Sociedad

Amidecon, la asociación palentina que resiste la guerra en el Congo

Dieciséis años de solidaridad desde Palencia para transformar una pequeña región congoleña en un oasis de educación y desarrollo frente al conflicto del M23

 Un grupo de niños agradecen las becas proporcionadas por el Ayuntamiento de Husillos (Palencia)
Un grupo de niños agradecen las becas proporcionadas por el Ayuntamiento de Husillos (Palencia)Ical

En un mundo donde las injusticias parecen multiplicarse y los conflictos armados desgarran comunidades enteras, una pequeña organización ha dedicado dieciséis años a transformar vidas en una de las regiones más golpeadas del planeta: Birava, una localidad rural en la provincia de Kivu Sur, en la República Democrática del Congo (RDC). La Asociación de Amigos del Congo (Amidecon), fundada en 2009 por el sacerdote congoleño Deogracias Kahuranyi y un grupo de personas comprometidas, ha canalizado la solidaridad de los habitantes de Palencia para llevar educación, salud, empoderamiento femenino e infraestructuras básicas a una zona asediada por la pobreza extrema y, desde principios de 2025, por un recrudecimiento del conflicto armado liderado por el grupo rebelde M23. Con unos 170 socios, que el pasado sábado celebraron su día, y un impacto acumulado de 650.000 euros invertidos en proyectos de desarrollo, Amidecon se erige como un faro de esperanza en un contexto donde las adversidades parecen insalvables.

Amidecon nació con una misión clara y profundamente humana: contribuir al desarrollo sostenible y digno de Birava, una localidad donde las necesidades más básicas, como el acceso a la educación y la atención médica, son un lujo para la mayoría de sus habitantes. Desde su fundación, la asociación ha estructurado su labor en cuatro pilares fundamentales: educación, salud, empoderamiento de la mujer y desarrollo de infraestructuras. “Nuestra intención es seguir rehabilitando aulas, construyendo nuevas, ampliando el centro médico y apoyando a las mujeres para que sean autónomas”, explica Jesús Merino, presidente de Amidecon, con un tono que refleja tanto la determinación como la urgencia de su labor.

Amidun bebé recién nacido en el Complejo Médico Cishugi, en la Rapública Democrática del Congo.
Amidun bebé recién nacido en el Complejo Médico Cishugi, en la Rapública Democrática del Congo.Ical

Este compromiso se ha traducido en resultados concretos y medibles: la construcción de aulas escolares, la implementación de proyectos agroecológicos, el establecimiento de cooperativas para mujeres y la financiación de becas para más de 200 estudiantes cada año, iniciativas que han cambiado el rumbo de innumerables vidas en Birava.

La educación es, sin duda, el pilar estrella de Amidecon. En una región donde, hasta 2023, el gobierno congoleño no asumía los costos de la educación primaria, y donde los estudiantes de secundaria aún deben pagar tasas para asistir a clases, las becas proporcionadas por la asociación son un verdadero salvavidas. “La mejor arma que tiene una persona es la educación”, afirma Merino con convicción. Esta creencia ha impulsado a Amidecon a financiar no solo estudios de primaria y secundaria, sino también, en algunos casos, estudios universitarios, brindando oportunidades a jóvenes que, de otra manera, quedarían atrapados en un ciclo de pobreza y exclusión.

En 2024, por ejemplo, la organización destinó 10.000 euros a becas educativas, una inversión que no solo transforma vidas individuales, sino que siembra las semillas para un futuro más próspero y equitativo en Birava. Estas becas permiten a los estudiantes acceder a una educación que, en muchos casos, es la única vía para escapar de la marginación y construir un porvenir mejor para ellos y sus comunidades.

Sin embargo, el trabajo de Amidecon está lejos de ser sencillo. Desde principios de 2025, la situación en el este de la RDC se ha deteriorado drásticamente debido a la escalada de violencia liderada por el grupo armado M23, que ha tomado el control de ciudades clave como Goma y Bukavu, capitales de Kivu Norte y Kivu Sur, respectivamente. Este conflicto ha sumido a la región en un estado de caos, afectando no solo la seguridad de los habitantes, sino también la logística de los proyectos de desarrollo. “Está muy complejo”, lamenta Merino, con una mezcla de preocupación y resiliencia. “La banca está paralizada, y no podemos enviar dinero con facilidad”.

Este testimonio refleja la gravedad de la situación en el terreno, donde las personas que colaboran con Amidecon han sido testigos directos de los horrores de la guerra: cadáveres en las calles, civiles atrapados en el fuego cruzado, niños portando armas y siendo reclutados por milicias. Estas imágenes, que parecen sacadas de una pesadilla, son la realidad diaria en Kivu Sur, y suponen un obstáculo formidable para la labor humanitaria de la asociación.

El impacto del conflicto no se limita a la seguridad; también ha complicado la ejecución de los proyectos de Amidecon. En 2024, la organización recibió 35.000 euros de la Diputación de Palencia para construir dos aulas y una secretaría en Birava, además de 8.500 euros para un proyecto agroecológico en el distrito de Lugendo. Sin embargo, la inestabilidad ha retrasado significativamente estas iniciativas, y la justificación de los fondos ante las instituciones se ha convertido en un desafío logístico adicional.

“Estamos nerviosos, pero confiamos en que la Diputación será comprensiva”, señala Merino, quien mantiene la esperanza de que la situación se estabilice para retomar los proyectos con fuerza. A pesar de estos contratiempos, la determinación de Amidecon permanece intacta, y la organización sigue buscando formas de adaptarse a las circunstancias para continuar su labor.

