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Sociedad

Un emblema ‘ojo avizor’

El Regimiento de Caballería ‘Farnesio’ nº 12, con base en ‘El Empecinado’ (Valladolid), suman a Lanza y Espuela, dos águilas de Harris, como nuevas compañeras y representantes de la unidad en actos y desfiles oficiales

Miriam Chacón / ICAL . (I a D) Los cabos Luena, Polo y Chonata con Espuela y Lanza, ejemplares de aguila de Harris incorporados al regimiento Farnesio 12 de Valladolid Miriam Chacón/Ical

No nos pierde de vista y nada se escapa de su control. Su figura se aprecia posada en la rama de un árbol, a la espera de su momento. Sabe lo que tiene que hacer y cuándo llevarlo a cabo. Inteligencia e instinto, junto al impulso de la comida, forman la combinación perfecta. Visualiza la señal. El brazo del cabo Polo está extendido. Echa volar, planea sobre varios vehículos blindados y aterriza de manera cuidadosa sobre el mismo. Sabe que tiene premio y que lo va a recibir por el trabajo bien realizado. Un trabajo, que para ella es un ejercicio y una diversión, que se salda con una pequeña porción de comida. Así es Espuela, que vuelve a levantar el vuelo bajo la atenta mirada de Lanza, dos águilas de Harris que se han convertido en unas compañeras más de los 380 militares que conforman el Regimiento Caballería ‘Farnesio’ nº 12, posicionados en la Base Militar ‘El Empecinado’ en Santovenia de Pisuerga (Valladolid), las cuales ejercen como el orgulloso emblema de esta unidad integrada en la Brigada ‘Galicia’ VII (BRILAT).

Pequeñas, pero precisas. Así son Lanza, con 21 años, y Espuela, con a penas un año de vida, quienes surcan los cielos desde una posición más que privilegiada sin dejar a nada ni nadie indiferente. Los emblemas no son nada nuevo en el Ejército y por la mente sobrevuela la cabra de la Legión durante los desfiles del Día de las Fuerzas Armadas o en el de la Hispanidad. “A todos nos gusta compartir nuestro espíritu y identificarlo con un animal”, como ocurre en este caso con el águila, de la mano de esa “libertad de vuelo y visión que tiene”, afirma el cabo Alberto Polo, uno de los tres responsables de estos animales en la base vallisoletana.

Explica a la Agencia Ical que la Brigada de Infantería Ligera Aerotransportable adoptaron en 1966, año de su creación, el emblema del azor, a modo de “referente de su espíritu”. Lo que ocurre que el azor tiene un comportamiento que “llega a ser algo indomable y hasta agresivo”. Pese a que la idea inicial en ‘Farnesio’ fue seguir sus pasos, al igual que hizo el Regimiento ‘Príncipe’, se optó finalmente por águilas de Harris, que son “más dóciles y obedientes”, cuyo comportamiento es “muchísimo más tranquilo y confiable”, aclara.

Lanza tiene una historia un “poco peculiar”, es muy mayor, con aproximadamente 21 años, y está cedida desde el Principado de Asturias. Es un pájaro muy mayor y posee unas limitaciones físicas. Apareció hace muchos años abandonada o extraviada en Gijón y pasó un largo periodo de tiempo en un centro de recuperación, además de someterse a la operación de un ala. La vida que ha tenido ha sido “muy dura”, pero desde el Regimiento se optó por su adopción y se comenzó a trabajar con ella, para que en 2023 se sumara Espuela, al ser la nueva incorporación y la empleada para los diversos actos debido a su “disponibilidad y obediencia”.

Pese a ello, comenta que estas particulares compañeras no se desplazarán en los despliegues internacionales, aunque sí se mueven en actos nacionales y colaboraciones, ya que se trata de la imagen del Regimiento y les acompaña fielmente en dichas actividades en España, destaca Polo, al puntualizar que la responsabilidad con el ave se trata de un complemento del trabajo diario, al no ser su labor específica diaria. Es decir, llevan a cabo funciones de oficina, porque son auxiliares del teniente coronel Bernardo y del suboficial mayor Villacampa. Un trabajo que se suma a otro tipo de funciones, como la de conductores. De ahí que las dedicaciones con los pájaros sea algo complementario y vocacional, que se realiza a mayores de las funciones asignadas en el Regimiento, lo que conlleva compromiso y mucha dedicación extra.

Pesaje y alimentación al milímetro

Una rutina exhaustiva diaria, unida a una vida llena de cuidados y atención. Polo detalla que lo primero que realizan todas las mañanas es pesar de manera individual a cada águila y, en base a esa cifra, se estructura la cantidad de comida que reciben. Al ser pájaros tan pequeños y con un metabolismo muy acelerado, diez gramos por encima o debajo “pueden influir” y su obediencia depende de la comida que le proveas, según subraya a Ical en compañía de los cabos Luena y Chonata.

Esto es debido a que existen unos pesos establecidos aproximados para la hembra y para el macho, donde influye la complexión del animal, por lo que se trata de encontrar el “peso óptimo” de vuelo para cada pájaro. En concreto, Espuela está en torno a los 850 gramos. En el caso del que peso baje de ese listón, el pájaro “carecería de la fuerza necesaria”, mientras que si supera la barrera marcada “podría afectar a la obediencia”. Unos pesos diarios que pueden variar ligeramente en función de las temperaturas y de si ha realizado más o menos ejercicio el día anterior en su sesión de vuelo, añade.

