Escenario

2023: campo de minas para el independentismo, oportunidad para PP y PSC

Aragonès afronta una dura cuesta de enero, mientras la posconvergencia se lo juega todo en las municipales. Collboni mira a Barcelona y los «populares» despegan

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès
El presidente de la Generalitat, Pere AragonèsQuique GarcíaAgencia EFE

Amanece 2023 con un cambio de paradigma en Cataluña: muerto el «procés», la política de bloques va camino de derrumbarse con Junts en la oposición y el Govern de Pere Aragonès afianzando su alianza con el PSC y los Comunes tanto en el Parlament como en el Congreso. Sin embargo, el largo ciclo electoral que se avecina, con las elecciones municipales de primavera marcadas en rojo en el calendario, será clave para acabar de definir el futuro del independentismo y del constitucionalismo. Todos los partidos se juegan mucho en una cita a vida o muerte para Junts y con Pere Aragonès haciendo equilibrios en el Palau de la Generalitat.

El Govern, en la diana

Esquerra afronta una dura cuesta de enero sin los Presupuestos atados, con una prórroga técnica que el partido espera que se alargue «lo justo e indispensable» y en manos de PSC o Junts en el Parlament. Aragonès cuenta con sus 33 escaños más los 8 de los Comunes para las cuentas, y necesita que socialistas y/o posconvergentes las secunden para aprobarlas en la Cámara. El Govern busca la quimera de atar un «pacto de país a cuatro» que se antoja muy difícil dadas las enormes diferencias entre partidos. El Ejecutivo deberá afrontar también las huelgas convocadas por médicos y profesores a finales de este mes –los días 25 y 26–, un importante test de estrés en pleno arranque de año. De hecho, cómo salga el gabinete de Aragonès dependerá en gran parte su estado de forma para afrontar las elecciones municipales de finales de mayo. La batalla será ardua contra Colau y el PSC en la capital catalana, frente a los socialistas en el área metropolitana y ante Junts en el interior de Cataluña y la zona de Girona. El partido republicano quiere medir en las urnas su estrategia de vía pactada con el Gobierno y su estado de salud al frente de la Generalitat.

Juicio a Borràs

Los posconvergentes se juegan su futuro este 2023, un año que arranca con el juicio a su presidenta, Laura Borràs, por corrupción. La líder de la formación se enfrenta a seis años de cárcel y 21 de inhabilitación por presuntamente fraccionar contratos y otorgarlos a dedo a un amigo cuando dirigía la Institució de les Lletres Catalanes, entre 2013 y 2018 y antes de su salto a la primera línea política. La dirigente está acusada de prevaricación y falsedad documental y se sentará en el banquillo de los acusados a dos meses de las elecciones municipales. Unos comicios en los que Junts se juega su supervivencia, sin el PDeCAT y con una situación más que complicada en Barcelona –Xavier Trias es de nuevo el alcaldable– y el área metropolitana por su poder menguante. En el Parlament, los posconvergentes buscan confirmarse como la oposición al Govern de Aragonès, con el riesgo de caer en la irrelevancia si ERC acaba pactando con los socialistas.

La lucha de Barcelona

El partido de Salvador Illa mira hacia Barcelona, la joya de la corona que busca recuperar tras las etapas de Xavier Trias y Ada Colau al frente de la ciudad. Jaume Collboni, candidato a la alcaldía, acumula experiencia en su tercer intento, arropado por todo el partido y por el mismo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Los socialistas también afrontan estos comicios como una oportunidad para consolidarse como primer partido de Cataluña. Para ello, la batalla en el «cinturón metropolitano» será clave, con importantes feudos a conservar como L’Hospitalet, Badalona, Santa Coloma o Cornellà, y plazas a reconquistar como Lleida o Tarragona, en manos de ERC desde 2019. Mientras, el partido de Salvador Illa se juega su influencia con los Presupuestos de la Generalitat. Todo en un año que debe culminar con las elecciones generales.

El efecto Feijóo

Los «populares» llegan a 2023 impulsados por el «efecto Feijóo». Según el sondeo oficial del Govern publicado hace escasamente un mes, la cuarta fuerza en el Parlament sería el PP con 11-16 diputados tras el PSC, ERC y Junts. La CUP obtendría entre 8 y 12, los Comunes y Vox entre 6 y 10, y Cs se podría quedar fuera. Un resultado que en el caso del PP cuadriplica (por la parte baja) los tres escaños actuales y propulsaría a la formación de Alejandro Fernández hasta el cuarto puesto en la Cámara catalana. Un excelente botín para afrontar un año clave y con la vista puesta en la Moncloa. Ya sin el «procés» en la retina, el PP multiplica su acción en Cataluña, donde Alberto Núñez Feijóo ya ha presentado un plan anti okupaciones o varias propuestas económicas centradas en la moderación y la bajada generalizada de impuestos. Por su parte, Vox busca afianzarse y Cs sobrevivir en su cuna de nacimiento.