A lo largo de sus dieciséis años de existencia, los logros de Amidecon son impresionantes, especialmente considerando su tamaño y los recursos limitados con los que opera. Con un presupuesto acumulado de 650.000 euros, la asociación ha construido aulas, apoyado cooperativas de mujeres, financiado proyectos agrícolas y garantizado atención médica básica en Birava. Cada euro invertido ha sido fruto de la generosidad de los palentinos, con el respaldo constante de la Diputación y el Ayuntamiento de Palencia. “Todo lo que conseguimos va íntegro allá”, subraya Merino, destacando la transparencia y la eficiencia que caracterizan a la organización. Esta transparencia es un pilar fundamental de Amidecon, ya que fortalece la confianza de los donantes y asegura que cada aportación tenga un impacto directo en las comunidades de Birava.

Uno de los proyectos más destacados de Amidecon es su apoyo a las mujeres, muchas de las cuales son viudas, han sido abandonadas o enfrentan una discriminación sistemática en una sociedad profundamente patriarcal. A través de cooperativas, la asociación les proporciona formación y herramientas para elaborar productos artesanales o agrícolas que luego pueden vender, promoviendo su autonomía económica y su dignidad. “Allí una mujer puede ser despreciada si solo tiene hijas. Nosotros las ayudamos a subsistir”, explica Merino con empatía. Estas iniciativas no solo mejoran la calidad de vida de las mujeres, sino que también fortalecen el tejido social de la comunidad, creando redes de apoyo que permiten a las mujeres enfrentar las adversidades con mayor resiliencia. Por ejemplo, muchas de estas cooperativas han permitido a las mujeres adquirir habilidades prácticas, como la costura o la producción de alimentos procesados, que les generan ingresos estables y les otorgan un rol activo en la economía local.

En el ámbito agroecológico, Amidecon trabaja incansablemente con pequeños agricultores, ofreciéndoles formación, semillas y herramientas para mejorar sus cultivos en una región donde los recursos son escasos y las condiciones climáticas pueden ser impredecibles. El proyecto de Lugendo, por ejemplo, busca empoderar a los agricultores locales, muchos de los cuales carecen de acceso a técnicas agrícolas modernas o mercados estables. Estas iniciativas no solo combaten el hambre y la inseguridad alimentaria, sino que también fomentan la resiliencia frente a las crisis económicas y climáticas. Los agricultores que participan en estos programas aprenden técnicas sostenibles, como la rotación de cultivos y el uso de fertilizantes orgánicos, que les permiten maximizar sus cosechas y proteger el medio ambiente al mismo tiempo.

Más allá de su trabajo en el Congo, Amidecon desempeña un papel crucial en Palencia, donde organiza actividades para concienciar a la ciudadanía sobre la realidad de la RDC. Entre estas iniciativas destaca la Muestra de Cine Africano, que en 2025 alcanzará su decimocuarta edición, un evento que utiliza el poder del cine para visibilizar las historias y los desafíos de las comunidades africanas. Además, la asociación organiza conciertos, como el de órgano electrónico en Villovieco, y realiza charlas en colegios y centros comunitarios, colaborando con los Centros de Acción Social (CEAS) de la Diputación para acercar la problemática congoleña a los palentinos. “La sensibilización es fundamental”, afirma Merino. “La Diputación nos exige divulgar los proyectos, y es una forma de que la gente entienda lo que sucede allí”. Estas actividades no solo educan a la población local, sino que también refuerzan el vínculo entre Palencia y Birava, creando una conexión humana que trasciende las fronteras.

A pesar de estos esfuerzos, Merino reconoce que la conciencia sobre el conflicto en el Congo es limitada en Palencia. “La gente no es consciente. Las noticias sobre Gaza o Ucrania eclipsan lo que pasa en África”, lamenta. Uno de los problemas más graves que denuncia Amidecon es la explotación infantil en las minas de cobalto y coltán, minerales esenciales para la fabricación de dispositivos electrónicos como teléfonos móviles y baterías. “Niños de 9 a 12 años trabajan en condiciones inhumanas, en túneles que se derrumban. Mueren decenas y ni siquiera se recuperan los cuerpos”, explica Merino, señalando la complicidad de multinacionales y grandes potencias en esta tragedia. Esta realidad, que debería indignar al mundo, permanece en gran medida ignorada, lo que hace que la labor de sensibilización de Amidecon sea aún más urgente.

A pesar de los desafíos, Amidecon mantiene su compromiso inquebrantable con Birava. Para 2025, la asociación planea continuar con las becas educativas, construir un aula adicional y una sala de profesores, y seguir apoyando a las mujeres y los agricultores locales. Sin embargo, el éxito de estos proyectos depende de la estabilización del conflicto y de la solidaridad de los palentinos. “Somos una ONG pequeña, pero todo lo que recaudamos va directo a los proyectos”, asegura Merino. Con una cuota mínima de 30 euros al año, cualquier persona puede convertirse en socio y contribuir a esta causa, con el incentivo adicional de una deducción fiscal del 80 por ciento para donaciones de hasta 250 euros.

El mensaje de Amidecon es claro y poderoso: cada pequeño gesto cuenta. En un mundo donde los conflictos y las desigualdades parecen abrumadores, la labor de esta asociación demuestra que la solidaridad local puede tener un impacto global. Desde Palencia, Amidecon teje una red de esperanza que cruza fronteras, llevando luz a un rincón olvidado del Congo. “Queremos que los niños estudien, que las mujeres sean autónomas, que las familias tengan un futuro”, concluye Merino. En Birava, donde la guerra y la pobreza amenazan con apagarlo todo, Amidecon sigue siendo un recordatorio de que la humanidad, incluso en los tiempos más oscuros, puede prevalecer.