Cataluña

William Klein, un fotógrafo sin miedo

La Pedrera acoge una retrospectiva de uno de los grandes mitos del siglo XX que esta noche inaugurará la exposición

Una de las icónicas imágenes de William Klein que se pueden ver en la exposición
Una de las icónicas imágenes de William Klein que se pueden ver en la exposiciónlarazon

En la calle, la vida se refleja por estallidos. No hay un flujo concorde, sino abruptos gritos que reclaman temporalmente tu atención. Las grandes ciudades funcionan así, por choques nerviosos, por un claxon, un cristal roto, un niño que chilla, una señora que suspira y un hombre que la mira pasar. Y nadie ha sabido como capturar estos estallidos como WIlliam Klein, el fotógrafo que en los años 50 nos descubrió que la ciudad nunca es una única historia, sino son miles de gritos a la vez que reclaman tu atención y más te vale hacerles caso.

La Fundación Catalunya La Pedrera acoge ahora la exposición “Manifesto”, una amplia retrospectiva con más de 200 piezas de la obra de este pintor, fotógrafo y director de cine que enseñó a una generación de artistas que el compromiso del arte siempre es dirigir la mirada del espectador a los momentos que valen la pena, porque en las grandes ciudades los gritos vienen de todas partes y es fácil confundirte. “No es una exposición exhaustiva, porque la obra de Klein es inabarcable, pero si que hemos querido trenzar una serie de hilos con los que capturar la esencia de este icono del siglo XX”, señala Raphaëlle Stopin, comisaria de a exposición.

EL artista viajó a París haciendo el servicio militar con Estadosu Unidos y decidió, por amor, quedarse en la ciudad de las luces. Allí comenzó a pintar, utilizando la fotografía como esbozo para sus obras, pero pronto vio que en aquellas imágenes la carga expresiva era radical y rotunda, y no nece3sitaba más añadiduras, así que a partir de los años 50 se centró en la imagen fija. Salió a la calle, ya fuera de Nueva York, París, Tokio o Moscu, y conseguía jugar con el foco para crear imagen de un realismo lírico. Es como si los gritos de la ciudad los convirtiera en arias de soprano. Ese era su talento. En las aglomeraciones parecía saber cómo ordenar nuestro punto de vista y en las imágenes de edificios conseguía que su amor por la arquitectura fuera como una rúbrica confesional de la ciudad en sí. “Su fotografía era muy comprometida con su tiempo y esto ha conseguido que nos hable directamente a la sociedad de ahora. Su instinto reflejo conseguía capturar esa verdad que tan difícil es de expresar”, asegura Stopin.

De esta forma, vemos sus primeros pasos como pintor abstracto, cómo se centra luego en la fotografía de calle y en los 60 se vuelca en su gran triunfo como creador de mitos, la fotografía de moda. Sus reportajes para la revista “Vogue" han influenciado tanto a los fotógrafos posteriores que parece ridículo hasta que punto nadie ha ido más allá de Klein 60 años después. “Tenía una relación muy ambivalente con la moda. SU carácter rebelde le impedía limitarse a los dictados establecidos de la fotografía de la época, pero le dieron libertad y los resultados fueron espectaculares”, comenta Stopin.

La exposición, por supuesto, no se limita a la fotografía y vemos sus trabajos pictóricos de los años 90, cuando empezó a jugar con los contactos de sus fotos para hacer composiciones híbridas de gran impacto. También se pueden ver algunas de sus películas, videoarte avant la lettre, e incluso sus miniaturas escultóricas relacionadas con el diseño de moda. “Fue un artista polimorfo e incisivo que no ha dejado nunca de crear. Su obra es ingente, por eso nos hemos centrado en pocos elementos para centrar el discurso”, dice Stopin. Y tiene razón, la exposición es como un gran signo de exclamación con el nombre del artista en medio. En lugar de manifiesto, la exposición debería haberse llamado ¡William Klein!