Manifestación del 8-O en Barcelona
Feijóo lidera el «no» a una "cacicada impropia de una democracia"
Bolaños llama a PP y Vox «nostálgicos del enfrentamiento» por manifestarse. Aragonès contesta con la autodeterminación
Culminó ayer otra semana de alto voltaje con una manifestación civil que puede tener importantes repercusiones en el ámbito político. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, acudirá hoy a su reunión con Pedro Sánchez con una potente imagen debajo del brazo, la del PP volcado en una protesta multitudinaria, en la que el dirigente escuchó vítores y aplausos en Barcelona en contraposición a los reproches que se llevó Pedro Sánchez y el PSOE en la distancia, ausentes en la marcha.
«No aceptamos este tipo de negocios, transacciones y precios. Ni la dignidad de Cataluña ni la Presidencia del Gobierno están en venta», advirtió Feijóo antes del inicio de la manifestación. El dirigente también habló de «cacicada impropia de una democracia» para referirse a la amnistía que el PSOE de Sánchez ya negocia con Junts y Esquerra. De hecho, el líder del PP recibió gritos de «presidente presidente» a su paso, escoltado por cuatro presidentes autonómicos –el de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno; el de la Región de Murcia, Fernando López Miras, y el de Aragón, Jorge Azcón– además de Isabel Díaz Ayuso, otra de las más aclamadas.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, en consonancia con Feijóo, aseguró que «nadie por 7 votos puede cambiar el destino de una nación». «Es un clamor que lo que están pretendiendo es absolutamente inconstitucional. Podrán retorcer e interpretar la Constitución, podrán retorcer las leyes, pero aquí se han cometido graves delitos contra la unidad de España», insistió.
A Abascal (Vox) le acompañaron el secretario general del partido y presidente del grupo en el Parlament, Ignacio Garriga, entre otros. El líder de Vox fue protagonista también al tildar a Pedro Sánchez como «el presidente más corrupto de España», unas declaraciones que no se vieron en la retransmisión de RTVE al cortarse la señal justo en ese momento. «Estamos hablando de un político que quiere amnistiar a otro político a cambio de sus votos para permanecer en el poder, no hay una mayor imagen de corrupción posible», abundó.
Por contra y con los socialistas desaparecidos del 8-O –a diferencia de lo que ocurrió hace seis años–, fue el líder del PSC, Salvador Illa, el encargado de fijar la posición en un acto de las juventudes de su partido. Durante su intervención, pidió «no tener miedo» ante las negociaciones y dijo que con un posible pacto «no se rompe nada». Un discurso muy parecido al que pronunció el propio Sánchez este sábado. Y junto a Illa, el ministro de la Presidencia en funciones, Félix Bolaños, se posicionó en las redes sociales con un mensaje en el que llamó al PP y a Vox «nostálgicos del enfrentamiento» por manifestarse en Barcelona. Duras palabras por parte del Gobierno en funciones sobre la movilización de Societat Civil Catalana, la misma entidad que los socialistas apoyaron un día como ayer en 2017 y tras el referéndum ilegal del 1-O.
A todo este puzle hay que añadirle el independentismo, la otra parte de la ecuación. Y aquí el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, aprovechó un acto del Ejecutivo para acaparar foco y desdeñar la multitudinaria protesta de Barcelona. «El fracaso de esta manifestación nos empuja a seguir batallando, más que nunca, con más fuerza, por la amnistía y por la autodeterminación», dijo reafirmando de nuevo el alto precio para investir a Sánchez de Esquerra y Junts.
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