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Cultura

El singular pueblo medieval español que cuenta con el verraco más grande de Europa

La pieza se elaboró entre los siglos IV y III a.C.

Verraco de Villanueva del Campillo, el más grande de Europa JcylJcyl

España ha sido tierra de conquistadores y tierra conquistada. Y es que han sido muchos los pueblos que han pasado por la Península Ibérica. Y gracias a este paso numerosos son los tesoros que han llegado hasta nuestros días. Una muestra son las numerosas esculturas que inundan los municipios del territorio nacional. Uno de esos ejemplos son los verracos de piedra, esculturas zoomorfas de piedra que se encuentran en España, en las provincias de Cáceres, Salamanca, Zamora, Ávila, Toledo y Segovia; y en Portugal, en las regiones de Beira Interior Norte y Trás-os-Montes, de la época de los vetones, un pueblo céltico que se asentó entre los ríos Duero y Guadiana, siendo su espina dorsal el cauce labrado por el río Tajo, en torno al siglo V a.C., y cuya finalidad no está muy clara.

Hay varias teorías al respecto de su significado: por un lado se cree que delimitaban terrenos dedicados al pastoreo; por otro, que pudieran tener un significado místico o religioso, concretamente el culto a los muertos o ritos funerarios (esto es debido a que varios están emplazados en caminos a necrópolis, y algunos tienen grabadas inscripciones funerarias latinas de la época romana), o el culto a la fertilidad.

Tienen diversas formas, entre las que predominan son: la de toro, cerdo, jabalí y menos frecuente la forma de oso. Cuando están bastante deformes debido al paso del tiempo, no queda la figura perfectamente definida y puede fácilmente tomarse por diferentes animales, aunque la palabra verraco significa «cerdo padre».

Las esculturas prerromanas conocidas como “verracos” son típicas del centro de la Península Ibérica. Se contabilizan más de 400 distribuidas sobre todo en Extremadura, Centro de Portugal y Castilla y León, si bien la mayor concentración de aquellas corresponde a las provincias de Zamora, Salamanca y particularmente son muy abundantes en la provincia de Ávila.

El más grande de Europa

Pues la figura más grande de Europa de estas características se encuentra en España, más concretamente en la provincia de Ávila, en el municipio de Villanueva del Campillo. El verraco, tallado en granito presenta unas dimensiones de 250 centímetros de largo x 243 de alto, y pesa, completo, más de 15 toneladas, pues en la actualidad carece de la parte trasera, que ha sido restaurada. Se calcula que el peso del bloque sobre el que se esculpió el animal pudo ascender a las 24 toneladas.

Descubierto junto a otro verraco de menor tamaño, estuvo a finales de 2004 emplazado en Ávilay de allí retornó a su municipio de origen, al ubicarse ese mismo año en la plaza principal de la localidad, de donde se habría acordado trasladarlo a su primer emplazamiento. Y es que se halló semienterrado, fragmentado y tumbado en el campo de la Tejera Vieja, en la finca La Corneja. Le faltaban los cuartos traseros que, una vez exhumado, se restauraron mediante una prótesis de bronce fundido, motivo por el cual la figura cuenta con dos tonalidades.

Además los historiadores aseguran que la pieza puede encuadrarse entre los siglos IV-III a.C., y su función relacionada con la protección de pastos y ganados. Además, teniendo en cuenta su tamaño y localización, podría ser un referente visual en el paisaje. Un símbolo de poder e identificación de un grupo capaz de esculpir y colocar una escultura de semejante tamaño.

Otros atractivos de Villanueva del Campillo

Además de sus verracos, Villanueva del Campillo ofrece una serie de atractivos turísticos ideal para hacer una espada rural durante el otoño. El pueblo se encuentra en las planicies de la sierra de Ávila, al norte del puerto de Villatoro, en una zona de ricos y abundantes pastos, a unos 50 kilómetros de la capital abulense y a 159 de Madrid.

