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Desescalada: ¿Se acabaron las historias de amor entre clases sociales diferentes?

Los expertos aseguran que el mito de “La dama y el vagabundo” es prácticamente imposible en una sociedad empujada al distanciamiento social y la desconfianza del otro

Pretty Woman: Richard Gere y Julia Robwerts, 25 años después
Pretty Woman: Richard Gere y Julia Robwerts, 25 años despuéslarazon

Antes de la gripe española de 1918, los núcleos familiares eran muy amplios e incluían varios brazos que abrazaban vecinos y amigos cercanos. Más que familias se podía hablar de comunidades. Sin embargo, la pandemia obligó a un primer confinamiento con lo que las familias se escudaron “en los suyos” y se rompió esta comunidad. Empezó aquí la era del individualismo exacerbado. Este segundo confinamiento puede provocar un efecto parecido, sólo que ahora el núcleo familiar será todavía más cerrado, basado en relaciones de primer contacto, es decir, padres e hijos. La familia se empequeñece.

Esto no quiere decir que perdamos contacto, sino que el proceso de establecer sentimiento de comunidad se reducirá todavía más potenciando lo que se conoce como “espejos de individualismo”. Sólo los muy similares a nosotros nos generarán la suficiente confianza para dejar que relajemos nuestras defensas. Ante esta perspectiva, y el largo proceso a la vuelta a la normalidad que nos espera en el próximo año, uno de los mitos que se caerán definitivamente será el de “la dama y el vagabundo”, es decir, las historias de amor entre diferentes clases sociales, que han sido la base de la literatura del siglo XX. ¿Cómo vas a enamorarte de una persona de clase inferior si desconfías incluso de tus iguales?

A todos nos encanta “Pretty woman”, pero la probabilidad de que algo así ocurriera en la vida real eran, según la ciencia estadística, de una entre 30.000. No es imposible, pero sí maravilloso. Por eso nos encanta. La literatura siempre ha servido para corregir los desfases lógicos de la realidad. Cuando Julia Roberts le dice a Richard Gere llorando, “quiero el cuento de hadas completo” no es su personaje el que habla, sino que es el espectador, que quiere el final feliz, negar por completo la lógica de la realidad.

El año pasado, un ensayo publicado en la revista “American Sociological Review” demostró que nuestros ritos de apareamiento suelen buscar siempre alguien lo más parecido a nosotros, lo que ellos llamaron “apareamiento asortativo”. De entre todos los matrimonios de gente nacida entre 1976 y 1981, el 69 por ciento lo hicieron con personas de la misma clase, y sólo el 16 por ciento lo hizo con alguien de una clase superior. Por tanto, la idea romántica de la unión entre un hombre o mujer humilde con otra una clase social más alta siempre ha sido, eso, “un cuento de hadas”. ¿Los cuentos de hadas existen? Sí, existían.

Cuando la idea de comunidad se reduce a la mínima expresión, como sucederá ahora con el forzoso distanciamiento social, la idea de que aparezca una Cenicienta de carne y hueso es algo todavía más maravilloso. Siempre existirá ese 16 por ciento, pero el porcentaje, según los expertos, tenderá a reducirse todavía más y a penas superará el cinco por ciento. ¿Cuántos de estos triunfarán a pesar de todos los inconvenientes? Esto es más difícil de asegurar.

Esta semana se estrenaba en la BBC la adaptación televisiva de “Gente Normal”, de Sally Rooney, la última gran novela en torno a la idea de historia de amor interclasista. La joven escritora irlandesa nos presentaba a una joven pareja perteneciente a dos estratos sociales diferentes y cómo iban cambiando sus roles a medida que uno se acercaba al mundo del otro. El nuevo amor millenial no es ajeno a las dinámicas de clase. Él era un chico popular en la escuela, deportista y querido por todos. Ella era la niña rica rara y distante que a penas se mezclaba con sus compañeros. Empezarán una historia de amor secreta, pero estas diferencias acabarán siempre por apartarlos, ya sea en el colegio, representando la clase baja, el mundo de él, o la universidad, representando la clase alta, el mundo de ella.

Si en la era de tinder la mejor novela y la más popular entre los veinteañeros era una historia de imposibilidades, qué no pasará ahora en la era del distanciamiento social y apareamiento asortativo reforzado. La endogamia será cada vez más cerrada y todos podemos convertirnos en algo así como príncipes limitados a escoger en nuestras mismas casas reales. Con nuestra realidad vuelta del revés, lo que queda es, ¿creer más que nunca en los cuentos de hadas? Por eso el amor ha sido siempre libre, porque no le importan las estadísticas.