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Sociedad

Plegando sueños y construyendo solidaridad con maquetas de papel

Un delineante jubilado transforma su pasión en un legado para la lucha contra el cáncer en Palencia

El delineante jubilado, Fernando Vaquero, ha realizado estas maquetas de papel de monumentos icónicos, están expuestas en la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) de Palencia y los fondos obtenidos por su venta irán íntegramente a la lucha contra el cáncer, en la imagen junto a la presidenta de la asociación, Rosa Andrés Brágimo Ical

La pandemia trajo consigo lo peor y lo mejor de la humanidad. En un tiempo donde el ocio se redujo a su mínima expresión, las personas tuvieron que reinventarse, buscando formas de llenar el vacío impuesto por el confinamiento.

En un rincón de Palencia, donde la paciencia se encuentra con la creatividad, Fernando Vaquero ha dado vida a un arte singular: maquetas de papel que capturan la grandeza de monumentos icónicos.

Este delineante jubilado, antiguo funcionario de la Seguridad Social, ha transformado los ratos libres de su retiro en una oportunidad para crear, inspirar y contribuir a una causa mayor.

Sus obras, expuestas en la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) de Palencia, no solo reflejan su destreza técnica, sino también su compromiso solidario, destinando íntegramente los fondos de su venta a la lucha contra el cáncer. Con 20 maquetas construidas en los últimos cinco años, 13 de ellas están ahora al alcance del público, invitando a los palentinos a admirar un trabajo que combina precisión, pasión y propósito.

Nacido en Palencia, Vaquero lleva el dibujo técnico en la sangre. Durante décadas trabajó como delineante, una profesión que perfeccionó su ojo para los detalles y su precisión manual. “Siempre me ha gustado dibujar”, confiesa.

“Estuve muchos años como delineante hasta que entré en la Seguridad Social, en la intervención. Luego conseguí plaza en Palencia y aquí he estado toda mi vida”. añade. Su trayectoria como funcionario en la Intervención de la Seguridad Social, donde trabajó durante 30 años, no apagó su pasión por el dibujo y la creación. Ahora, jubilado desde hace una década, ha encontrado en las maquetas una forma de mantener viva esa chispa creativa.

La afición de Fernando por las maquetas cobró fuerza durante la pandemia de 2020. Como millones de personas, el confinamiento lo llevó a buscar una actividad que llenara sus horas en casa. “Al encerrarnos en casita y estar un poco al lado, me tuve que buscar una afición, y fue esta”, explica con sencillez. Lo que comenzó como un pasatiempo para sobrellevar el aislamiento se convirtió en una pasión que fusiona su experiencia como delineante con un amor por los detalles arquitectónicos.

Crear una maqueta de papel es un desafío que exige paciencia y precisión. Cada pieza pasa por un proceso complejo: recorte minucioso, doblado cuidadoso y montaje final. “Es muy entretenido, porque hay que recortarlo muy bien. Y el montaje es bastante más complicado”, admite Fernando. Un pequeño desvío en las líneas marcadas puede alterar toda la estructura, por lo que utiliza herramientas simples pero efectivas: pinzas pequeñas, cola de carpintero y palillos redondos para dar soporte a las piezas más delicadas. “Hay que ser minucioso a la hora de encolar las piezas”, subraya.

Entre sus creaciones destaca la maqueta de la Basílica del Pilar de Zaragoza, una obra monumental con más de 620 piezas que le llevó más de siete meses completar. “Es la que más me costó de trabajo”, recuerda. Esta pieza, expuesta en la AECC de Palencia, es un testimonio de su dedicación. Otras maquetas, como las de la Catedral de Palencia, la Catedral de Burgos, la Catedral de León o los patios de la Alhambra de Granada, también forman parte de su colección. Cada réplica refleja la complejidad de las estructuras originales y el esfuerzo de Fernando por capturar su esencia en papel.

El material que utiliza proviene principalmente de Ediciones Merino, una editorial madrileña conocida por sus recortables de alta calidad. Sin embargo, Fernando lamenta que estas maquetas ya no estén disponibles.

“Lo compraba por Amazon, pero ya no vienen catálogos de Ediciones Merino. Otras ediciones no tienen la misma calidad”, explica. Esta escasez de materiales ha limitado sus proyectos recientes, pero no ha apagado su entusiasmo por la afición.

