Sociedad

Naturaleza, arquitectura tradicional y gastronomía para disfrutar de uno de los pueblos medievales más bellos de España

El descubrimiento de la imagen de la Virgen de la Peña de Francia en 1434 convirtió a este municipio en lugar de peregrinación

La Alberca celebra su tradicional “Diagosto” con el Ofertorio en honor a la Virgen de la Asunción
La Alberca celebra su tradicional “Diagosto” larazon

La gran mayoría de los pueblos españoles destacan por su belleza, sobre todo los de la época medieval. Muchos son los ejemplos en los que nos podíamos detener. Pero hay un pequeño municipio en la comarca salmantina de la Sierra de Francia a todo aquel que visita.

Su entorno natural, su arquitectura tradicional, su historia y, como no, su gastronomía, hacen de La Alberca un paraiso para disfrutar durante todas las épocas del año. Los primeros vestigios de esta localidad salmantina hay que buscarlos en la prehistoria, cuya huella permanece en las pinturas rupestres de la época del neolítico en numerosos canchales y riscos de los valles que rodean a La Alberca: Lera y Las Batuecas.

En la Edad Media, entre los siglos XII y XIII se produjo la repoblación por decisión del rey Alfonso IX. Del flujo de gente que llegó a esta tierra, parte destacada fue la de origen francés a través de D. Raimundo de Borgoña, noble francés casado con doña Urraca, una de las hijas de Alfonso VI. Este origen justificaría la numerosa presencia de topónimos franceses en la Sierra de Francia.

Al final de la Edad Media destaca un hecho de importancia capital para la zona: el hallazgo de la imagen de la Virgen de la Peña de Francia (1434), que convirtió el santuario construido posteriormente en un lugar de peregrinación, al que se unieron los peregrinos del Camino de Santiago que seguían el llamado Camino del Sur por la Calzada de la Plata. En el siglo XVII la Peña de Francia, con su Virgen Negra, es ya citada por Cervantes en El Quijote; el valle de Las Batuecas es para Lope de Vega el escenario en el que se refugian dos enamorados que huyen de la Corte. Desde entonces La Alberca, con la Peña de Francia y Las Batuecas, han sido un escenario convertido en mito, en leyenda. Ya en 1940 el pueblo se convirtió en Monumento Histórico-Artístico facilitando la conservación del casco urbano. Fue el primer municipio español que consiguió esta distinción.

 

Una de las principales características de La Alberca es su arquitectura tradicional. El turista durante la visita se encuentra con atractivos rincones y perspectivas, en los que resalta una arquitectura popular levantada a base de piedras y geométricos entramados de madera.

Destacan los dinteles cincelados con fechas de fundación de las casas, con inscripciones, signos y anagramas religiosos, que quieren ser profesión visible de fe. Cada una de las plantas superiores va sobresaliendo sobre la inferior, hasta llegar casi a tocarse los aleros de los tejados de las casas que se hallan frente a frente, lo que hace que en las calles se produzca un curioso juego de luces y sombras.

Se ha dicho que la estructura urbana de La Alberca es la de una judería, por lo intrincado, laberíntico y secreto de sus calles. Pero tampoco han faltado quienes, al recorrer el pueblo, lo han asociado con los arrabales de Damasco. Esta localidad salmantina es así, la unión, a lo largo de los siglos, de las culturas, cristiana, islámica y judaica.

Entre sus principales atractivos se encuentra: - La Plaza Mayor: Es el lugar más importante del pueblo. En él se encuentra el ayuntamiento y los edificios de alrededor destacan por sus balcones y soportales. En el centro hay, además, un bonito crucero de piedra. Esta es la zona ideal para tomar algo en una terraza o entrar en las tiendas de artesanía donde comprar productos de recuerdo o alimentos típicos de la zona. Por algo La Alberca es uno de los lugares de Salamanca donde mejor se come, y en esta plaza y los alrededores se puede comprobar.

 

- Los Paseos: Una de las cosas que mejor se puede hacer en este municipio salmantino es pasear por sus calles, ya que el visitante irá descubriendo la belleza de su arquitectura tradicional, lo que le permitirá retroceder en el tiempo.

- La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción: Este templo del siglo XVIIII tiene como curiosidad se terminó el mismo año que la Catedral Nueva de Salamanca en 1733. Posee un interesante púlpito en granito policromado del siglo XVI, así como es reseñable el Santísimo Cristo del Sudor. Además su gran torre, construida unos 212 años antes, costeada por los primeros Duques de Alba, tienen el escudo de armas esculpido en un ángulo de la Torre.

