Día Internacional

Proyecto Hombre recibe un 14,7% más de demandas de ayuda y los solicitantes evidencian peor salud y situación socioeconómica

Entre los jóvenes de 13 a 23 años de edad, en 2021 se produjo un importante incremento de las demandas provocadas por el consumo de alcohol y el abuso de pantallas, aunque el cannabis se mantuvo como principal sustancia desencadenante de las solicitudes de atención

Niños y móviles, tabletas
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La demanda de ayuda por adicciones a Proyecto Hombre Cataluña experimentó en 2021 un crecimiento del 14,7% respecto a 2019, es decir, en comparación con el escenario prepandémico. En este sentido, no se toma como referencia el 2020 porque éste fue un año en el que tuvieron lugar unas circunstancias muy especiales, como el confinamiento, que no permiten establecer una comparación fiable, sin embargo, entre ese año y el siguiente el incremento fue de en torno al 30%.

“Este aumento de las demandas en solo dos años es muy significativo”, indica al respecto Jordi Feu, director del Área de Gestión y Comunicación de Proyecto Hombre, quien señala además que el año pasado, no solo llegó más gente a solicitar ayuda a la ONG, sino que “la gente llegó peor, tanto en lo que se refiere a la salud física y mental, como en lo relativo a su situación socioeconómica, lo cual dificulta la atención”. “Son personas que, por su propia situación, no tienen un mínimo para iniciar el tratamiento, ya que tienen otras necesidades básicas prioritarias por cubrir, como puede ser el disponer de un techo o el abordar sus problemas de salud mental”.

Así pues, ese empeoramiento de la situación en la que las personas acudieron a Proyecto Hombre en busca ayuda explicaría el que, en 2021, las 2216 demandas de atención recibidas se tradujeran en solo 1508 personas que finalmente iniciaron tratamiento. “Es normal y habitual que exista un margen entre las demandas recibidas y las personas atendidas, pasa cada año”, asegura Feu, pero en 2021 ése fue especialmente significativo “ya que costó más llegar a según qué personas” por la complejidad de su situación.

Sobre las posibles explicaciones de este incremento en el número de demandas de ayudas y el empeoramiento de la situación de las personas solicitantes, todo apunta a que “la pandemia ha sido una situación límite que ha puesto a las personas en una situación de más desesperación”, señala Feu, y eso podría haber llevado a un mayor número de personas a consumir.

Más mayores y en peor situación

En cuanto al perfil de esas 1508 personas atendidas, en 2021, el 84,6% fueron hombres y el 15,4% mujeres y la media de edad fue de 42 años, lo que confirmó la tendencia observada en los últimos años que apunta a un incremento de la edad de las personas que inician tratamiento y al respecto solo hay que recordar que en una década la media de edad se ha incrementado en 5 años. Y éste es otro factor que añade complejidad al tratamiento de estas personas. “A mayor edad, mayor recorrido en la adicción, más problemas de salud física y mental y peor situación socioeconómica, lo que hace más difícil abordar la situación”, indica Feu, algo que es especialmente evidente en el caso de las mujeres atendidas, cuya media de edad al inicio del tratamiento es de 45 años, mientras la de los hombres se sitúa en los 41 años.

Además, el año pasado se observó también un cambio significativo en lo que se refiere a la fuente de ingresos principal de las personas atendidas, ya que si en 2019 ésta era en un 51,9% de los casos el trabajo, en 2021 ese porcentaje cayó hasta el 36,6% para acercarse a las números de los años posteriores a la crisis económica de 2008. “Es una bajada importante que entendemos que se produce a causa de los efectos de la pandemia, que afectó especialmente a la gente más vulnerable”, comenta Feu, quien también hace hincapié en el hecho que, entre las mujeres atendidas, solo un 25% tenía su trabajo como fuente de ingresos principal. Ante este panorama, el 37,7% dependía entonces de las prestaciones, el paro y pensiones y el 23,3% de las ayudas de familiares y amigos, mientras que el 0,7% tenían las actividades ilegales como modo de vida.

En cualquier caso, es evidente que el perfil de la persona adicta está asociado a una peor situación laboral y económica, pero también formativa, como demuestra el hecho de que el 40,4% de los beneficiarios de los servicios de Proyecto Hombre en 2021 no tenían estudios o solo tenían estudios primarios, mientras que el 50,7% contaba con estudios secundarios y solo el 8,9% tenía estudios superiores. En este sentido, el año pasado no se observaron cambios significativo respecto a años anteriores, como tampoco los hubo en lo que se refiere al tipo de adicción.

