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Desescalada: ¿Todavía existe la fiebre del sábado noche?

El fin de semana se plantea en todo el mundo de manera diferente a como solía hacerse antes del coronavirus, pero aún mantiene sus ritos específicos

John Travolta en uno de sus míticos bailes de "Fiebre del sábado noche"
John Travolta en uno de sus míticos bailes de "Fiebre del sábado noche"La RazónArchivo

Hemos comprobado, después de 50 días de confinamiento, que el ser humano funciona a partir de costumbres y, aunque se vea impedido a cumplirlas momentáneamente, lo primero que hará nada más recupere su libertad será repetirlas. Somos autómatas con una programación estándar en nuestro cerebro. Puede que nos impidan llevar acabo nuestros hábitos, pero cuando nos liberen de esta tensión, saldremos más disparados que nunca a repetir lo mismo. La multitud de gente que ha salido hoy a correr o pasear es un buen ejemplo de ello. El ser humano no es sólo el único que tropieza dos veces con la misma piedra, sino que prefiere tropezar con la misma piedra. Ni siquiera el coronavirus impide que hagamos lo que nos hemos programado a hacer.

El rito más extendido en todo el mundo ocurre siempre el sábado noche. Es una celebración que se extiende por los cinco continentes e invoca a todas las clases sociales, todas las generaciones y todos los cultos. Durante el confinamiento, puede que se haya aletargado un poco, pero todavía la gente ha encontrado formas de celebrarlo. Ahora, mientras se habla de “nueva normalidad” y de toda una serie de estrictas restricciones de reunión, la necesidad de cumplir con esta costumbre también hará que se busquen estratagemas para continuar convirtiendo el sábado noche en el momento más divertido de la semana.

En 1975, el periodista Nik Cohn escribía en el “New York Magazine” un artículo que daría pie a toda una escena, “Ritos tribales del sábado noche”. Allí hablaba de una generación de jóvenes que aceptaban la monotonía de sus vidas, sin grandes horizontes frente suyo, simplemente porque el sábado noche podían ir a una discoteca, bailar música disco, y ser los reyes de su pequeño mundo. El artículo fue la base de “Fiebre del sábado noche”, que de la noche a la mañana convirtió a John Travolta en una escena y a la cultura de clubs en una nueva religión. En realidad, Cohn simplemente exageró una escena a partir de un único accidente, pero su invención se convirtió pronto en realidad.

Ya han pasado tres generaciones desde aquellos primeros adoradores del sábado noche, pero la fiebre sigue siendo la misma. Ha cambiado la música, los gustos, el vestuario, pero la fiebre sigue siendo la misma. La periodista Susan Orlean publicaba en 1990 “Sábado Noche”, la radiografía de cómo se celebraba este hito emocional en diferentes partes de los Estados Unidos y en diferentes segmentos de la población. La editorial Temas de Hoy recuperaba el libro poco antes del confinamiento. Nadie se asombrará por nada de lo que allí se cuenta, sino que se verá reflejado en múltiples momentos. “El sábado noche es diferente a cualquier otra noche”, aseguraba Orlean, que hablaba de la “diversión imperativa” para describir lo que sentían los enfermos a la fiebre del sábado noche. “Existe la idea de que no dedicar el sábado a pasárselo lo mejor posible es el mayor fracaso humano”, aseguraba. ¿Y ahora el sábado es diferente a cualquier otra noche?

Susan Orlean pasó el fin de semana con los adolescentes hijos de estrellas del cine de Los Ángeles, con indigentes de Nueva York, con bailarines de polka de Maryland o con universitarias de Boston. Todos pasaban de forma muy diferente su sábado noche, pero todos sentían esa “diversión imperativa” para conseguir pasándolo lo mejor posible. Lo mismo ocurre ahora. La conciencia del sábado sigue estando presente, la fiebre se siente igual, y a pesar de que no se puede realizar como estábamos acostumbrados, sí que han surgido sucedáneos de mil formas diferentes.

Cuatro amigos de Toronto han crearon la discoteca por antonomasia de la cuarentena. Es, por supuesto, en una videollamada multitudinaria en Zoom que puede albergar hasta a 1.200 personas al mismo tiempo. Sus Djs son voluntarios y de fama mundial y por sus ventanas hay de todo. Lo único homogéneo son las ganas de vestirse como si fueses a salir y un deseo irrefrenable de bailar.

Otra de las instituciones asociadas al sábado noche es el programa de comedia “Saturday Night Live” que han decidido no parar su actividad y realizar programas en confinamiento. Su éxito ha sido arrollador, empezando con Tom Hanks, el primer famoso que confesó haber tenido coronavirus a Brad Pitt convirtiéndose en el doctor Fauci, el epidemiólogo de la Casa Blanca. Ellos aseguran que sin público es todo muy raro, y por supuesto ya no es en directo, pero las risas sí que son las mismas.

En el sitio feverup se han organizado para hoy y para el siguiente sábado la “Macrofiesta contra el COVID_19... ¡en casa!”. La propuesta te hace que adquieras un ticket y entres después en una competición del mejor vestido o disfraz y los mejores pasos de baile. Al inscribirte, te envían las instrucciones por email y de forma gratuita pasas a bailar con gente de toda España. Los premios llegan a los 50 euros para gastar en fiesta Egipto, por ejemplo, se vuelto a instaurar una vieja costumbre, ver películas con toda la familia.

También populares son las videollamadas con cerveza que reúnen a grupos de amigos en una misma conversación como si los bares no estuvieran cerrados. De la misma forma, numerosos cantantes y artistas ofrecen en su instagramlive conciertos desde el salón de sus casas. Por supuesto, también hay que comparte en directo la misma película y la van comentando juntos a kilómetros de sus casas; incluso los hay que se reúnen para crear nuevas coreografías conjuntas aún estando separados.

El sector del coio nocturno y las salas de conciertos aseguran que es inviable volver a abrir con las estrictas medidas del desconfinamiento y que, sobre todo, obligan a reducir el aforo a un tercio. Sin embargo, lo que está claro es que alguna solución encontrarán porque el hombre, como decíamos, es una animal de costumbres. De momento, la idea de la fiesta privada en casa para cuando se abran las restricciones será el primer paso a una semi normalidad. Luego vendrá el alquiler privado de locales donde reunir a más gente, nunca más de 50. Y luego ya volverá el club, con o sin mascarilla, con o sin una distancia de dos metros entre los asistentes para poder bailar.