- Las ermitas de La Alberca: Si algo destaca también en este municipio son sus ermitas. Muchas de ellas son de origen románico, entre los siglos XI y XII. Algunas se encuentran en el pueblo y otras en caminos de las afueras. Es una visita obligada la ermita de Nuestra Señora de Majadas Viejas, que guarda una virgen románica del siglo XII. Cerca está la ermita de San Marcos, desde la que se pueden ver unas maravillosas visitas de la Peña de Francia. Más cerca del pueblo están las ermitas del Cristo del Humilladero, de San Blás y de San Antonio.

Fiestas y tradiciones

La fiesta albercana por excelencia es la de la Virgen de la Asunción, celebrada el día 15 de agosto como fiesta patronal del pueblo (Diagosto). A lo largo de tres días que siempre tienen su prolongación, se celebran ritos y ceremonias repetidos año tras año.

 

El Lunes de Pascua, se celebra en las eras el día del Pendón, que arrebataron las albercanas del siglo XV a las tropas portuguesas del prior de Ocrato. El lunes siguiente (el de la octava de Pascua) es el día la Romería: en la Plaza, el Ayuntamiento convida al pueblo y a todos los visitantes a obleas y vino, servido éste por los escancianos (mozos recién casados).

El lunes de Pentecostés (ahora trasladado al sábado anterior), se celebra la romería de Maralviejas o Majadas Viejas, en una ermita situada en un bosque de robles cercano al pueblo.

Y llegamos a la del Corpus Christi, una de las más hermosas celebraciones albercanas; se pulen las ventanas y balcones por donde va a pasar la procesión con colchas y paños bordados.

Además, el 17 de enero se celebra el sorte del marrano de San Antón. Un cerdo que meses antes se ha soltado por el pueblo y ha sido alimentado por los vecinos. El dinero recaudado se destina a obras sociales o benéficas. Tal es la tradición, que se ha hecho un monumento a este animal, que se encuentra a la vuelta de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.

 

Gastronomía

La Alberca cuenta con sobrados productos naturales que junto con los del campo charro hacen de la comida tradicional y popular, una de las más ricas, sabrosas y variadas de la península. Las carnes uno de sus platos fuertes, con numerosas especies ganaderas, vacuno, caprino, ovino y porcino. “Cabrito Cuchifrito” y asado típicamente serrano que hacen las delicias de quien lo degusta. Dentro de las carnes tiene un lugar destacado, los embutidos, jamón de cerdo Ibérico, chorizo, salchichón, lomo, cabeza de lomo, curados al aire serrano.

Hornazo salmantino
Hornazo salmantinoWikipedia

Asimismo, son muy apreciados los hornazos, empanada a base de embutidos. El limón serrano hecho con limón, naranja, huevo duro y chorizo. Sus vinos, cosechas de la comara y los dulces de extraordinaria calidad realizados con productos naturales, turrones, obleas, perrunillas, miel y polen.

Entorno natural

Pero La Alberca, no es solo el pueblo. Esta zona salmantina cuenta con otros lugares maravillosos como la Sierra de Francia, el Parque Natural de las Batuecas o bellos pueblos como Mogarraz, San Martín del Castañar o Miranda del Castañar.

 

También una visita obligada es Candelario; el mejor ejemplo de población serrana en la comarca. Todo en ella tiene que ver con las montañas sobre cuyas laderas se ubica. Su arquitectura, que tiene en el granito y la madera los principales aliados, está hecha para dulcificar, en invierno y en verano, los rigores de un clima duro.

El trazado de sus calles está adaptado a la abundancia de agua que regalan las montañas. El otro rasgo que condicionó en el pasado las formas constructivas de la población fue la dedicación, casi en exclusiva, a la industria chacinera. Sus chorizos eran conocidos en cualquier lugar de España y desde aquí se abastecía a la Casa Real.

 

La visita al Museo de la Casa Chacinera desvela la razón de ser de muchas de las características de las casas de la localidad, como sus famosas batipuertas o sus paredes forradas de teja. La iglesia parroquial atesora un bello artesonado mudéjar. El segundo domingo de agosto tiene lugar la celebración de la Boda Típica de Candelario, fiesta de Interés Turístico Regional, en la que se lucen magníficos trajes tradicionales.