Su cercanía a la montaña permite contar con numerosas rutas, entre la que destacan la “Teresiana de la Salud” que recorre recorre municipios del Valle de Tormes y Corneja y Valle Ambés y Sierra de Ávila. Posee un alto contenido cultural ya que en ella se encuentran tres municipios que cuentan con la declaración de Conjunto Histórico Artístico, como El Barco de Ávila, Piedrahíta y Bonilla de la Sierra.

También se localizan conjuntos arqueológicos importantes como Castro de la Mesa de Miranda y necrópolis de la Osera en Chamartín y La Coba en San Juan del Olmo.

Toros de Guisando

En la provincia de Ávila también se encuentran los verracos más famosos de nuestro país, los “Toros de Guisando”, que un conjunto escultórico vetón que se ubica en el cerro de Guisando, al lado de la Cañada Real Leonesa Oriental, en el término municipal abulense de El Tiemblo.

Se datan entre los siglos IV y III antes de Cristo, durante la Edad del Hierro, aunque de forma incierta por la falta de contexto arqueológico. Se trata de cuatro (cinco hasta el año 1548 que se sepa; ver más abajo en referencias literarias) esculturas realizadas en granito que representan cuadrúpedos, identificados como toros o verracos (cerdos sementales), con preferencia a la suposición de que se trata de toros, ya que algunas de las piezas presentan, en la cabeza, oquedades consideradas para la inserción de cuernos.

Las cuatro esculturas se encuentran costado contra costado, formando una línea en dirección norte-sur y todas ellas mirando hacia el oeste, a la loma del cerro de Guisando, del que reciben su nombre, dejando a sus espaldas el arroyo Tórtolas, frontera natural que separa las comunidades de Castilla y León y Madrid.

Los cuatro se encuentran esculpidos en granito y tienen una longitud entre 264 y 277 cm y entre 129 y 145 cm de altura. Disponen de basa. En dos de ellos se aprecian inscripciones en latín. Se les atribuye una función mágico-religiosa para favorecer, la fertilidad y la protección del ganado; tampoco se descarta que fueran utilizados como hitos demarcadores de zonas de pastos.

Simbolizan la riqueza de un entorno esencialmente pastoril y son una de las mejores manifestaciones artísticas de la España pre-romana. Seguramente agrupados en este lugar por los legionarios como trofeos de sus conquistas, y marcados con sus grabados latinos, estos verracos hablan de las inquietudes de sus creadores, artistas inmersos en modelos de una sociedad que fue sepultada por la romanización. Los terrenos que ocupan los Toros y las ruinas del antiguo Monasterio de los Jerónimos, han recibido la declaración de "Paraje Pintoresco".

Verraco del Puente Romano de Salamanca

También es muy reconocido el verraco del Puente Romano de Salamanca, por su aparición en la famosa novela del "Lazarillo de Tormes", al ser usado por el ciego para enseñar a Lázaro que «el mozo de un ciego ha de saber más que el diablo». Se trata de la estatua más antigua de la ciudad. Su origen está en los vetones, pueblo celta que ocupó el área y cuya economía era esencialmente ganadera. A esta figura también se le conoce como el toro de Salamanca o el toro del puente y así está representado en el escudo de la ciudad.

Sus medidas son de 2,10 metros de longitud, 1,57 metros de altura y 0,70 metros de espesor. Tiene la cabeza rota y el cuerpo está partido por la mitad, aunque fue reconstruido. Se desconoce desde cuando permanece el verraco en la entrada de la ciudad. El 10 de octubre de 1834 el político José María Cambronero hizo que el verraco fuera arrojado al río al creer que había sido hecho colocar por Carlos I de España tras los sucesos de las Comunidades.

Finalmente el 17 de junio de 1867 se rescata la escultura para ser albergada posteriormente en diversos museos hasta que se volvió a colocar sobre el puente romano el 23 de octubre de 1954 coincidiendo con el IV centenario de la publicación del El Lazarillo de Tormes. Desde entonces su ubicación ha variado desde el interior del puente hasta la actual al entrada de este, sitio que ocupa desde 1993.