Sociedad

Alfonso Jiménez (Cascajares): “El incendio ha sido una cura de humildad”

“Tenemos mucho trabajo por hacer y mucha ilusión por volver a levantarnos lo antes posible”, afirma

Un incendio calcina naves y oficinas de Cascajares en Dueñas (Palencia)
Un incendio calcina naves y oficinas de Cascajares en Dueñas (Palencia)Un incendio calcina naves y oficinas de Cascajares en Dueñas (Palencia)

Volaban a velocidad de crucero. Cascajares rozó los diez millones de euros en ventas en 2022 y estaba ampliando sus instalaciones de Dueñas (Palencia) para dar cabida al aumento de la demanda, pero llegó el fuego y con él, "una cura de humildad" con la que pondrán la primera piedra de la nueva fábrica, que estará funcionando en “tiempo récord”, en septiembre.

“Nunca habíamos sufrido un incendio. Pero hemos construido unas cuantas fábricas y sabemos levantarnos”, afirma Alfonso Jiménez, presidente y cofundador de la empresa de capones Cascajares, en declaraciones a EFE justo un mes después de que el fuego devorara en menos de cincuenta minutos el trabajo de 30 años.

Fue el 26 de enero y en este mes en Cascajares han sumado días y noches y han vivido subidos a una montaña rusa de emociones, entre el cariño y las muestras de solidaridad a una empresa muy querida, y el intenso trabajo “siete días a la semana, 24 horas al día para ponerlo todo otra vez en marcha”.

“Tenemos mucho trabajo por hacer y mucha ilusión por volver a levantarnos lo antes posible”, afirma Alfonso Jiménez, haciendo gala a partes iguales del enorme optimismo y el empuje que le caracteriza y la responsabilidad que pesa sobre sus hombros para devolver el trabajo a todas las familias que, directa o indirectamente, dependen de Cascajares.

Reconoce que el incendio que calcinó sus instalaciones en enero ha sido “una gran cura de humildad” en un momento muy dulce, en el que “todo iba fenomenal”, y que el fuego ha devuelto a Cascajares a la casilla de salida.
“Pero no nos asusta, porque es el primer fuego que tenemos pero hemos construido más fábricas”, asegura.

La primera en Villamuriel de Cerrato (Palencia) en 1998. Allí dos jóvenes, Alfonso Jiménez y Francisco Iglesias, pusieron las primeras piedras de un sueño que se había fraguado mientras viajaban en un Citroen 'dos caballos' por toda España, intentando dar salida a los 1.000 capones que habían criado y el mercado era incapaz de absorber. La solución fue cocinarlos y meterlos en latas. Puerta a puerta comprobaron que el producto tenía salida e inventaron su negocio en una pequeña fábrica donde doce personas despiezaban, confitaban y enlataban capones. Impulsados por el impacto que tuvo que sus capones se sirvieran en la boda de los Príncipes de Asturias, decidieron volver a arriesgar, y en 2006 abrieron la fábrica de Dueñas (Palencia).

El salto siguiente cruzó el Atlántico con la apertura de una fábrica en Quebec, en Canadá, hace ya una década. Y actualmente estaban ampliando las instalaciones de Dueñas, que se habían quedado pequeñas para las más de cien toneladas de producto que elaboraban cada mes, confirmando una vez más la capacidad de la empresa para volar.

Después del incendio no había tiempo que perder, asegura Alfonso Jiménez. A corto plazo y con la idea de recuperar cuanto antes la actividad, alquilaron un obrador en La Cistérniga (Valladolid) que estaba operativo solo 15 días después del incendio.

“Es algo temporal pero nos ha permitido recuperar un tercio de la producción, a pesar de que la instalación está muy poco mecanizada y fabricar allí cuesta el doble que hacerlo en Dueñas”. Esta decisión también ha permitido dar trabajo a la mitad de la plantilla y sacar del ERTE al 50% de la plantilla, además de dar servicio a sus clientes y cumplir contratos. Han empezado elaborando aperitivos de alta gama para poner sobre la mesa de bodas, comuniones y banquetes, mientras llega la maquinaria necesaria para meterse con elaboraciones más complicadas, como las carnes cocinadas, confitadas y cocidas al vacío. Muchas de estas máquinas estaban ya pedidas para la ampliación que se estaba acometiendo junto a las instalaciones que se calcinaron.

“Afortunadamente no habían llegado a la fábrica de Dueñas y podremos instalarlas de manera provisional en Valladolid donde no estarán produciendo a toda su capacidad pero nos permitirán sacar a mayor número posible de trabajadores del ERTE y tener más productos para vender”, explica Jiménez.

Paralelamente están trabajando en el proyecto de “reconstrucción del nuevo Cascajares” que seguirá estando en Dueñas y contará con “una fábrica muy moderna, muy segura y muy productiva" para vender sus productos en los próximos años por toda Europa.
“Ahora estamos en un tercio de la producción y con las maquinas podremos llegar a la mitad en el obrador de Valladolid”, señala Jiménez. El cien por cien de la producción se alcanzará en la nueva fábrica que prevén levantar en menos de seis meses.

“Queremos tener la fábrica terminada y en funcionamiento en el mes de septiembre porque necesitamos hacer la campaña de Navidad allí”, afirma. Reconoce que los tiempos están muy ajustados, pero asegura que “la obsesión” de toda la familia de Cascajares es recuperar el cien por cien de la actividad cuanto antes.

Cuentan para ello con el apoyo de todos los trabajadores y la comprensión de los proveedores, además del compromiso de administraciones públicas como el Ayuntamiento de Dueñas que ha puesto a disposición de la empresa un solar colindante para la construcción de las nuevas instalaciones y ha aprobado numerosos incentivos fiscales, durante la construcción y los cinco primeros años de actividad.

O la Diputación de Palencia que esta misma semana ha aprobado una ayuda de 285.000 euros para financiar una línea de transporte que traslade a los trabajadores al obrador de la Cistérniga y que después servirá para contribuir al mantenimiento del empleo en la fábrica nueva.

“Lo lograremos en un tiempo récord”, insiste Alfonso Jiménez, convencido no solo de que “saldrán de esta” sino de que llegarán a tiempo para dar de cenar a 500.000 personas en Nochebuena, como han venido haciendo en las últimas navidades. Cuando todo ardió, Jiménez solo tenía palabras de agradecimiento porque no había habido pérdidas personales. Eso habría sido una gran tragedia. "La diferencia la marcan las personas", dijo entonces. Hoy lo mantiene.