La Crida apuesta por disolverse y sumarse al partido de Puigdemont

La Crida podría desaparecer apenas un año y medio después de registrarse como partido. La entidad añade presión a la complicada reordenación del espacio postconvergente con un movimiento esperado desde que su presidente, Jordi Sànchez (JxCat), apoyara crear un nuevo artefacto político por parte de Carles Puigdemont: su dirección apuesta por la disolución y, en consecuencia, por que el capital social y su fuerza se incorporen a la nueva formación que constituirá el expresidente de la Generalitat el 25 de julio. Un posicionamiento sin ambages que tensiona aún más las costuras del PDeCAT, reacio a diluirse bajo las siglas de Puigdemont.

La entidad, impulsada por el propio expresident, además de Quim Torra y Jordi Sànchez hace dos veranos y registrada como partido a principios de 2019, ha convocado una consulta interna entre sus bases para los días 16, 17 y 18 de este mes de julio con el objetivo de que los militantes decidan si secundan su propuesta de disolución.

Según la Crida, hay que decidir el futuro de la entidad «ante el nuevo escenario que se plantea después de que el presidente legítimo Carles Puigdemont, con el apoyo de Jordi Sànchez, hayan anunciado» la creación de una nueva formación que rompa con la herencia postconvergente. «Desde el gobierno de la Crida, se comparte y reconoce como propias las bases fundacionales de esta nueva formación, que son la unidad, la transversalidad y la determinación para seguir el mandato del 1-O», subrayan desde su dirección. Es más, también vaticinan que el nuevo partido de Puigdemont «llegará a ser el referente social y político que defenderá el mandato del 1-O» y por ello proponen su integración total.

El objetivo «es la voluntad de sumar gente, de reforzar (al nuevo partido) y de convertirlo en un instrumento útil para ganar una Cataluña independiente en forma de república».

La Crida Nacional per la Republica irrumpió con la voluntad de unir a todo el independentismo bajo el paraguas de Puigdemont. Tras su fracaso en este sentido, se convirtió en un contrapoder más de la postconvergencia al lado del expresident y frente al PDeCAT.