Arte

Cuando Picasso vendió un dibujo por cinco pesetas y una cena

Una reciente donación de obras de arte incorpora el retrato que el malagueño dedicó al compositor Enric Morera

Una imagen del joven Pablo Ruiz Picasso
Una imagen del joven Pablo Ruiz PicassoLa Razón

No hay duda de que Pablo Picasso, pese a que por sus venas corrían gotas de sangre malagueña, quedó inmerso y prendado de la cultura catalana durante el tiempo en el que vivió en Barcelona, la ciudad que le enseñó a ser el genio en el que se convertiría. El jovencísimo pintor conoció a algunos de los nombres que representaban el arte que se estaba haciendo en Cataluña, especialmente a las vacas sagradas del modernismo, como pueden ser Ramon Casas o Santiago Rusiñol, además de ser testigo de algunos episodios destacados del momento, como el masivo entierro de Jacint Verdaguer.

Con su lápiz, Picasso fue retratando algunos de los protagonistas del momento, algunos de ellos contertulios habituales de la cervecería Els 4 Gats. Uno de ellos fue el compositor Enric Morera.

Precisamente esta pieza forma parte de una gran donación que la semana pasada recibió Banyoles gracias a la generosidad del coleccionista Jordi Gimferrer. En su fondo, hay trabajos de creadores de la talla de Joan Miró, Salvador Dalí, Antonio Saura, Modest Urgell, Marià Fortuny, Ramon Casas, Isidre Nonell, Joaquim Mir, Aristides Mailloll, Josep Llimona, Joaquim Sunyer, además de los grandes nombres de Dau al Set o maestros grabadores como Rembrandt o Goya. Es, no cabe ninguna duda, un fondo excepcional. Y es allí donde se encuentra un dibujo firmado por Pablo Ruiz Picasso. Se trata del retrato de Morera. El original fue propiedad de la Sala Parés de Barcelona y Gimferrer lo adquirió cuando estaba a punto de ser vendido para que se marchara a Suiza. Con no poco esfuerzo, el coleccionista logró que esta obra picassiana se quedará para siempre en Cataluña.

El retrato de Enric Morera por un joven Picasso
El retrato de Enric Morera por un joven PicassoLa Razón

Cuando la pasada semana se presentó esta donación, desde Banyoles se afirmó que se trataba del primer dibujo que Picasso realizó en el local de Pere Romeu. Si es exactamente el primero de cuantos hizo en el local es algo realmente difícil de fijar, especialmente porque Picasso era una suerte de máquina que producía a todas horas dibujos, en muchas ocasiones simples bocetos de sus amigos y conocidos.

Lo que está claro es que el retrato de Morera no es una obra menor del joven Picasso. Es evidente que el artista ha tenido ante él a su modelo. Con unos pocos y firmes trazos, el malagueño logró plasmar al músico con semblante serio y con su inseparable pipa.

Josep Palau i Fabre reprodujo en su libro «Picasso i els seus amics catalans» el dibujo. El especialista en el autor de «Las señoritas de Aviñón» fecha el dibujo en 1900. Por su parte, Enrique Mallén, en su catálogo razonado de la obra picassiana, lo ubica hacia 1899.

Hay un dato que nos podría ayudar a situar mejor este dibujo en el tiempo. En las colecciones del Museu Nacional d’Art de Catalunya (Mnac) existe un retrato al carbón de Morera realizado por Ramon Casas. Es indudablemente contemporáneo al de Picasso y los responsables del museo lo sitúan entre 1897 y 1899. Es este un momento en el que el joven pintor trata de batirse en duelo pictórico con Ramon Casas, en quien ve un maestro pero también alguien a quien quiere superar. ¿Qué mejor manera de hacerlo que tomar los mismos modelos que usaba Casas?

A ello se le suma otro gran nombre del modernismo, firme apoyo del Picasso de Barcelona, como es Santiago Rusiñol quien también plasmó a Morera, aunque en óleo y dirigiendo una coral, la llamada Catalunya Nova. La tela se conserva en el Museu Cau Ferrat, en Sitges, junto a lo mucho guardado y coleccionado por Rusiñol. El polifacético artista, no puede olvidarse, tuvo una importante amistad con Morera, especialmente después de que el compositor se casara con una vecina de Sitges llamada Maria Riera. Precisamente esta pintura, aunque inacabada en aquel momento, se expuso públicamente en el día del estreno de «La fada», en el Teatro Casino Prado de la localidad costera en la que vivían los dos amigos.

No sería descartable sospechar que Rusiñol fuera quien le introdujo Morera a Picasso. Tampoco lo es sospechar que el modernista animara a aquel muchacho andaluz de mirada penetrante a retratar a Morera. Probablemente Picasso no lo dudó y al momento, como si estuviera ante un reto –uno más de los muchos que tuvo a lo largo de su carrera–, empezó a perseguir con la mirada a su modelo ocasional y lo empezó a dibujar mientras Morera esperaba paciente y resignación. Todo esto al final de este artículo es pura especulación, no es periodismo, pero parece lo más acertado para reconstruir la vida de este retrato.

Existe un testimonio sobre le dibujo que puede arrojar alguna información sobre esta historia. Se trata del escritor Miquel Saperas, quien fuera secretario del Orfeó Català. Según cuenta Saperas, durante los días de bohemia, entre pipa y cerveza en Els 4 Gats, un día Picasso le ofreció a Morera un dibujo por diez pesetas. Pero el músico tampoco estaba pasando un buen momento económico por lo que le propuso adquirirlo, pero por la mitad. Se llegó a un acuerdo que posteriormente se ratificó en una cena que, según apunta Saperas, no subiría de las siete pesetas. En aquel momento, Enric Morera todavía no había empezado a componer para cobla. La primera de ellas, «Enyorança», no se estrenaría hasta 1905. Por su parte, Picasso introdujo la danza, como un símbolo de paz, especialmente en varios dibujos, carteles y cerámicas de finales de los años cincuenta y principios de los sesenta.