Política
Un año después, ¿cómo está y qué ha hecho la oposición a Salvador Illa en Cataluña?
Este viernes se cumple un año de la investidura del líder del PSC como nuevo presidente de la Generalitat
Cuando Salvador Illa asumió como presidente de la Generalitat hace justo un año, sabía que el principal reto sería el de lograr cierta estabilidad parlamentaria a tenor de una cámara más fragmentada que nunca y con fuerzas políticas de signo tan diverso. Rápidamente, escogió a sus socios: ERC y los Comunes. Sin embargo, a pesar de que ese tripartito es mayoría, no siempre ha sido fácil articular la suma poniéndolos de acuerdo. El problema: no tiene otras opciones. Cada partido ha hecho oposición a su modo instalándose en las estrategias que han creido más oportunas. Un año después, así ha sido la oposición a Illa:
Junts: el partido del "no a todo"
El principal grupo de la oposición, Junts, ha intentado erosionar al Govern denunciando el incumplimiento de los acuerdos entre socialistas y republicanos. Sin embargo, la ausencia de Carles Puigdemont, aún en el extranjero, ha debilitado su capacidad de liderazgo. Albert Batet y Mònica Sales han asumido el protagonismo, aunque el foco mediático ha estado más alejado de su bancada. Pese a sus críticas, han votado en la misma dirección que el PSC en dos de cada tres ocasiones, lo que ha desdibujado su perfil opositor. Su atención parece más centrada en Madrid, donde sus votos sí resultan decisivos. Eso sí, han repetido hasta la saciedad que Salvador Illa es una marioneta de Pedro Sánchez, que el PSC está al servicio del PSOE, que la Generalitat es un satélite de Moncloa y que Illa no gobierna a Cataluña con sentido de país sino como "el hombre de Sánchez en Cataluña".
ERC: dos discursos
Los republicanos, con Josep Maria Jové y Ester Capella al frente, han jugado una doble carta: apoyar y exigir. Han presionado para que se cumplan los compromisos del pacto de investidura, como el traspaso de Rodalies o un nuevo modelo de financiación. Sin embargo, al no concretarse estos acuerdos, se juegan su credibilidad como fuerza negociadora. La negociación de los presupuestos de 2026 será clave para comprobar hasta qué punto son capaces de mover al PSC o si llegarán a romper definitivamente con el Govern. Ellos, por su parte, sí que se lo dejan claro al PSC: o cumplen, o no habrá más apoyos.
PP y Vox: se presentan como líderes de la oposición
El Partido Popular, liderado por Alejandro Fernández, ha intentado llevar el tono combativo del Congreso al Parlament. Ha interpelado duramente a Illa, incluso acusándolo de estar implicado en el caso Koldo, lo que provocó algunas reacciones fuera de lo habitual en el president. Su estrategia pasa por posicionarse como la “verdadera oposición” ante una Junts más apagada. En este camino, ha votado de forma coordinada con Vox en temas como la amnistía y los acuerdos con independentistas. Con su tono irónico habitual en él, Fernández suele hacer preguntas incómodas a Illa sobre cualquier tema. Mientras tanto, el partido, bajo la estela de su portavoz, Juan Fernández, ha llevado a cabo una ofensiva contra el despilfarro público de la Generalitat y se ha centrado en temas de gestión y eficiencia.
Por su parte, Vox, con Ignacio Garriga al frente, ha articulado, principalmente, el discurso de la "decadencia de Cataluña", provocada por la inmigración masiva e ilegal, la islamización, el arrinconamiento de lo español, lo woke, los "chiringuitos" ideológicos de la Generalitat, el despilfarro público y los altos impuestos. Normalmente, los enfrentamientos de Garriga con Illa son los más broncos del Parlament.
