Argüello defiende una “revolución cultural” que dé sentido al sacrificio y la alegría de alumbrar una nueva vida

Valladolid se encuentra desde el pasado viernes celebrando sus fiestas patronales, que se prolongarán hasta este domingo. Pero hoy jueves es el día grande, la Virgen de San Lorenzo, patrona de la ciudad, y una jornada religiosa importante para los cristianos por cuanto la Iglesia celebra la natividad de la Virgen, una fecha ligada al 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, que se celebra nueve meses antes, tiempo habitual de un embarazo.

Miles de personas han acompañado a la Virgen de San Lorenzo en su procesión por las calles del centro de la ciudad a hombros de un grupo de cofrades voluntarios y acompañados de la Banda de Cornetas y Tambores Pureza junto con la Banda de la Escuela Municipal de Música del Ayuntamiento. Numerosas autoridades políticas, militares, religiosas y civiles han participado de esta jornada festiva y religiosa, como el alcalde Óscar Puente; el resto de concejales de la corporación municipal; el vicepresidente de la Junta, Juan García-Gallardo, de Vox; diputados como Antonio Sáez, de esta formación también; el presidente de la Diputación, Conrado Íscar, que también ostenta el título de caballero de Honor de la Virgen; el hermano mayor de la cofradía, Leopoldo Adiego, además del propio arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, y el párroco de San Lorenzo, Jesús Álvaro Sancho.

La talla del siglo XVI de la Virgen de San Lorenzo hacía su entrada poco antes de las doce del mediodía en la Santa Catedral de Valladolid tras recorrer varias calles del centro de la ciudad desde la parroquia de San Lorenzo, entre el fervor y la devoción de los numerosos fieles que han abarrotado los aledaños de la Seo así como su interior para seguir la eucaristía y el sermón que oficiaba el nuevo arzobispo de Valladolid, recientemente elegido como pastor de la Iglesia vallisoletana y que debutaba en esta jornada dedicada a la vida.

De hecho, en su homilía, el religioso palentino de Meneses de Campo, y tras bendecir a la Virgen a su llegada a la Seo, hacía referencia al envejecimiento y la pérdida de población que sigue perdiendo España y muchas partes del mundo, en general, y Castilla y León, en particular, y demandaba a los políticos y administraciones públicas más políticas en favor de las familias gestantes.

Monseñor Argüello, además, llamaba a poner en marcha una “verdadera revolución cultural” que los cristianos definen como conversión y Evangelio, decía, que haga retroceder el individualismo que, en su opinión, impera en la sociedad de hoy, y “ayude a las personas a encontrar sentido al sacrificio y a la alegría de alumbrar una nueva vida y que revalorice la importancia y significado para el bien propio y el común, el hecho de ser padres”.

El prelado, además, advertía de que la razón más profunda que puede cerrar la puerta de la vida es la falta de una esperanza “honda y radical”. Una esperanza, decía, en la vida eterna.

En su sermón, el pastor de la Diócesis vallisoletana, conocido por su implicación social con los que menos tienen, llamaba también a todos a reflexionar sobre el modo de vida “acelerado” en el que vivimos y daba un toque de atención sobre las prioridades de la sociedad de hoy.

“¡Cuánto necesitamos tener en estos momentos una perspectiva a largo plazo, que piense en las generaciones venideras así como ponernos de acuerdo en decisiones importantes que marcarán el devenir del futuro!, advertía, mientras apelaba a la necesidad de caminar un poco mas despacio“para que podamos avanzar todos” y no dejar a nadie atrás, en la estacada, en referencia también a los más vulnerables y los que más están sufriendo, sin obtener una respuesta.

“El tiempo es un viaje marcado por la esperanza de llegar a la meta; su origen, el don de la vida recibida, y el final, el don de la vida que nos acoge, es lo que marca el significado del tiempo”, apuntaba el prelado, quien llamaba a todos los fieles a renovar en esta jornada su compromiso en favor de la vida y agradecer este don.

Concluida la misa, se realizaba el camino de vuelta de la Virgen de San Lorenzo hacia su templo, destacando el discurrir por la Plaza Mayor, en la emblemática acera de San Francisco, donde los porteadores de la talla caminaban con entusiasmo por la citada alfombra de flores desplegada.