Cultura

Este espectacular templo es el Monasterio Cisterciense más grande de Europa

Destacaa su magnífico refectorio y su elegante claustro que combina los estilos gótico y renacentista

Monasterio de Santa María de Huerta
Monasterio de Santa María de HuertaDiputación SoriaDiputación Soria

La arquitectura religiosa es una de las más destacadas de España. El hecho de que nuestro país haya tenido un gran protagonismo en la historia, sobre todo en la época medieval ha hecho que sean numerosos los monumentos en forma de templo de gran belleza que existen, y lo que es más destacable, de todas las órdenes religiosas posibles. Esto también ha hecho que nuestro país sea referente y único en muchos aspectos, como por ejemplo, contar con el Monasterio de la Orden Cisterciense más grande de Europa.

La Orden Cisterciense, conocida también como orden del Císter o incluso como Santa orden del Císter, es una orden monástica católica reformada. Tienen como regla la de san Benito, la cual aspiran seguir en forma estricta. Nacieron en 1098 como una reacción de la relajación que consideraban que tenía la Orden benedictina de Cluny (de 910), queriendo volver al espíritu original de la Orden de San Benito (de 529). Su origen se remonta a la fundación de la Abadía de Císter por Roberto de Molesmes, según asegura Wikipedia.

La Orden entra en la Península ibérica hacia 1140; se desconoce cuál fue el primer cenobio cisterciense hispano. De las cinco Casas primitivas, Císter y los cuatro protomonasterios, fueron Claraval y Morimond quienes principalmente se repartieron las fundaciones en los reinos peninsulares; Císter solamente atendió a alguna petición de compromiso.

Claraval fundó directamente 12 monasterios en el oeste peninsular: Sobrado, Osera, Melón, Monfero, Armenteira, Montederramo, Acebeiro y Oya, en Galicia; Moreruela, Valparaiso y Sandoval en León; La Espina en Castilla.

También a través de sus filiales francesas, Fontfroide y Grand Selve, fundó los monasterios catalanes de Poblet y Santes Creus. Casi todas las fundaciones de la línea de Morimond se realizaron a través de sus filiaciones pirenaicas. A Scala Dei pertenecen los monasterios navarros de Fitero y La Oliva; Veruela en Aragón; Bujedo, Sacramenia y Montsalud en Castilla.

Filiaciones de Berdous son los castellanos de Huerta, Valbuena y Óvila. Cristá funda Matallana en dicho reino; y Gimond, el aragonés de Rueda. El resto de los monasterios son filiaciones de abadías peninsulares.

De todos ellos, Huerta, La Oliva, Poblet, Osera, Sobrado, Armenteira (hoy habitado por monjas) y el asturiano de Valdediós son los únicos en que ha vuelto a renacer, tras la desamortización del XIX, la vida monástica cisterciense.

¿Pero qué es un monasterio?

Un monasterio es una comunidad formada por uno o varios y el edificio donde habitan, en clausura. Originalmente, un monasterio era la "célula", o pequeño y retirado albergue de un ermitaño, un individuo que se "retiraba del mundo" para perseguir una vida ascética de carácter contemplativo. El monasterio surge cuando, en torno a la "célula" o celda del anacoreta original, atraídos por su ejemplo o fama de santidad, se establecían nuevos ermitaños y ascetas, agregándose sus celdas a la habitación inicial de aquel.

Los monasterios cristianos son también llamados abadías (regidas por un abad) o prioratos (regidos por un prior). En general, se considera que los monasterios son o lo uno o lo otro, y que las abadías gozan de mayor rango que los prioratos (que, en ocasiones, dependen de alguna que otra abadía).

Pues España tiene el privilegio de contar con el Monasterio más grande de Europa, que no es otro que el soriano de Santa María de Huerta.