Un legado personal y solidario

La Catedral de Palencia ocupa un lugar especial en el corazón de Fernando. “La tengo un cariño especial porque es de las primeras que hice”, confiesa. A diferencia de las demás, esta maqueta no está a la venta. “Ha sido una labor que me ha costado el doble. Hay que ponerle soportes internos para que aguante, porque son de papel y no te dicen cómo hacerlo en las instrucciones”. Este apego emocional refleja su vínculo con su ciudad natal y su deseo de preservar, aunque sea en papel, un pedazo de su identidad.

Lo que hace aún más especial el trabajo de Fernando es su compromiso con la Asociación Española Contra el Cáncer. Animado por dos amigas de la organización, decidió exponer 13 de sus 20 maquetas en la sede de la AECC en Palencia, donde pueden visitarse de lunes a viernes de 9 a 14 horas.

Todas las maquetas, salvo la de la Catedral de Palencia, están a la venta, y los fondos recaudados se destinan íntegramente a la lucha contra el cáncer. “Si hay alguien interesado y lo quiere tener en su casa, que lo pague, y ese dinero irá a la asociación”, afirma con convicción.

Esta iniciativa solidaria no solo pone en valor su trabajo artesanal, sino que también da un propósito mayor a su afición. “No pretendo ponerme en los periódicos ni en la palestra”, dice con humildad. “Solo quiero que la gente reconozca la labor que he hecho”. Para Fernando, completar una maqueta es más que un logro técnico: es una forma de liberación, un momento de orgullo tranquilo al ver el resultado de meses de trabajo.

El proceso de creación de una maqueta es, en palabras de Fernando, “una labor para gente que tenga paciencia y gusto por hacer este tipo de cosas”. Cada proyecto puede tomar entre cuatro y cinco meses, dependiendo de su complejidad, y requiere una concentración absoluta.

“A la hora del montaje, sí que hay que estar tranquilo y pensar en lo que haces”, explica. En su hogar, ahora tranquilo con sus hijos fuera del nido, Fernando encuentra la calma necesaria para dedicarse a esta tarea. “Mi señora y yo estamos muy tranquilos en casa, y ahí me pongo a recortar, doblar y montar”. Sus maquetas no son solo réplicas de monumentos; son un reflejo de su personalidad meticulosa y su amor por el detalle.

Cada pieza, desde los pináculos de una catedral hasta los arcos de un patio, está cuidadosamente ensamblada para capturar la esencia del original. “No es que haya que idear nada, pero tienes que estar con la mente pendiente si pegas bien o mal, y luego darle las formas”, señala.

La exposición en la AECC no solo ha dado visibilidad al talento de Fernando, sino que también ha inspirado a los palentinos a valorar el arte de las maquetas. “Es algo bonito y diferente, que pocas veces se muestra en exposiciones. Si la gente lo ve, pues lo mismo merece la pena que lo vean”. Para él, el reconocimiento no está en la fama, sino en la posibilidad de que su trabajo aporte algo positivo a la comunidad.

Cada maqueta expuesta es una invitación a maravillarse con la paciencia y el esfuerzo que hay detrás, pero también a contribuir a una causa noble. “Le ponemos un precio bueno para que la asociación tenga más dinero, que hay que hacer una buena labor con la asociación”, dice Fernando con entusiasmo. Su compromiso con la AECC es un recordatorio de cómo un hobby personal puede transformarse en un acto de generosidad colectiva.

Aunque la falta de materiales de calidad ha frenado momentáneamente sus proyectos, Fernando no descarta seguir creando. “Como no encuentro las maquetas y otras son de inferior calidad, ya no me seduce tanto”, admite. Sin embargo, su pasión por las maquetas sigue viva, y su deseo de contribuir a la AECC permanece intacto. “Si hay gente que quiera colaborar comprando una maqueta, que lo haga. No las voy a quitar de encima por nada, pero si alguien está interesado, que ayude”.

La historia de Fernando Vaquero es un ejemplo de cómo el talento, la paciencia y el compromiso pueden converger en un proyecto que trasciende lo personal.

Sus maquetas, construidas con papel y dedicación, son mucho más que réplicas de monumentos: son un puente entre su pasado como delineante, su presente como artesano y su futuro como benefactor. En la AECC de Palencia, sus obras no solo decoran las paredes, sino que también construyen esperanza para quienes luchan contra el cáncer. Como él mismo dice, “es una labor que merece la pena que la vean”. Y, sin duda, merece ser celebrada.