Cine
Muere el auténtico “El graduado”, la historia de un inadaptado
Charles Webb, el escritor que escribió la novela en que se basó la película, falleció a los 81 años después de una vida de huir de la fama y abrazar la pobreza
“¿Está intentando seducirme, señora Robinson?” Pocas películas han definido mejor una era que “El graduado”, la película de Mike Nichols protagonizada por Dustin Hoffman y Anne Bancroft que arrasó en 1967 y que la música de Simon & Gartfunkel pareció tatr para siempre en el inconsciente colectivo. La historia era sencilla. Un joven sale de la universidad sin saber lo que hacer con su vida cuando es seducido por una amiga de sus padres. El problema surgirá cuando él se enamore de la hija de su amante. Todo acabará en una iglesia con Dustin Hoffman blandiendo una cruz para separar a todo el viejo mundo del que quiere escapar.
Aquella película estaba basada en una novela de Charles Webb, que fallecía el pasado 16 de junio a los 81 años en Inglaterra después de toda una vida de escapar de la fama y abrazar el anonimato y la pobreza. Un “desarreglo sanguíneo”, como explicó su amigo, el periodista Jack Malvern, fue la causa de una muerte que dejaba al mundo sin el verdadero Benjamin Braddock, el protagonista del libro. “Me gustaba la madre de un amigo mío, así que pensé que sería mejor escribir sobre ello que realizarlo”, bromeaba Webb sobre su historia más célebre.
Aunque la novela no fue un éxito instantáneo, vendiendo 20.000 ejemplares en sus primeras tiradas, sí llamó la atención del productor Laurence Turman, que no dudó en vender los derechos. Tres años después de la publicación se estrenaba la cinta y se convertía en un hito cultural. Mike Nichols ganaría el Oscar al mejor director y Dustin Hoffman se convertiría en estrella. No existe en la historia de Hollywood una película que el actor principal salga en absolutamente todas las escenas. Sólo hay prácticamente tres planos generales en que no se adivina la presencia del omnipresente Hoffman.
Su interpretación tocó la tecla a toda una generación de jóvenes que se sentían identificados por la deriva existencial del personaje y esa sensación de yo contra un mundo que no entiendo. Después del estreno, el libro vendió más de un millón de ejemplares, de los que Webb apenas cobró 20.000 dólares después de que renunciara a los derechos. La adaptación del guión de Buck Henry fue muy aplaudida, pero lo cierto es que era prácticamente literal al libro, conservando el 80 por ciento de sus diálogos.
Porque Webb era una persona singular. Hizo voto de pobreza, renunció a la herencia de su padre, un reconocido doctor, y comenzó una vida nómada y “hippie” con su mujer Eva, con la que estuvo casado más de cuarenta años. Entre los objetos de valor a los que renunciaron estaban cuadros de Andy Warhol o Robert Rauschenberg. Empezaron a vivir en una furgoneta de estado en estado y educando en casa a sus tres hijos.
En 2006 llegó a escribir una segunda parte de “El graduado” debido al asedio económico que sufría su familia. Se trasladaron a Inglaterra y la novela se publicó en 2007 bajo el nombre “Home school”. No tuvo el éxito esperado e inició una guerra en los tribunales ya que , al renunciar sus derechos de la obra original, había aceptado que cualquier secuela fuese controlada por la productora, que podría hacer una adaptación sin pedirle permiso.
Otras dos de sus novelas fueron llevadas al cine, “El matrimonio del joven stockbroker” y “New Cardiff”, que en el cine fue bautizada como “Hope Springs”, pero su nombre siempre estará ligada al de “EL graduado”. Suyo es una de las palabras que mejor define la historia de una película. “¡Plásticos!” Ese es el consejo que le da uno de los viejos amigos de sus padres al joven Benjamin. Y es la definición de su necesidad de rebelión. La vida adulta es tan insustancial como el plástico.
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