Santa María de Huerta
Santa María de HuertaT. NietoLa Razón

Su fundación se debe al rey Alfonso VII, en cumplimiento de una promesa que hizo en el cerco de Coria. Para este proyecto, el rey trajo en 1142, desde la abadía de Berdoues en Gascuña (Francia), una comunidad de monjes cistercienses, con su abad Rodulfo, que se alojó en un edificio muy pobre construido en un paraje llamado Cántabos, situado en el municipio de Fuentelmonge. El lugar elegido tenía escasez de agua y se decidió un traslado a las tierras cercanas al río Jalón, que se llevó a cabo en 1162.

El primer abad elegido en Huerta es Martín de Finojosa, el Padre san Martín. La labor del joven abad será consolidar la comunidad y construir el monasterio prácticamente desde la base, que contó con la aportación de los reyes de Castilla y de Aragón, de la nobleza castellana, e incluso de la gente más humilde. De esta época arrancan las majestuosas edificaciones hortenses y el empuje de la comunidad monástica. Martín deja el abadiato, al ser nombrado obispo de Siguenza.

En el siglo XIII el monasterio se consolida, pero en el XV no puede evitar el declive que le inducirá a asumir la reforma de la Congregación Cisterciense de Castilla. El siglo XIV se caracteriza por las luchas intestinas entre la nobleza y la corona y por el hambre y la peste que azotan a todo el occidente. Huerta, sin embargo, mantiene su línea de crecimiento económico y espiritual. Pero según asegura la propia web del monasterio, “con el siglo XV entra Huerta en el túnel oscuro de su historia. Después de sufrir a un abad profano y dilapidador de los bienes del monasterio, los cercanos duques de Medinaceli se inmiscuirán en la vida interna de la comunidad y se sucederán elecciones controvertidas, expulsiones de abades y sobre todo la división interna de la comunidad. Dentro de este clima, la encomienda es pedida por los mismos monjes, para poner remedio a tantos males”. Los abades de esta época prepararon al templo y la orden para entrar en la reforma de la Congregación cisterciense de Castilla, que estaba en marcha. Este acto tuvo lugar en 1498; se abre una nueva época.

El siglo de oro de la comunidad hortense abarca los siglos XVI al XVII, resaltando principalmente desde la segunda mitad del primero hasta el final de la primera del segundo. Los primeros años son de consolidación, preparación intelectual, espiritual y material del cenobio, y los últimos un vivir de las rentas anteriores.

“Esta labor callada de consolidación se va gestando a través de las dificultades internas, y sobre todo de las intrigas de los señoríos del entorno, los duques de Medinaceli y los señores de Ariza; en este contexto, los monjes se deshacen del señorío de Torrehermosa, a finales del siglo XVI. En medio de estas luchas y enfrentamientos se desarrolla la vida de un gran santo de la 4 tierra, san Pascual Bailón, nacido Torrehermosa en 1540 y fallecido en 1592 como lego franciscano en Villarreal, Castellón”, señalan desde la web.

Con todo, el patrimonio y hacienda del monasterio siguen pujantes, como aparece en las obras de construcción. De esta época son el claustro alto plateresco y el claustro herreriano, la biblioteca hoy casi destruida y el refectorio del siglo XVII, convertido en la actual biblioteca, y también el coro de nogal y el órgano. Es también amplio el trabajo de ornamentación, con cuadros y pinturas murales, de las diversas estancias monásticas, muchas de ellas desaparecidas y de muy dispar valor.

Los siglos XVIII y XIX son un lento y definitivo camino hacia el fin en la historia antigua de Huerta. Se abre el siglo XVIII con un viraje político: la supresión de los Austrias y la entrada de los Borbones con la subsiguiente guerra de sucesión, que afecta fuertemente a los monjes, sus edificios y haberes. A esto hay que añadir algunas catástrofes climatológicas, endémicas en esta época. En unos diez años, entre 1761 y 1772, tres inundaciones acaecen en el monasterio y en sus posesiones, con lo que las pérdidas y daños fueron inmensos. También se reestructuran partes del monasterio, como la portería y la plaza. Es destacable en esa época la obra del retablo central del altar mayor, tallado y dorado en 1766.

