Medio ambiente

Cuatro áreas de Cataluña mantienen las restricciones por sequía pese a la desescalada anunciada por la Generalitat

Seis millones de catalanes han recuperado la normalidad hídrica, mientras 200.000 personas aún viven bajo restricciones

FOTODELDÍA GRAFCAT5234. OSOS (GIRONA), 11/03/2025.- Aspecto del pantano de Susqueda este martes cuando el Govern ha anunciado que mantendrá las restricciones de agua por la sequía pese al aumento de las reservas de los embalses de las cuencas internas de Cataluña, que tras las precipitaciones de los últimos días ya superan el 40 %. EFE/David Borrat
Pantano de CataluñaDavid BorratAgencia EFE

Aunque Cataluña ha cerrado el capítulo de la peor sequía en 200 años tras levantar las restricciones en el área metropolitana de Barcelona y Girona, cuatro zonas permanecen en fase de alerta por la persistencia de déficits hídricos. La consellera de Territorio, Sílvia Paneque, confirmó ayer que, pese a la mejora general, el acuífero Fluvià-Muga, el embalse de Darnius-Boadella, el Empordà y la Serralada Transversal mantendrán limitaciones hasta consolidar su recuperación.

1. Acuífero Fluvià-Muga (Alt Empordà)

Este sistema subterráneo, vital para 22 municipios gerundenses como Sant Pere Pescador y La Jonquera, ha pasado de la excepcionalidad a la alerta tras años de sobreexplotación agrícola y turística. Las restricciones activas incluyen un 25% menos de agua para riego, un 5% de reducción en usos industriales y la prohibición de llenar piscinas. La Generalitat ha iniciado la construcción de cinco pozos de emergencia cerca de Peralada para reforzar el suministro, pero la recuperación total depende de mayores lluvias y controles contra extracciones ilegales.

2. Embalse de Darnius-Boadella

Aunque salió de la emergencia en marzo de 2025, este embalse clave para Figueres y Roses sigue en alerta con un 50% de su capacidad. Las medidas vigentes afectan al riego de jardines públicos y al caudal ecológico del río Muga, crítico para evitar la salinización del delta. Su vulnerabilidad radica en la falta de infraestructuras alternativas, como desaladoras, en una zona con alta presión turística estival.

3. Área del Empordà

Los 24.000 habitantes de esta comarca dependen de pozos y balsas locales, no conectados a grandes redes. En alerta desde 2022, las restricciones aquí son más estrictas: limpieza de calles solo con agua reciclada y reducción del 10% en usos ganaderos. La dispersión geográfica y la agricultura intensiva complican la gestión, aunque se avanza en proyectos de recarga artificial de acuíferos.

4. Serralada Transversal

Esta zona montañosa (Garrotxa y Ripollès) enfrenta alerta por la lenta recuperación de manantiales. Con 30% menos de agua para usos recreativos, la prohibición de llenar balsas agrícolas y restricciones en piscinas, su desafío es la orografía abrupta, que dificulta soluciones centralizadas. Las autoridades promueven sistemas locales de captación de lluvia como alternativa.

¿Por qué persiste la alerta?

Paneque subrayó que, pese a que los embalses catalanes han pasado del 15% al 64% en un mes, estas cuatro áreas comparten tres problemas estructurales:

  • Dependencia de recursos no regulados (acuíferos, manantiales).
  • Presión antropogénica (turismo, agricultura).
  • Infraestructuras obsoletas en zonas rurales.

Además, las desalinizadoras del litoral operan al 90% de capacidad para evitar recaídas, mientras se acelera la inversión en redes de regeneración de agua. La consellera advirtió: "No podemos bajar la guardia; el cambio climático exige adaptar nuestro modelo hídrico".

Impacto económico y social

En el Fluvià-Muga, los agricultores estiman pérdidas del 15% en cosechas de arroz y maíz, mientras hoteles en Roses y Cadaqués han implantado duchas de bajo consumo para compensar las limitaciones. En la Serralada Transversal, pequeños municipios como Sant Joan de les Abadesses reportan conflictos por el uso prioritario del agua para ganadería.

Aunque la desescalada marca un hito, estas cuatro áreas revelan las desigualdades hídricas en Cataluña: seis millones recuperan la normalidad, mientras 200.000 personas aún viven bajo restricciones. Un recordatorio de que, tras la sequía histórica, la gestión del agua sigue siendo un desafío multisectorial.