Congreso

Barcelona-Madrid, tres pactos en el aire entre ERC y PSOE: presupuestos, vivienda y “mordaza”

Las cuentas en Cataluña y vivienda y seguridad ciudadana en el Congreso obligan al entendimiento a ambos partidos

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i) y el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès (d), se saludan a su llegada a la XXVII Cumbre Hispano-Francesa, en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC).
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i) y el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès (d), se saludan a su llegada a la XXVII Cumbre Hispano-Francesa, en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC).David ZorrakinoEuropa Press

Jaume Collboni (PSC) consiguió cerrar un acuerdo presupuestario con ERC y Comunes para Barcelona antes de abandonar el ayuntamiento para preparar su candidatura para las elecciones del 28 de mayo. Sin embargo, Esquerra se está mostrando incapaz de conseguir un pacto con los socialistas en el Parlament para aprobar los presupuestos de la Generalitat. Y esa incapacidad puede acabar teniendo eco en la política nacional, aunque tampoco le quita el sueño ya a Pedro Sánchez porque ha conseguido sacar adelante prácticamente toda su agenda legislativa pese a que quedan dos leyes icónicas para la izquierda, pero puede sobrevivir sin ellas: la ley de vivienda y la reforma de la ley de seguridad ciudadana.

Los republicanos, con tan solo 33 escaños en el Parlament (la mayoría se sitúa en 68), necesitan como sea aprobar las cuentas. Los presupuestos darían oxígeno al Govern, ya que permitirían a Pere Aragonès consolidarse un poco más en la Generalitat tras un muy mal inicio; y, supondrían una victoria política de ERC frente a JxCat. Hay que tener en cuenta que muchas de las medidas incluidas en los presupuestos pueden aprobarse mediante otros mecanismos (como decretos), pero eso supondría demasiado desgaste para el Govern y visibilizaría aún más su debilidad. Los de Oriol Junqueras tienen por delante una negociación dura con el PSC (se retoma este lunes), porque los socialistas quieren poner un precio alto a esas cuentas para consolidarse como opción seria y alternativa y eso exige sacar mucho provecho de las negociaciones.

Y, sacar mucho provecho de las negociaciones implica forzar a ERC a aceptar grandes proyectos que reimpulsen a una Cataluña venida a menos por el «procés» y que ha dejado escapar ya grandes inversiones (la agencia europea del medicamento es, seguramente, la más importante de todas). En este sentido, el cuarto cinturón ya está en el saco, pero el PSC aspira a un mayor botín: la ampliación del Aeropuerto de El Prat, que tendría un impacto en el PIB de entre siete o nueve puntos (según un estudio de la Universidad de Barcelona), y el macrocentro de ocio Hard Rock en la costa tarraconense. Pero la economía no lo es todo: del ámbito social también exigen medidas de calado (200 millones para la ley de barrios o dejar en suspenso los 40 millones del plan piloto sobre la renta universal para destinarlo a otros gastos sociales), igual que en el ámbito político.

Ahí, en el ámbito político es donde también los socialistas quieren cobrarse una importante pieza: las delegaciones de la Generalitat en el exterior. El PSC exige que se «congelen» y se elabore una auditoría para ver qué funciones desempeñan y si, realmente, precisan de tanto gasto.

De esta manera, con las infraestructuras, los socialistas pretenden desactivar el relato «victimista» del independentismo, que lamenta continuamente la baja inversión del Estado en Cataluña (eso se debe, según denuncian desde el partido de Salvador Illa, en muchas ocasiones, al bloqueo que ejerce la Generalitat, como el cuarto cinturón o el aeropuerto); y, también pretenden desactivar las críticas de los partidarios de la unidad de España por un apoyo a Esquerra consiguiendo frenar la apertura de más «embajadas», algo que tanto ha combatido siempre el constitucionalismo.

En todo caso, la carpeta catalana antes de las elecciones del 28 de mayo se agota ahí, en los presupuestos de la Generalitat. La del Gobierno está en dos leyes icónicas para la izquierda, como son vivienda y seguridad ciudadana. Los republicanos están poniendo muchas pegas en ambas normas porque también exigen mucha más ambición: en vivienda, según algunas voces parlamentarias, todo parece más llano que en seguridad ciudadana. La carpeta habitacional presenta como gran escollo la regulación de los precios del alquiler y a quién afecta (si solo a grandes tenedores o también a los pequeños propietarios), mientras que en la de seguridad todo se centra en cuatro preceptos (faltas de respeto a los agentes, desobediencia y resistencia a la autoridad, devoluciones «en caliente» en frontera y prohibición del uso de pelotas de goma).

Más allá de esos tres acuerdos, Esquerra y PSOE poco más se van a necesitar este año electoral, donde ambas formaciones van a pelear por erigirse en el primer partido de Cataluña en las municipales. Por delante, en el Congreso, quedan otros asuntos pendientes, pero el Gobierno está poco dispuesto ya a sacarlos adelante si precisan de excesivo desgaste. Sí es cierto que hay dos que pueden convertirse en espinosos, en función de cómo se desarrollen los acontecimientos: la posible reforma de la Ley del «solo sí es sí», que tanta división está generando dentro del Gobierno; y, la segunda parte de la reforma de las pensiones, exigida por Europa para los fondos.