El siglo XIX acaba con esta gran vitalidad y capacidad de reacción de los monjes, aunque se entra de lleno desamortización de los regulares y su exclaustración. En estos treinta y cinco primeros años del siglo van a ser tres. La primera surge tanto del invasor como de las Cortes de Cádiz; aquí afecta la del francés José Bonaparte. Los monjes son expulsados y enajenados sus bienes. Dos monjes y un seglar, los padres cura y cillerero y el panero, contra todas las leyes, se quedan dentro del monasterio, para estar al cuidado del patrimonio. En 1812, el abad reagrupa a todos los hermanos y pone en marcha la vida de la comunidad. De 1820 a 1823, de nuevo los monjes son expulsados del monasterio con la confiscación de sus bienes. Con la restitución en el trono de Fernando VII, en 1823, los monjes retornan al monasterio.

La definitiva exclaustración y desamortización llega en 1835. En Huerta, los monjes abandonaron el monasterio cuando vino de Soria la orden de expulsión, proclamada el 12 de octubre y notificada el 15 del mismo mes, de 1835. El Padre cura se quedó en el pueblo, y no muy lejos del mismo, el abad con un converso y un criado, para poder atender a las necesidades de los monjes dispersos.

La Congregación de Castilla terminó por desaparecer, a partir de la exclaustración de 1835. Los nuevos monjes que llegan a Huerta, en 1930, pertenecerán a una rama de la Orden, nacida del movimiento de la Estrecha Observancia del siglo XVII y, que, tras muchas vicisitudes, se reagrupará en 1892 por mandato de León XIII en la Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia. Noventa y cinco años de abandono del monasterio no fueron suficientes para hacer desaparecer el edificio monasterial.

Tras diversos propietarios, a partir de las subastas de 1846, parte de la hacienda monacal antigua, en el término municipal de Santa María de Huerta, fue a parar, por mediación de su tío, don Antonio Cerver y Glande, a doña Inocencia Serrano, viuda del Valle, que casará por esas mismas fechas, en 1871, en segundas nupcias, con don Enrique de Aguilera y Gamboa, marqués de Cerralbo. El marqués construyó su palacio junto a las antiguas caballerizas e inició el estudio arquitectónico e histórico del monasterio.

Tras varios años de pasar por diversas manos, el 22 de junio de 1930, llega a Huerta el P. Lorenzo Olmedo, el nuevo superior, con otro monje, y da comienzo el patronato y la nueva fundación. El 25 de septiembre llegan más monjes e inician formalmente la vida monástica; el 26 de octubre se inaugura el curso con la bendición de las escuelas de los niños y de las niñas.

Fue utilizado como campo de concentración de prisioneros republicanos por el incipiente régimen franquista durante el año 1939. En algunos momentos superó los dos mil internados, recibiendo en el mes de abril (tras el fin de la Guerra Civil) a 4649 hombres evacuados desde otros campos. El hacinamiento y las terribles condiciones higiénicas provocaron diversas enfermedades, incluso una epidemia de sarna, entre los internados. El sacerdote del pueblo se quejó a las autoridades de que muchos fieles no acudían al templo por temor a ser contagiados, y finalmente el campo acabó clausurándose para evitar riesgos a la población.

Ya en 1949 se normaliza la situación, y se recibe un nuevo contingente y pensar en la erección de priorato titular. El nuevo grupo está encabezado por el P. Ignacio Astorga, quien, en 1950, es elegido primer prior titular.

En 1962, VIII Centenario de la fundación, se ordenan tres sacerdotes nuevos y hay otras tantas profesiones monásticas. Así mismo por estas fechas se da un fuerte impulso restaurador en la parte monumental. Son años muy importantes para la consolidación de la comunidad. En 1965, Huerta es erigida en abadía y es elegido primer abad de la restauración Dom Ignacio Astorga.

En 1977 se elige al primer abad, ingresado y formado en Huerta: Dom Luis Esteban. Una nueva etapa empieza cuando los fundadores van desapareciendo por ley de vida; la comunidad se ha renovado con la entrada de personal nuevo. La irradiación de la vida monástica desde Huerta se hace real y visible.

