Opinión

Un, dos, tres…2023

“Vivir es urgente”, decía Pau Dones; pues hagámoslo, ya que nunca es demasiado pronto

Alfon Arranz
Alfon ArranzLa RazónLa Razón

Un, dos, tres y otra media vuelta de tuerca, otro año más, otra sinuosa deriva de la sociedad confronta el carrillón que ha vuelto a decidir que lo viejo se va. Sería bueno hacer un ejercicio mínimo de diez minutos de conciencia en que los Reyes Magos nos indiquen con qué especia de alma debemos aderezar nuestras vidas durante este año, aunque tal y como está la energía a más de uno le encantará que le hayan traído carbón, no si al final portarse mal durante el año es recompensado en todos los ámbitos de la vida.

“Y a ver si espabilamos los que estamos vivos” reza la canción de Mecano, pero creo que a más de uno no le entra en la cabeza. La gente no despierta, el rebaño es cómodo y las modas ideológicas son confortables, el “paletismo ilustrado”, que tiñe de medias verdades todo lo social y económico, barre de un plumazo el individualismo y cualquier sesgo por construir un mundo mejor.

El sentimiento ahora es de culpa, tenemos la culpa de la contaminación, del hambre, de la pandemia, de la economía, de todo, eso sí la culpa es siempre de los ciudadanos, de los vecinos, nunca de nadie más. ¿Curioso no? No hay mejor indicador del patrón del ánimo dictado que el de la publicidad para ver en qué nos basamos hoy en día para vender un producto.

¿Dónde están aquellos anuncios de felicidad y progreso de principios de los 2000? ¿Dónde quedan la elegancia y el lujo? ¿La alegría de vivir,de poder reírnos y de que la máxima preocupación sea la de un vigilante de seguridad que ha robado unos millones de un furgón blindado?

Todo ha cambiado y va a un ritmo vertiginoso desde que apareció internet en el teléfono y uno está veinticuatro-siete localizado para decir que come una ensalada en el trabajo, la forma en que va a pagarlo, la serie que va a ver esa noche o los kilómetros que ha recorrido durante el día.

Éramos libres cuando el teléfonoestaba atado a un cable pero también cuando internet estaba atado a un ordenador de sobremesa.

Los titulares son maravilla de la ciencia ficción del terror de los años 80, todo vale para que des un “clic” y te metas en su página y así subir una visita y poder contar para monetizar, todo en un eterno bucle sin fin en el tóxico vínculo entre Smartphone y usuario.

Es que lo de quedar en persona o llamar por teléfono está ya pasado de moda, es rancio, anticuado. Lo que vale ahora es expresar los sentimientos a través de unos emoticonos preestablecidos, subir vídeos de diez segundos y no aceptar un no por respuesta.

Basta ya, el mundo va a seguir girando, evolucionando, amando y odiando a la vez. La gente seguirá mintiendo y diciendo la verdad, como ha pasado siempre, es hora de recuperar nuestra parcela de descanso, de nuestras propias riñas y trifulcas, de nuestros abrazos y amores de salón y de nuestro tiempo, que es el único valor absoluto que a día de hoy sigue sin recuperase cuando se pierde.

Todo tiene un final y en eso sí que somos expertos: el muerto al hoyo y el vivo al bollo. Y por supuesto que todo el mundo es bueno cuando fallece, eso sí del finado ya nadie supo más de él.

Como decía Pau Donés –Vivir es urgente-, pues hagámoslo. Nunca es demasiado pronto