en la primera potencia económica mundial que se espera se produzca a finales de esta década. Una de las claves que explican este liderazgo viene dada por la creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras. Con sede en Beijing, constituido el 25 de diciembre de 2015 y operativo desde 2016, actualmente 103 naciones participan en él, con el objetivo de financiar la construcción de infraestructuras terrestres y marítimas de alta calidad y promover así una conectividad regional, nacional e internacional rápida y de calidad entre países, así como para lograr una financiación verde, sostenible y tecnológicamente asequible para los países en desarrollo que más necesitan fuentes de energía sostenible. En la actualidad, el Banco tiene una capitalización de 100.000 millones de euros y cuenta con la calificación Triple-A en las principales agencias internacionales de calificación crediticia del mundo. Además, promueve la cooperación económica y las alianzas regionales para lograr altas tasas de desarrollo económico, no solo en los países, sino en toda la región, principalmente en el Pacífico.
Por ello, José Manuel Saiz explica en el capítulo la creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras como un componente central de la política económica china cuyo objetivo va más allá de la mera conectividad entre países. China es mucho más que ambiciosa, al desear impulsar la conectividad económica terrestre y marítima de China hacia Asia Central y Meridional, Oriente Medio y Europa a través de la Nueva Ruta de la Seda… y lo está logrando. Como resultado, la creación y el lanzamiento de este Banco es mucho más que promover la interconectividad empresarial y social y la integración económica en la región de Asia y el Pacífico, junto a la cooperación con los Bancos multilaterales de desarrollo que existen en el mundo.
El fin no declarado oficialmente por el Banco es cimentar la presencia china en el mundo, sobre todo en Asia Oriental y África, sin olvidar a Europa y el continente americano, sobre todo Sudamérica, asegura Saiz. En un mundo tan globalizado como el actual, el exitoso desarrollo de este Banco nos impacta directamente. Así, por ejemplo, los procesos de inversión que está realizando este Banco en el continente africano llevará hacia un fuerte desarrollo económico que tenderá a disminuir los actuales flujos migratorios que, en una dinámica Sur-Norte, llegan hasta las costas españolas. Por ello, apostar por participar activamente en el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, como empezó a hacerlo España de manera muy modesta desde 2017, es apostar por caballo ganador.
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