Durante la preparación y celebración del IX Centenario de Císter se dio un impulso importante a la restauración y embellecimiento del monasterio y del entorno. En la actualidad, dentro de un proceso de formación serio, tanto a nivel comunitario como de los nuevos elementos, se puede hablar de una comunidad, no muy numerosa, pero sí joven y dinámica, acogedora y sencilla.

El Monasterio

El Monasterio de Santa María de Huerta fue declarado Monumento Nacional en 1882, y está considerado como una de las maravillas más interesantes del románico y gótico español.Sorprende el refectorio o comedor de los monjes, el claustro o su bien conservada cocina medieval.

El recinto estuvo protegido por un cinturón amurallado del que aún hoy se conservan restos. La portada de acceso al complejo monacal es del siglo XVI y fue posteriormente reformada en el siglo XVIII. La portada está formada por un arco de medio punto flanqueado por columnas y hornacinas. Sobre el arco se encuentra un frontón triangular con una escultura de la Virgen.

Esta puerta da acceso a una plaza donde se encuentra la actual Hospedería, edificio realizado en el siglo XVI. En la fachada destaca la puerta de arco de medio punto flanqueada por dos columnas. La plaza también sirve de entrada a la iglesia. Se accede a través de una portada formada por varias arquivoltas apuntadas y decoradas con motivos vegetales.

La iglesia tiene planta de tres naves y crucero con cinco capillas absidiales con arcos apuntados y bóvedas de sencilla crucería. De los cinco ábsides, el del centro es semicircular y los otros cuatro son de planta rectangular, un modelo cisterciense que se siguió también en el monasterio de Santa María de Matallana (Valladolid).

En el muro norte se halla la fachada del refectorio, del siglo XII, que presenta un frontón con rosetón y una puerta con arquivolta muy parecida a la puerta principal de la iglesia. El refectorio es la obra maestra del monasterio. Este refectorio se comunica con una monumental cocina que tiene en el centro un inmenso hogar cuadrado, apoyado en cuatro arcos apuntados, interesantísimo ejemplar de tipo español.

Desde la nave izquierda de la iglesia se accede, por una puerta que se abrió en el siglo XII, al claustro llamado de los Caballeros; tomó este nombre porque fue lugar de enterramiento de familias de la nobleza y personas ilustres. Es un buen ejemplo de claustro gótico cisterciense.

Desde el claustro bajo de los Caballeros se asciende a la parte superior por una magnífica escalera de honor construida en 1600, que desemboca en el claustro alto, obra renacentista que se empezó a construir en 1533 y se terminó en 1547.

Por el interior de estas galerías pueden verse en determinados espacios los bustos de algunos monjes del monasterio que se destacaron por su virtud o por alguna otra cuestión. Desde el claustro alto se accede a la biblioteca del siglo XII. Es un amplio salón decorado al gusto del siglo XVII. Se sabe que guardaba alrededor de 4000 volúmenes, muchos de los cuales se conservan en la biblioteca pública de Soria.

Desde el claustro bajo se puede llegar al otro claustro llamado de la Hospedería, obra de estilo herreriano, construida aproximadamente hacia 1582. Uno de los laterales tenía las estancias destinadas a los peregrinos que iban camino de Santiago.

Visitas

El monasterio se puede visitar en horario de mañana: Lunes, Martes, Jueves, Viernes y Sábado, de 10:00 a 13:00 -Última entrada a las 12:30; y los domingos, de 10:00 a 11:15 -Última entrada los domingos en la mañana a las 10:50 horas.

En cuanto a las visitas por la tarde son todos los días son de 16 a 18 horas, siento la última entrada a las 17,30 horas.

El recorrido de la visita turística está compuesto por tres grandes bloques: la Iglesia, dos claustros y las dependencias del monasterio. Cuatro estilos: románico, gótico, plateresco y herreriano, que se suman en uno solo caracterizado por su austeridad: el cisterciense. A ello se añade la exhibición de un audiovisual de unos 20 minutos que explican la historia, el arte y la espiritualidad de Císter.