Muy variada. Así es la dieta que reciben procedente de proveedores especialistas en el alimento para cetrería, que lleva un tratamiento especial. Está compuesta por rodeadores, codornices y pollitos. Un menú del que, en ocasiones, las visitas se sorprenden, pero hay que dejar claro que así es la naturaleza y no se puede ni debe cambiar.

Desgrana a Ical que la cantidad de comida que aproximadamente se aporta ronda los 80 y 90 gramos, aunque esa proporción subirá ligeramente en estos momentos, al iniciarse la época de muda con la que cambia todo su plumaje. Por ese motivo, reconoce que la engordan un poquito y se le da algo más de comida para que tenga la energía necesaria, que se une a la ingesta de vitaminas para que el proceso de muda transcurra correctamente.

Pese a ello, el instinto animal prevalece, por mucho que haya sido criada desde pequeña con los militares y no se le haya enseñado a cazar como tal. Y es que, cuando vuela, se encuentra con conejos, topillos, culebras, palomas o lagartijas, lo que no deja de ser comida para ella y una atracción, en algunos casos, inevitable. “Lo que intentamos es despistarla con un trocito de nuestra comida para evitar posibles infecciones, aunque hay ocasiones que ese instinto tiene más peso que nosotros”. Aun así, puntualiza que cada tres meses se realiza un análisis de heces y, en el caso de encontrar algo impropio, son tratadas con antiparásitos. “Tienen mil cuidados. Están a mimo”, apostilla.

Memoria de cinco estrellas

No se les pasa ni una. La memoria y el recuerdo es un punto clave de estas aves, aunque también se convierte en un reto para los cetreros. “Cualquier error que cometas es memorizado a fuego y cuesta mucho retroceder”, apunta. Comenta que llama Espuela para que salga de la puerta de la muda -que no jaula-, una acción que realiza sin comida para que lo haga por su propia voluntad. “Si la ofrezco comida desde el marco de la puerta vendrá, pero al día siguiente tomará la decisión de no hacerlo si ella no observa, de nuevo, que tengo comida”. Aspectos de este tipo deben de ser tenidos muy en cuenta y medir muy bien los pasos que se dan para evitar problemas.

El ejercicio es diario, ya sean vuelos libres, que es su favorita, porque es la actividad en la que más se disfruta de los pájaros, así como vuelos en zonas más acotadas de cara a la preparación de desfiles o exhibiciones, que se une al ejercicio denominado como señuelo, que se trata de una acción de recuperación encaminada a aquellos supuestos en los que el pájaro se haya asustado o sea necesaria su recogida por algún motivo particular.

Ambas águilas poseen instalaciones adaptadas y perfectamente preparadas para su descanso y habitabilidad, las cuales se denominan mudas, que no jaulas. En ellas existe una parte exterior y una parte cubierta, siendo las aves las que eligen libremente en qué parte quieren estar, quien puntualiza que suele optar por la de fuera, dado que reciben los rayos del sol y la lluvia. “No se puede discutir la calidad de vida que tienen”, con sus instalaciones, el campo de maniobras para volar, la alimentación o el control a través de un veterinario asignado. “Están en un hotel de cinco estrellas permanentemente”, remarca el cabo.

Señuelo militar

La cabo Chonata recoge a Espuela sobre su brazo y emprende una carrera para ascender un cerro a unos 500 metros de distancia. Es el momento del señuelo, un ejercicio muy común en el mundo de la cetrería, donde emplean un utensilio que tiene forma de gorrión o de paloma, por así decirlo, el cual lleva una gran cantidad de comida. Posee una cuerda con la que se da vueltas a ese señuelo para que sea vista en el aire por el águila, junto a un silbato.

Pese a que ella está a unos 500 metros de distancia y no se la aprecia, Espuela está viendo el movimiento. Dicho y hecho. Al comenzar con el ejercicio, el águila emprendió el vuelo y tras unos segundos de espera, Polo soltó el señuelo para que el pájaro se lanzase directamente a por él como un proyectil. “Le encanta, porque lo asocia a una cantidad más grande de alimento. Todo funciona con estímulos, ya que lo más importante para ella es la comida”, dice.

Ambas águilas poseen un pequeño dispositivo rastreador, ya que el localizador GPS es parte del material que emplean para tenerlas totalmente ubicadas. Y es que, puede ocurrir que lleguen a despistarse o asustarse por cualquier motivo y es necesario que esté siempre localizadas. Aun así, recalca que no se concibe que se pueda ir y tampoco se ha escapado, pero hay que tenerlo en cuenta siempre. Además, añade que es obligatorio contar con estos dispositivos de localización según la ley vigente.

Aunque la actividad mayoritaria la realiza Espuela, el cabo Polo afirma a la Agencia Ical que también realizan acciones entre ambas, con Lanza, pero hay que tener en cuenta el hándicap de la edad, dado que los 21 años de Lanza reducen su resistencia en el tiempo de vuelo. Al principio se tenía algo de distancia entre ellas, porque apunta que son territoriales, pero a día de hoy están más hermanadas y no se han registrado problemas de celos entre ambas.

De cara al futuro y ante el final de la vida de Lanza, en sintonía con la adquisición de experiencia del equipo, junto a los cabos Luena y Chonata, se puede valorar la adquisición de un azor, al ser el emblema de la Brigada de Infantería Ligera Aerotransportable, al igual que tiene el Regimiento ‘Príncipe’, sentencia.