Sociedad
Una tradición llena de olores
El incienso y su olor característico impregna procesiones y cultos de Semana Santa y es un elemento esencial e identitario de la cofradía franciscana de Palencia
Los sentidos se erigen como la vía de la percepción del ser humano y los cinco diferenciados garantizan el disfrute y entendimiento de las procesiones y cultos que engloban a la Semana Santa. El oído, la vista, el tacto y el gusto se complementan gracias al olfato, que permite percibir y sentir una atmósfera impregnada por inciensos, elementos esenciales del sentimiento cofrade y del calvario, muerte y resurrección.
Unos olores que desprenden religiosidad, tradición, rigor y sobriedad, aspectos que conocen de primera mano desde la Hermandad Franciscana de la Santísima Virgen de la Piedad, del Santísimo Cristo Señor de la Vida y la Muerte y de San Francisco de Asís, en Palencia capital, quienes no entienden la Semana Santa sin el olor del incienso, algo habitual, pero que, en su caso, es muy empleado en el escenario franciscano.
Su uso procede de la antigüedad, al ser un elemento que “se utilizaba para purificar ante los dioses”, afirma el hermano mayor, Víctor Lafuente, quien recuerda que uno de los reyes magos se lo regaló al niño Jesús. Eran tres regalos, uno por hombre, otro por Dios y otro por rey, siendo el incienso el vinculado a ser Dios, añade en declaraciones a la Agencia Ical.
“Nosotros siempre lo hemos utilizado”, en parte por herencia de la cofradía hermana de Valladolid, como es la Orden Franciscana Seglar (VOT) y la Santa Cruz Desnuda, de quienes también han heredado besamanos y otras veneraciones, al remarcar que en este tipo de actos siempre se utiliza mucho incienso.
Da la circunstancia que la Iglesia de San Agustín, en plena calle Mayor de la capital, templo donde reside la cofradía palentina, presenta unas dimensiones grandes con una altura elevada, lo que requiere un esfuerzo para ambientarla. Para ello, cuentan con un el incensario tradicional y portable, al que se añade un brasero de gran tamaño, que se posiciona en el suelo, con el que se amplía la percepción del olor y del humo, subraya.
A diferencia de otras hermandades, reconoce que no cuentan con un incienso particular o propio, sino que varían en el tiempo, al emplear incienso litúrgico e intercalar con otros de canela o vainilla, según cada ocasión. Da la casualidad que durante la realización del reportaje, el incienso no deja de humear e impregnar el ambiente con un olor muy tradicional en el sur de España, de la mano del incienso ‘Tres Reyes’.
“Nadie entendería las procesiones y los actos cofrades sin incienso”, aunque reconoce que, originariamente el incienso tenía una labor casi higiénica en los sitios de peregrinaciones, de hecho en Santiago de Compostela, el botafumeiro servía para quitar el olor de los peregrinos que llegaban e incluso hacían noche la propia Catedral, apunta Lafuente.
De ahí que “siempre se haya asociado al ámbito sagrado”, por lo que la iglesia de San Agustín, junto al sentimiento cofrade franciscano, “convierte sus actos y cultos en algo, si cabe, más sagrado gracias al uso del incienso”. Y es que, el objetivo que se busca es crear un ambiente “mucho más íntimo y de oración”, porque deja claro que “nadie lo entendería sin incienso”, asevera.