Cultura

Luces y sombras, lo divino y lo humano, dialogan hasta el 14 de septiembre en la exposición ‘Chillida. Mística y materia’, en el Museo Nacional de Escultura

Obras del escultor vasco, procedentes del Chillida-Leku y de una docena de instituciones nacionales e internacionales, conversan con algunas joyas barrocas que custodia el centro vallisoletano

Las luces y las sombras, lo divino y lo humano, la gravedad y la levitación, dialogan en la exposición ‘Chillida. Mística y materia’, que pone en conversación hasta el próximo 14 de septiembre en el Palacio de Villena una selección antológica de creaciones del maestro vasco a lo largo de toda su trayectoria con joyas depositadas en el Museo Nacional de Escultura, realizadas en el Barroco por genios de la gubia como Juan de Juni, Felipe Bigarny o Gregorio Fernández.

Las piezas, como explicó a los medios el comisario de la muestra, Mikel Onandia, proceden en su mayor parte del museo Chillida-Leku, con sede en Hernani, pero también han desembarcado en Valladolid desde instituciones nacionales e internacionales como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, la Fundación Telefónica, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, Artium Vitoria, la Fundación Juan March, el Ivam, la Galeria Nazionale d’Arte Moderna e Contemporanea en Roma y la Tate Modern de Londres.

El grueso de la muestra se puede contemplar en el Palacio de Villena, si bien tres obras de gran tamaño se han instalado en tres enclaves fundamentales del Museo de San Gregorio: el ‘Peine del viento XVII’, realizado en acero corten en 1990, “perteneciente a la serie quizá más emblemática del artista”, que da la bienvenida a los visitantes en el primer patio de San Gregorio; ‘Locmariqcquer IX’ (1989), una pieza de un único lingote de acero que en el patio principal “se pliega sobre sí misma y consigue un espacio interior cargado de espiritualidad”; y ‘Lo profundo es el aire XVII’ (1997), en los jardines, una pieza de granito, que es junto con el alabastro el principal material de trabajo de Chillida en los años 80 y 90, una obra que se vincula directamente con el poeta vallisoletano Jorge guillén, y que “está íntimamente relacionada” con la escultura que está desde 1982 ubicada en el exterior del Museo, al lado de la capilla.

El presidente de la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce, Luis Chillida, recordó que tras la celebración del centenario de su padre en 2024, este 2024 se celebra el centenario de su madre, y apuntó que oirganizar una muestra con el trbajao de él en el Museo Nacional de Escultura es algo que siempre les pareció “muy especial”. “Mi padre era un gran amante de todas las esculturas. Para él el arte siempre fue contemporáneo con el momento en que se hizo, y fue un gran amante de las colecciones de escultura de todos los tiempos, de modo que poder tener esta exposición aquí, en la cual sus obras están en diálogo y en contacto con las colecciones del Museo de Nacional de Escultura, estoy seguro de que le hubiera encantado”, señaló en declaraciones recogidas por Ical.

Sobre ese diálogo, se refirió a una de las piezas seleccionadas, ‘Gesto’, realizada en hierro en 1957, instalada al lado de un ‘San Juan Bautista’ de Juan de Juni, una obra que pertenece a un imaginario religioso, pero que “también está en relación con el movimiento, con el espacio y el pensamiento místico”. “Esta disposición de las obras nos lleva a poder entender cómo, en el caso de mi padre, la mística quizá venía mucho más relacionada con la propia materia, con lo que la materia esconde, con lo que no vemos. Aquí se pueden ver muy diferentes materiales y el tratamiento que tienen del espacio, del tiempo y de todos las conceptos místicos, como la levitación, con obras que tienden a levitar, como muchas veces sucede en la propia escultura clásica”, apuntó antes de considerar “muy acertado” el “binomio” propuesto en la relación de obras.

Vínculo con Valladolid

Por su parte, el comisario puso sobre la mesa el “vínculo directo” que mantuvo Chillida con la ciudad de Valladolid en su vida, de una parte ya que fue a orillas del Pisuerga donde se lesionó como portero de la Real Sociedad, y se vio obligado a dejar el fútbol profesional para dedicarse al arte; y de otra parte por el verso ‘Lo profundo es el aire’, de Jorge Guillén, en torno al cual gira “un grupo muy importante de sus esculturas”.

Esta muestra abarca, según relató, prácticamente la totalidad de la obra de de Eduardo Chillida a lo largo de medio siglo, desde comienzos de los años 50 hasta el 2000, y en ella se pueden disfrutar de piezas de distintos materiales y diferentes procedencias. “Las primeras piezas en hierro datan de los 50, las maderas de comienzos de los años 60. Hay piezas en alabastro y obras en otros materiales como la porcelana o incluso las tierras que utilizaba en los años 80 y 90”, relató.

La singularidad de la exposición, añadió, es el diálogo con las piezas del Museo Nacional, desde la Edad Media hasta el siglo XVIII, una selección marcada por la poesía mística, la espiritualidad y la religiosidad, que entronca con los intereses del vasco, “un artista que verdaderamente era un hombre de fe y que buscaba en la propia materia una carga espiritual y mística”.

El diálogo entre ambos fondos, apuntó Onandia, es “bastante abierto”, y en ocasiones se despliega en torno a contenidos formales y otras tienen más que ver con lo matérico. “Hay claramente algunas relaciones como por ejemplo entre la escultura manierista y los primeros hierros de Chillida, que comparten composiciones elicoidales y puntos de fugas abiertos. En otros casos las conexiones son más matéricas, con piezas que ocmparten el uso de la madera como una materia con una densidad verdaderamente distinta a otros materiales como el hierro o el alabastro. Chillida quería que la luz se insertara en el seno de la propia piedra, en la propia materia, porque tiene un carácter translúcido y algunas piezas de alabastro del Museo Nacional de Eescultura también comparten, además de su mensaje explícito religioso, esta búsqueda de lo espiritual en la propia materia”, apuntó.

También aludió el comisario a los vínculos de Chillida con los dos grandes místicos de la literatura española: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, con los que compartía “una idea de la paradoja, de intentar expresar lo inexpresable, de ir más allá del lenguaje racional, de traspasar los límites y buscar en la paradoja un modo de expresión que trasciende toda la racionalidad que nos pueden dar otras disciplinas como las ciencias naturales o la filosofía”. “Se identificaba con estos autores en su idea de ir contra la gravedad; él decía que no podía levitar como Santa Teresa, pero que podía reflexionar sobre el concepto de la levitación a través de sus grandes moles de hierro o de hormigón, que pone colgando para abordar esa lucha contra la gravedad”, argumentó.

Además, se refirió al “reto” que ha supuesto el diseño de la iluminación de la muestra, ya que las piezas de Chillida en muchos casos son “multiposición”, es decir, que pueden montarse y mostrarse de distintas maneras. “No tienen una única visión, son abigarradas, son complejas, se retuercen sobre sí mismas y para el espectador es un reto poder verlas. Normalmente son una única pieza que se retuerce sobre sí misma, son muy pesadas y eso pensábamos que era muy importante también trasladarlo al montaje y las sombras juegan como un recurso más”, concluyó.

En la inauguración oficial participaron, junto a Luis Chillida y Mikel Onandia, el secretario de Estado de Cultura, Jordi Martí Grau; el director del Museo Nacional de Escultura, Alejandro Nuevo; la vicelehendakari Primera y Consejera de Cultura y Política Lingüística, Ibone Bengoetxea; y la directora del Museo Chillida Leku, Mireia Massagué.