Sociedad

En esta particular medida el mundo está copiando a Barcelona

La ciudad condal lidera una iniciativa

Vista aérea del Eixample de Barcelona con sus edificios emblemáticos
Vista aérea del Eixample de BarcelonaDreamstimeDreamstime

La revolución silenciosa de la accesibilidad en el transporte público tiene acento barcelonés. Autobuses de numerosos países empezarán a aplicar nuevas exigencias para facilitar el desplazamiento de personas con movilidad reducida, y lo harán siguiendo un modelo que nació en Barcelona. Las Naciones Unidas publicaron el pasado viernes la undécima enmienda del Reglamento 107 de la Comisión Económica para Europa (CEPE), un documento clave que fija los requisitos para homologar autobuses y autocares a escala internacional. Esa reforma incorpora ahora una batería de mejoras impulsadas desde la capital catalana.

La presidenta de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB), Laia Bonet, explicó este lunes que el proceso se desencadenó a raíz de un estudio elaborado por TMB en colaboración con entidades de personas con discapacidad. El Ayuntamiento de Barcelona llevó la propuesta a los organismos internacionales y, tras un año y medio de negociaciones técnicas, fabricantes, gobiernos y operadores dieron luz verde a 32 de las 45 medidas planteadas. Muchas de ellas ya eran habituales en los vehículos de TMB, pero a partir de ahora formarán parte del estándar global. “Esta modificación sitúa la accesibilidad como un derecho y no como una opción añadida”, enfatizó Bonet.

La nueva regulación introduce un total de 32 mejoras. Una de las más visibles obliga a que barras, pasamanos y puntos de apoyo tengan un contraste cromático claro —preferiblemente amarillo o reflectante— para facilitar su identificación. Los escalones, por su parte, deberán incorporar bandas de alta visibilidad para minimizar riesgos, una ayuda especialmente relevante para personas mayores o con dificultades de visión.

Otra de las novedades afecta a la comunicación entre los usuarios y el conductor: los vehículos deberán contar con un aviso en cabina que indique si una persona con movilidad reducida ha solicitado la parada. También se refuerza la visibilidad de los pulsadores de los asientos prioritarios y se establecen límites más estrictos para los huecos laterales que puede dejar una rampa desplegada.

Los asientos reservados también se homogeneizan: deberán situarse al mismo nivel que el pasillo y equiparse con reposabrazos más extensos y con superficie antideslizante. Además, se fija por primera vez un espacio mínimo obligatorio para perros de asistencia, un aspecto que hasta ahora dependía del diseño de cada fabricante.

En los espacios destinados a sillas de ruedas se incorporará un pictograma de gran tamaño que indique cómo debe colocarse correctamente la silla, una directriz que TMB ya había incorporado por iniciativa propia.

Uno de los cambios conceptuales más significativos es la actualización del término “persona con movilidad reducida”. La nueva definición ya no se limita a personas mayores o con discapacidad evidente: reconoce que cualquiera puede experimentar dificultades puntuales. Entra así en esta categoría un abanico mucho más amplio: embarazadas, personas de baja estatura, usuarios con lesiones temporales o familias con niños pequeños. El objetivo es ajustar la normativa a la diversidad real de situaciones que se dan en el día a día.

Aunque el Reglamento 107 de la CEPE funciona como referencia internacional, su adopción no es automática. Cada país decide si la incorpora a su legislación. Habitualmente lo aplican los 56 Estados miembros de la CEPE —incluyendo España—, así como Estados Unidos, Canadá y varios países de Asia Central, aunque otros países no miembros también lo utilizan como guía para sus propias normativas.