Comuns: el "poli bueno"
Los Comuns, integrados en la formación de Sumar, fueron clave para investir a Illa. Pese a su discreto resultado electoral, se han convertido en un actor clave para el Govern. Con tan solo seis diputados liderados por Jéssica Albiach y David Cid, han sido imprescindibles para que Illa mantenga la estabilidad. Han hecho de las políticas de vivienda su bandera, obteniendo compromisos relevantes por parte del ejecutivo, como la creación de un régimen sancionador para propietarios y la regulación del alquiler de temporada. Aunque existen discrepancias, como en la ampliación del aeropuerto de El Prat, nada indica que estas tensiones puedan romper la alianza con los socialistas.
CUP: nuevos posicionamientos y transición interna
La CUP ha comenzado esta legislatura con una actitud más abierta al diálogo, incluso con el PSC, algo inusual en el pasado. Han participado en negociaciones como la regulación del alquiler de temporada, y han dejado entrever la posibilidad de nuevos acuerdos. No obstante, este giro coincide con una etapa de transición interna. Laia Estrada, líder del grupo hasta julio, ha dejado su escaño por desacuerdos con la formación, y nuevas caras tomarán el relevo a partir de septiembre. Mientras tanto, en el Parlament, han hablado constantemente del PSC "más españolista de la historia", en contra de la monarquía y a favor de la amnistía.
Aliança Catalana: el partido de las redes
La irrupción de Aliança Catalana en el Parlament, con dos escaños liderados por Sílvia Orriols, ha venido acompañada de un discurso abiertamente islamófobo, según se reivindica ella ella misma. Sus intervenciones, cargadas de polémica, suelen desquiciar a Salvador Illa. Con un tono más propio de un mitin que de un debate parlamentario, Orriols centra sus mensajes en la inseguridad, la inmigración masiva y la supuesta islamización, además de cargar con dureza contra TV3 y el "procesismo". Este estilo directo y agresivo ha disparado su popularidad: Aliança es el partido que más crece en las encuestas, que ya le otorgan hasta 11 escaños.
PSC: el escudero del Govern
El grupo parlamentario del PSC se ha mimetizado por completo con el Govern durante este primer año de legislatura. Lejos de ejercer cualquier tipo de oposición, los socialistas han actuado como un respaldo constante a la acción del ejecutivo. Ferran Pedret y Elena Díaz, presidente y portavoz del grupo respectivamente, han centrado su intervención en la cámara en reforzar el relato del Gobierno y facilitar que el president Illa y sus consellers luzcan su gestión. En ningún momento han marcado distancia ni han cuestionado las decisiones del Govern, y su papel se ha limitado a avalar y defender las políticas impulsadas desde Palau. Su sintonía con ERC y los Comuns ha sido casi total: han votado en el mismo sentido en más de dos tercios de las iniciativas, lo que evidencia la falta absoluta de crítica o fiscalización desde sus filas.
Derecha dura y mayoría de izquierdas: las elecciones que vienen en Cataluña
En este contexto, Cataluña vive un momento de fuerte polarización política, con un notable ascenso de la derecha dura representada por Vox y Aliança Catalana, según el último barómetro del CEO. Esta última, con un discurso abiertamente xenófobo e independentista radical, podría multiplicar su presencia en el Parlament, mientras que Vox continúa su consolidación desde el extremo opuesto del espectro ideológico. Aunque ambas formaciones captan apoyos por su tono duro en temas como la inmigración y la seguridad, no suman lo suficiente como para romper la mayoría de izquierdas. Sin embargo, su crecimiento evidencia un cambio profundo en parte del electorado catalán, pues el Partido Popular también crece, mientras que Junts, la otra derecha, pierde unos pocos apoyos.
A pesar de ese avance, el bloque de izquierdas sigue siendo mayoritario y mantiene una ventaja parlamentaria que, aunque ajustada, podría permitirle continuar marcando el rumbo político de la Generalitat. El PSC se mantiene como primera fuerza, seguido por ERC, los Comuns y la CUP, aunque estas dos últimas fuerzas muestran señales de desgaste. El Parlament se perfila como un espacio cada vez más fragmentado, donde las diferencias ideológicas y estratégicas entre bloques anticipan una legislatura de alta tensión política y negociaciones constantes, en un contexto donde el eje nacional vuelve a ser tan determinante como el ideológico.