Cataluña
La resistencia de Esquerra a plantar a Sánchez abre grietas con JxCat
Los republicanos tienen una prueba de fuego sobre su apoyo al Gobierno con la votación del decreto de medidas económicas por la guerra de Ucrania
El presunto espionaje a líderes independentistas destapado por «The New Yorker» ha permitido al independentismo recoser en cierta medida su unidad: la imagen que mejor lo ha ilustrado es la foto de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras juntos en Bruselas, una estampa que solo se había dado en una ocasión desde octubre de 2017. Sin embargo, todo parece un espejismo en tanto en cuanto ERC y JxCat difieren tanto en la estrategia política como judicial para afrontar este caso. Por ahora, esas agrietas no están envenenando la relación y las dos fuerzas parecen mantener la cohesión, pero, visto los precedentes, todo puede estallar de un momento a otro.
En este sentido, respecto a la estrategia política, JxCat apuesta por rescatar directamente la confrontación con el Estado y eliminar ya la vía dialogada: es decir, tanto la mesa de diálogo como el apoyo de ERC que da estabilidad al Gobierno. La propia Laura Borràs, presidenta del Parlament y, previsiblemente, próxima líder de JxCat, ha reclamado la dimisión de Pedro Sánchez, un extremo al que los republicanos rechazan llegar. En Esquerra contemporizan y son más cautos: sí reclaman que se depuren responsabilidades, pero de una forma mucho más ambigua. De hecho, en cierta medida, tratan de exculpar al Gobierno de todo lo sucedido, y señalan al CNI como principal responsable.
Pere Aragonès busca una salida a esta crisis que pase por la intervención también de Pedro Sánchez, al que ha pedido una reunión «cara a cara». Sin embargo, el presidente del Gobierno elude este caso, aunque eso no quita que el propio Aragonès haya ensalzado (en cierta medida) que Sánchez haya mostrado clara voluntad de reconducir esta situación en mensajes privados que han intercambiado, una señal que muestra que ERC está por la reconciliación y no está dispuesto a dinamitar tan fácilmente los puentes con el Gobierno, tal y como pide JxCat.
Carles Puigdemont fue muy claro, nada más destaparse el caso: remarcó la importancia de las consecuencias políticas que se deben derivar y advirtió de que «se debe acabar» que España continúe gobernada con el apoyo de los independentistas. La primera prueba pude estar este miércoles, cuando el Gobierno tiene que validar el decreto de medidas económicas para combatir los efectos de la Guerra de Ucrania y Esquerra mantiene en el aire su voto, determinante para el Gobierno.
Todas estas diferencias de interpretación política pueden tener su influencia en la estrategia judicial: aunque en Bruselas intentaron proyectar tanto ERC como JxCat la imagen de coordinación en la estrategia, hay que ver cómo se acaba definiendo porque en Esquerra se señala al CNI casi exclusivamente como responsable del monitoreo mientras en JxCat se amplía mucho más el foco y se va a por otras instancias estatales (entre ellas, no se descarta el Gobierno).
Por ahora, hay un mar de confusión ya que, según adelantó ayer este diario, se ciernen las incógnitas sobre los políticos «espiados» o el motivo de las investigaciones, que podrían ser por hechos graves.
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