Documentos desclasificados

Así explicaron Cataluña a Reagan: «Pujol es razonable, menos con el catalán»

Documentos desclasificados exponen cómo fueron las negociaciones de la Moncloa de Suárez con el líder convergente

Jordi Pujol junto a su mujer Marta Ferrusola, en el balcón de la Generalitat en el en el año 1992, tras revalidar su mayoría absoluta en las elecciones autonómicas / Efe
Jordi Pujol junto a su mujer Marta Ferrusola, en el balcón de la Generalitat en el en el año 1992, tras revalidar su mayoría absoluta en las elecciones autonómicas / Efelarazon

El 13 de febrero de 1981 quedaban diez días exactos para que España viviera una intentona golpista y hacía unos pocos que el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, había anunciado que dimitía de su cargo. En Cataluña, Jordi Pujol era el responsable de la Generalitat desde el 28 de abril de 1980 con un perfil bastante diferente del que había presentado Josep Tarradellas, su antecesor en el cargo. Al otro lado del charco, en Estados Unidos, también se vivían cambios con la llegada de un nuevo inquilino a la Casa Blanca: el republicano Ronald Reagan. Es en este ambiente cuando tiene lugar una curiosa reunión en el Consulado de Estados Unidos en Barcelona y con un tema único sobre la mesa: Cataluña.

Entre los documentos desclasificados de la estadounidense Secretaría de Estado ha aparecido un extenso informe en el que se recoge los contenidos de la reunión que se mantuvo en esa sede diplomática con Josep Melià, quien era por aquel entonces el hombre de Suárez en Barcelona. De esta manera podemos conocer ahora qué supo en febrero de 1981 Estados Unidos sobre el primer tramo de la presidencia de Pujol en tiempos de Reagan.

Adolfo Suárez jurando el cargo de presidente ante la atenta mirada del rey en el documental "La Transición"
Adolfo Suárez jurando el cargo de presidente ante la atenta mirada del rey en el documental "La Transición"ArchivoArchivo

En el informe, calificado como «CONFIDENTIAL», podemos leer en su inicio que «el sr. Melià empezó diciendo que no había problemas políticos significativos que preocupan las relaciones entre Madrid y Cataluña, relaciones que él calificó como “muy buenas”. Alabó al presidente Pujol por su “prudencia” y aseguró que fueron abiertos canales de comunicación entre la capital y la región». También tenemos algunos detalles interesantes sobre en qué punto se encontraban las negociaciones entre Moncloa y Generalitat, algo que le interesaba a la nueva administración de Ronald Reagan. Melià apuntó que las conversaciones se estaban caracterizando por «la franqueza, el respeto mutuo y una voluntad por ambas partes para comprometerse».

Josep Melià estaba en las filas de UCD, el partido de Suárez que lo había incorporado a su equipo más cercano. Buena prueba de ello fueron los diferentes cargos que tuvo con el presidente en los primeros tiempos de la transición: director general de Relaciones Informativas (1979), secretario de Estado para la Información (1980) y portavoz del Gobierno con derecho a asistir a las reuniones del consejo de ministros. En el momento de la reunión en el consulado estadounidense en Barcelona, Melià era el delegado del Gobierno en Cataluña.

Sigamos con el informe. En él se detallan algunos de los escollos con los que Moncloa se estaba topando en su diálogo, especialmente la situación de la cajas de ahorro, pero ese tema, en febrero de 1981, ya había sido «resuelto satisfactoriamente». En aquel momento se estaba hablando sobre las cuatro diputaciones que, según Melià, «será próximamente arreglado amistosamente».

Una imagen de Ronald Reagan en su etapa como presidente de Estados Unidos
Una imagen de Ronald Reagan en su etapa como presidente de Estados UnidosLana HarrisAgencia AP

El principal obstáculo en el diálogo con Pujol era la lengua. El documento de la Secretaría de Estado resume lo que el hombre de Suárez había contado al cónsul de Estados Unidos. «Madrid estaba profundamente preocupado por la manera en que la Generalitat estaba tratando la cuestión del idioma. Melià pensaba que el control sobre la radio y la televisión no era intrínsecamente un problema y que Cataluña puede tener tantas radios y televisiones en lengua catalana como quiera mientras Madrid pueda seguir manteniendo programas en español en las dos televisiones nacionales, canales y en la radio nacional». En este sentido, el delegado del Gobierno añadía que lo que más preocupaba al equipo de Adolfo Suárez era que la presencia de «nacionalistas extremistas en la Generalitat de Cataluña y el Parlament». Todo esto coincidía con el debate que en esos momentos tenía lugar en el Parlament sobre la ley de política lingüística que, siempre según los documentos desclasificados, era calificada por Madrid como «de naturaleza “fascista”, señalando la mayoría de culpa de su contenido en el consejero de cultura Max Cahner (a quien etiquetó con cierta vehemencia como un “fascista”)».

Max Cahner
Max Cahnerlarazon

¿Cuál era el posicionamiento de Jordi Pujol en todo este asunto? Según el informe, Melià aclaró que el presidente de la Generalitat era «generalmente un político flexible, pero cuando se trata del uso del catalán tiene una mente cerrada». Hasta Madrid, como se recoge en estos papeles, habían llegado varias quejas de «portavoces de los gobiernos regionales no catalanes por la política de uso exclusivo del catalán. Esta política estaba afectado de manera negativa a profesores y estudiantes así como a “multinacionales” y empresarios españoles que no comprenden la lengua catalana. Melià afirmó que Madrid había fracasado en conseguir que la región aceptara la disposición del Estatuto que establece que hay dos idiomas oficiales en Cataluña, es decir, español y catalán. Como resultado de este fallo, todas las leyes, decretos oficiales, anuncios y boletines se publican únicamente en catalán». Todo eso con «la irritación y a veces el consentimiento de los que no están familiarizados con este idioma».

Otro punto interesante sobre la situación de Cataluña en 1981, según lo que Melià dijo a los estadounidenses, es que «no había discernido sentimiento independentista entre los catalanes, ciertamente no entre el liderazgo político de la región».