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Curiosidades

El enigmático óleo cuya autoría sigue sin resolverse 500 años después: ¿Obra de Da Vinci?

Fue hace casi treinta años cuando tras la restauración de este cuadro se reavivó el debate sobre si lo pintó el genio del Renacimiento italiano

Capilla de los Condestables de la Catedral de Burgos y el cuadro de Santa María Magdalena La RazónLa Razón

Castilla y León cuenta con patrimonio histórico y artístico sin igual y único en el mundo, fraguado a lo largo de los siglos. Castillos y palacios, conventos, monasterios o la más pequeña iglesia o ermita de pueblo, pasando por imponentes catedrales, forman parte de este legado inconmensurable, que esconden también muchas joyas en sus interiores.

Es el caso de la Catedral de Burgos, un lugar de culto con una riqueza inabarcable donde la fe y el arte se dan la mano para deleite de cualquiera que quiera adentrarse en su interior a conocerlo.

Capillas, vidrieras, sepulcros, retablos y bienes muebles las innovaciones artísticas de la Edad Media y el primer Renacimiento, junto con ejemplos destacados de la época barroca pueden verse en su esplendor en esta obra de arte Patrimonio dela Humanidad.

El cimborrio gótico-plateresco del siglo XV elevado a los altares por Juan de Colonia y reconstruido un siglo más tarde por Juan de Vallejo; la tabla de la Sagrada Familia, de Sebastiano del Piombo, en la Capilla de San José; el retablo gótico hispano-flamenco de Gil de Siloé para la Capilla de Santa; el curioso Papamoscas ubicado en la nave central de la Catedral a 15 metros del suelo, cuya misión es hacer sonar a la hora en punto su campana abriendo la boca al ritmo de los tañidos; los restos de Rodrigo Díaz de Vivar "El Cid Campeador" y de su mujer, Doña Jimena, que reposan bajo el cimborrio de la Seo burgalesa desde hace ya 104 años, en 192; o la espectacular Capilla del Condestable, de estilo gótico isabelino, son las joyas más importantes y conocidas de este templo de la cristiandad.

Y es precisamente en esta Capilla,donde se esconde una obra única, además de enigmática: el cuadro de Santa María Magdalena, que pintado por un discípulo de Leonardo da Vinci, Giovan Pietro Rizzoli, conocido como Giampietrino, aunque algunos expertos, por la luz,la expresión y la técnica usada, aseguran que fue el propio Leonardo el que se encargó de retocar el rostro.

Un óleo sobre tabla de 70 centímetros de alto por 52 de ancho que a día de hoy sigue desconcertando a expertos y amantes del arte en cuanto a su autoría. De hecho, el que fuera canónigo fabriquero y experto en la Seo burgalesa, Agustín Lázaro, dejó claro que Leonardo Da Vinci pintó parte del cuadro y que el resto es de otro artista, posiblemente Giampietrino.

Durante años pasó desapercibida, hasta que en 1996 fue restaurada. Fue en ese momento cuando el cuadro recuperó a la luz los matices de la pintura y reavivó el debate académico.

Una lienzo que, sin embargo, tiene el poder de seducir a quienes se detienen ante él y lo observan con detenimiento, por su belleza y calidad artística, así como por la mirada misteriosa de la mujer, sus labios entreabiertos, sensuales y el pelo cayendo en cascada sobre el cuerpo desnudo entre el que se insinúa un seno blanco y turgente. Y son estos rasgos los que hacen precisamente dudar sobre la autoría, y que se la tribuyan a Da Vinci, aunque también es vox populi que Giampetrino realizó varias 'magdalenas' a lo largo de su carrera, como las que se exponen en el Museo del Hermitage de San Petersburgo (Rusia) y en el Portland Art Museum.

La obra fue realizada entre 1515 y 1520 y, aunque lleva siglos en la catedral, no todos los visitantes se detienen a observarlo con detalle, entre otras cosas porque ocupa un lugar más bien discreto en la Capilla de los Condestables.

Aparece inventariado en el año 1542 y en su marco se puede leer que fue donado a la capilla por Pedro Fernández de Velasco, cuarto Condestable de Castilla.

Además, la historia de este cuadro tiene algún que otro capítulo dde lo más singular y a punto estuvo de salir de la Catedral. Y es que, según consta en el Archivo de la Capilla de los Condestables, en 1809 el general francés Darmagnac pidió al Cabildo que le fuera entregado el cuadro como pago por haber protegido la Catedral de expolios.

Y a comienzos del siglo XX se difundió el rumor de que el cuadro de la Magdalena había sido vendido y sustituido por una copia de una calidad infame, hecho que fue rápidamente desmentido por los rectores de la Catedral.

El cuadro de La Magdalena sigue ahí luciendo ensu esplendor en la Capilla de los Condestables, un espacio que muchos consideran una “catedral dentro de la catedral”.

La preciosa bóveda que cubre la capilla, los retablos tallados por Gil de Siloe, Diego de Siloe y Felipe Bigarny, la reja de Cristóbal de Andino o el sepulcro de los condestables labrado por el propio Bigarny, hacen de este lugar un espacio inigualable.