Sucesos
Más de 50 testigos incriminan a los acusados del “crimen de la Guardia Urbana”
Un mosso asegura que había sangre en el coche de Albert López
La sesión de ayer del juicio conocido como el «crimen de la Guardia Urbana» llegó a su última sesión en lo que se refiere a los testigos, lo que se entiende como pruebas testificales. La vista oral quedó suspendida hasta el lunes, cuando empezarán las periciales.
Una vez más, los testigos se volvieron en contra de los acusados, teniendo en cuenta que hubo otra prueba importante contra ambos procesados, Rosa Peral y Albert López. Y volvió a ser un agente de los Mossos d’Esquadra, encargados de la investigación, el que puso de nuevo de dedo en la llaga. Concretamente, el agente señaló que, al registrar el vehículo del acusado, les llamó la atención «un fuerte olor a combustible», mezclado con el perfume de un ambientador de coches, y que en el asiento trasero hallaron restos de sangre, lo que puede ser definitivo de cara al veredicto del jurado, que es popular y que está formado por nueve personas.
«Sin hacer ninguna prueba, nos pareció olor a gasolina mezclado con olor a ambientadores», detalló el agente ante el jurado. También concretó que usaron sustancias que reaccionan ante los restos biológicos, con las que encontraron una mancha de sangre».
Con la sesión de ayer, el juicio marca un punto y seguido, con una continuación que tendrá lugar el lunes. De momento, han declarado una cincuentena de testigos, y casi todos, la inmensa mayoría, tienen un denominador común, que no es otro que aportar pruebas para incriminar a los acusados. Y lo han hecho, de forma contundente, lo que puede complicar y mucho la situación de los procesados.
Al margen de ayer, con la declaración de que se halló sangre en el coche de López, hay muchas otras pruebas, que pueden ser concluyentes o no, a la espera de las periciales.
En casi dos semanas de juicio, los testigos han comentado todo tipo de historias respecto a ambos acusados, que junto a la víctima, Una cincuentena de testigos ha aireado en las últimas dos semanas las intrigas y enredos que rodean la historia de los guardias urbanos Rosa Peral y Albert López, amantes acusados de asesinar en 2017 al novio de ella, Pedro Rodríguez, y cuya coartada ha ido diluyéndose con cada declaración.
Peral y López eran amantes en el momento de los hechos, pero la situación ha cambiado radicalmente. A través de sus declaraciones, y también de sus abogados, se han cruzado muchas declaraciones en las que se ahora se acusan mutuamente del crimen.
No es el único problema. Han sido decenas los familiares, amigos, compañeros e investigadores de los tres protagonistas del crimen que han circulado ante el jurado popular en la Audiencia de Barcelona durante la primera fase de un juicio en el que apenas se aportan pruebas y en el que las deducciones juegan un papel crucial.
Sin embargo, la mayoría ha complicado y mucho la defensa de Peral y López, para quienes el fiscal pide hasta 25 años de cárcel, y puso contra las cuerdas su coartada después de que se acusaran mutuamente del crimen y admitieran sólo haber sido cómplices, uno por amor y la otra por temor. Uno a uno, estos testimonios han ido desgranando los embrollos que los rodeaban, y básicamente les han incriminado.
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