La cocaína se mantuvo como la principal sustancia de consumo entre las personas adultas (49,2%), por delante del alcohol (36,7%), el cannabis (5,5%), la heroína (3,6%), las ludopatías (2,5%) y las anfetaminas (2,0%), aunque hay que recordar que en la mayoría de casos se produce un policonsumo. En este ámbito se observó también que, como en año anteriores, en 2021 existió una diferencia de género respecto al tipo de sustancia consumida, ya que si bien las mujeres pidieron ayuda principalmente por el consumo de alcohol (62,4%) más que por el de cocaína (30,3%), en el caso de los hombres fue al revés. El 52,4% de aquellos que acudieron a Proyecto Hombre el año pasado lo hicieron por el consumo de cocaína y el 32.3% por el de alcohol. “Eso puede deberse a que el consumo de cocaína suele hacerse en un entorno más social, de ocio, mientras que el consumo de alcohol es más íntimo, suele realizarse en la soledad del domicilio”, explica Feu.

Los jóvenes, más alcohol y pantallas

Y si en adultos apenas se evidenciaron cambios significativos en lo relativo al tipo de adicciones más frecuentes, en el colectivo de adolescentes y jóvenes, de entre 13 y 23 años de edad, atendidos en el contexto del Programa Joven de Proyecto Hombre, en 2021 se observó un importante incremento del consumo de alcohol y del abuso de pantallas, aunque el cannabis se mantuvo, un año más, como la principal causa de adicción (49,3%).

Así, el año pasado, el alcohol provocó el 25,4% de las demandas de atención entre este colectivo, cuando en 2020 solo representó el 15,8%, un incremento que podría explicarse por ser ésta una sustancia a la que se ha tenido acceso en todo momento, incluso en situación pandémica, mientras que en algún momento ha podido ser más complicado adquirir otro tipo de drogas. En cuanto al porcentaje en relación al abuso de las pantallas, éste fue del 13%, por el 2,6% del año anterior. Por contra, las demandas por consumo de cocaína cayeron del 15% al 8%.

De todos modos, es adecuado analizar este aspecto por franjas de edad, ya que existencias diferencias significativas entre el tipo de sustancia o adicción que ha provocado la demanda entre el grupo de 13 a 17 años de edad y el que engloba a los mayores de edad. Así, en 2021, entre los menores destacó la incidencia del juego o abuso de pantallas, que fue la causa de una de cada cuatros demandas de ayuda, mientras que el cannabis se mantuvo como sustancia principal (66,7%), por delante del alcohol. En cambio, entre los jóvenes mayores de 18 años, el consumo de cannabis se situó en el 45,6% y el juego y el abuso de pantallas en el 10,5%, mientras que el consumo de alcohol representó el 28,9%.

Quique, un demandante al uso

La historia de Quique, un hombre de 40 años que se encuentra en tratamiento desde hace 5 tras otros intentos frustrados de acabar con su adicción a la cocaína, es la historia de muchas de las personas que acuden hoy en día a solicitar ayuda a Proyecto Hombre . “A los 17 años empecé jugando con las drogas, coqueteando con sustancias blandas en un contexto social y de ocio, hasta que con la mayoría de edad empecé con la cocaína y esa fue mi perdición”, confiesa para a continuación admitir que “debido a la adicción se desmoronó toda mi vida”.

“Yo acabé la ESO y trabajaba como mecánico de electrodomésticos a domicilio, tenía un hogar, mujer e hijos, pero elegí un mal camino hasta llegar a un punto en el que ya no controlaba mi vida”. “Lo perdí todo, me divorcié y deje de ver a los niños hasta que, tras haber hecho previamente algunas terapias sin éxito, acudí por iniciativa propia a Proyecto Hombre”, recuerda Quique, quien señala que “es muy importante la gestión de las emociones y sentimientos para combatir una adicción”. “Yo no sabía gestionarme emocionalmente y tapaba mis frustraciones con las drogas, pero no hay que ocultarlas tras el consumo”, insiste tras reconocer que “llegó un momento que consumía varias drogas al mismo tiempo”.

A día de hoy Quique, a quien han diagnosticado Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), tiene muy claro que su objetivo es rehabilitarse y dejar atrás para siempre el consumo de drogas, algo para lo que la pandemia fue clave para él. “Me di cuenta de muchas cosas. En ese momento era difícil conseguir drogas y pasé muchos momentos de ansiedad incontrolada y vi que no podía seguir así”, comenta y ahora, cinco meses después de iniciar tratamiento, asegura “encontrarse muy bien y haber recuperado la relación con los hijos, hermanos y familia”.

En definitiva y tal y como corrobora Feu, los datos de 2021, que se reflejan en la experiencia vivida por Quique, confirman la importancia de fomentar y potenciar el trabajo en red, así como de apostar por una atención cada vez más personalizada dada la creciente complejidad de la situación de las personas que acuden la ONG solicitando ayuda.