Cataluña

JxCat mantiene lejos el acuerdo con Esquerra para investir a Aragonès

El partido de Puigdemont y el de Aragonès intercambian documentos y retoman los contactos, pero las diferencias imposibilitan un pacto pronto

El candidato de ERC a la presidencia de la Generalitat, Pere Aragonés, acompañada por la diputada Raquel Sans Guerra (i) y por su esposa, Janina Juli (d) acude este sábado en Barcelona al acto de presentación del último libro de la expresidenta del Parlament, Carme Forcadell.
El candidato de ERC a la presidencia de la Generalitat, Pere Aragonés, acompañada por la diputada Raquel Sans Guerra (i) y por su esposa, Janina Juli (d) acude este sábado en Barcelona al acto de presentación del último libro de la expresidenta del Parlament, Carme Forcadell.Andreu DalmauEFE

Superada la primera vuelta, Esquerra afronta la segunda votación del martes con la esperanza de llegar con un acuerdo que permita la investidura de Pere Aragonès. Si bien, ese escenario parece lejano ya que este sábado mismo, según han indicado desde JxCat, no se han retomado las negociaciones entre ambas formaciones. Desde Esquerra señalan que ha habido un intercambio de documentos y expresan su predisposición a mantener un encuentro. La sesión parlamentaria del viernes dejó una escalada de hostilidades que difícilmente invitan a pensar en que se pueda recoser la unidad con rapidez. En función del partido, la versión del estado de las negociaciones es una u otra.

Así, para Esquerra, las diferencias son «mínimas» y defienden que han volcado muchos esfuerzos y horas en las negociaciones desde el pasado 14 de febrero. De hecho, los republicanos sostienen que la hoja de ruta independentista está ya consensuada y solo queda en el aire el papel del Consell per la República. Ese es el principal punto de desencuentro para el partido de Aragonès, ya que apuesta por una «reformulación» de esta entidad privada con 92.000 socios que preside Carles Puigdemont y que JxCat aspira a convertir en el órgano «decisorio» (compartido con el resto de partidos y entidades separatistas) sobre los próximos pasos del «procés». ERC interpreta esto como una «usurpación» del poder del presidente de la Generalitat: por ello, apuesta por crear un nuevo ente más transversal y alejado del sesgo posconvergente del Consell per la República (Aragonès apunta a impulsar un Acuerdo Nacional para la Amnistía y el Referéndum).

En cambio, para JxCat, las cosas continúan igual y atisban un acuerdo «lejos». Los posconvergentes señalan bastantes más diferencias de las que apunta Esquerra: de entrada, reclaman un «acuerdo de legislatura» para que haya estabilidad y «unidad estratégica», un pacto que permita corregir los choques de los tres últimos años. En este sentido, JxCat no duda en airear los principales desencuentros de la pasada legislatura, empezando por la fallida investidura telemática de Carles Puigdemont y concluyendo por la ausencia de unidad en la respuesta a la sentencia del «procés».

Pero no todo queda en cuestiones del «procés»: también señalan cuestiones sectoriales y competenciales. Pese a que, dentro de su indefinición ideológica, JxCat hasta ahora se había ubicado a la izquierda, ahora empieza a tomar posiciones más centristas (más propias del espacio convergente) y reprocha algunos aspectos del pacto de Esquerra con la CUP y salen en defensa del modelo de colaboración público-privado en el ámbito de la sanidad o la educación.

JxCat también aspira a dirigir la conselleria de Salud, para gestionar la pandemia, y la conselleria de Economía, para administrar los fondos europeos, dos carteras que Esquerra se resiste a abandonar del todo. Los republicanos quieren estar al cargo del dinero de Europa.

En cualquier caso, de la sesión parlamentaria del viernes, las relaciones entre los dos principales partidos independentistas salieron visiblemente más dañadas. JxCat critica la falta de tacto de Esquerra ya que se molestó porque Aragonès no mencionó a su partido durante su discurso inicial mientras alabó a la CUP. En este sentido, los posconvergentes se quejan también de que los republicanos hayan priorizado a los cuperos para presionarles, mientras que ERC reprocha el desinterés del partido de Puigdemont por un acuerdo rápido al tratar de ralentizar las conversaciones.