Oncología y fertilidad
"Si no fuera por la criopreservación y trasplante de tejido ovárico, igual mi marido y yo nos hubiéramos quedado solos"
Como Anna, otras siete supervivientes de un cáncer del desarrollo han podido ser madres gracias al programa de Sant Joan de Déu de preservación de la fertilidad de niñas y adolescentes tratadas de cáncer
Con 17 años, Anna era diagnosticada de un osteosarcoma, un tumor del desarrollo que le obligó a pasar por quirófano y someterse a un agresivo tratamiento de quimioterapia, el cual podía provocarle infertilidad.
Afortunadamente, por aquel entonces. el Hospital de Sant Joan de Déu, el centro que más casos de cáncer infantil atiende en toda España con 400 nuevos pacientes anuales, contaba ya con el programa de preservación de la fertilidad, que contempla la criopreservación de tejido ovárico para proteger la fertilidad futura de las niñas tratadas de un cáncer, entre otros perfiles de pacientes, y a Anna se le planteó la posibilidad de participar en el mismo.
"Sabemos que hay algunos quimioterápicos que son lesivos para el ovario y pueden causar infertilidad o mermar la capacidad reproductiva de la paciente, en función también de ciertos factores como la edad de la misma, la dosis...En el caso de Anna, vimos que existía la posibilidad de que ello sucediera, por eso le propusimos participar en el programa", explica la doctora Cristina Salvador, coordinadora del mismo junto al doctor Santiago González.
Así, antes de empezar con la quimioterapia, Anna se sometió a una operación con laparoscopia en la que se le extrajo el tejido ovárico. "Fue una intervención muy poco invasiva, en la que tan solo tuvieron que hacerme 3 cortes de unos dos centímetros: dos de ellos al lado de cada uno de los ovarios y el tercero, en el ombligo", explica Anna. A continuación, esas muestras se enviaron al Banco de Sangre y Tejidos para su conservación mediante una congelación controlada especial para preservar al máximo sus células.
Cuando la paciente es adolescente y ya tiene la menstruación, existe la posibilidad de recurrir a la vitrificación de ovarios, sin embargo, en el caso de las niñas en etapa prepuberal y en un número considerable de pacientes con cáncer del desarrollo ello no es posible. En el primer supuesto, porque la paciente aún no tiene la menstruación, en el segundo, porque como en el caso de Anna, los oncólogos así lo desaconsejan. "Nos dijeron que no había tiempo suficiente para llevar a cabo la técnica de congelación de ovocitos, ya que se necesitan entre 10 y 15 días para la estimulación ovárica, e iban muy apurados puesto que debían empezar el tratamiento cuanto antes", comenta Salvador
En cualquier caso, Anna apostó por criopreservar su tejido ovárico y cuando, con 31 años, se casó, ella y su marido empezaron a buscar el bebé. "Con 18 años lo cierto es que no pensaba en tener hijos, pero algo me decía que no estaba de más criopreservar mi tejido ovárico. No quería tener que arrepentirme más adelante por no haberlo hecho", recuerda y su instinto no le fallaba. La pareja estuvo dos años intentando quedarse embarazada, pero no lo lograron así que Anna optó por recurrir a los profesionales de Sant Joan de Déu para tratar de cumplir su deseo de ser madre.
En busca del bebé
La primera opción fue la de tratar de llegar a la gestación sin tener que intervenir a Anna para reimplantarle el tejido ovárico, así que se sometió a tres inseminaciones y una fecundación in vitro, pero todos los intentos fueron fallidos. "La calidad ovocitaria y de los embriones no era buena, pese a que Anna mantenía la menstruación", señala la doctora, mientras que Anna recuerda que "lloraba porque pensaba que quizá me pinchaban y eso tampoco funcionaba, mientras los meses iban pasando". Finalmente, ante esta realidad, en marzo de 2022 se sometió a la reimplantación del tejido ovárico que le habían extraído unos 16 años antes, de nuevo mediante una intervención con laparoscopia.
"La técnica a la que recurrimos consiste en hacer un pequeño corte en el ovario, en el que introducimos fragmentos del tejido ovárico, y además también hacemos como un bolsillo por debajo del ovario en el que metemos otro fragmento cerca de los vasos", explica Salvador para a continuación indicar que "gracias a esta estrategia se activan los folículos, algo que en pacientes como Anna, que mantienen cierta actividad, sucede antes".
Sea como fuere, tres meses después de la reimplantación, Anna confirmaba que estaba embarazada de su primer hijo, Biel, que nacería el 26 de febrero de 2023. En este caso, además, no fue necesario hacer una fecundación in vitro tras el trasplante de tejido, algo que suele ser habitual. "No nos lo podíamos creer", asegura acerca del momento en el que ella y su marido se enteraron de la noticia. "Yo era una conejillo de indias porque cuando me extrajeron el tejido ovárico, solo un centenar de mujeres ya lo habían hecho previamente, pero funcionó", destaca.
Al respecto, la coordinadora del programa explica que "si bien la técnica de extracción del tejido ovárico está consolidada desde hace años, la de reimplante está calificada aún como experimental".
Un programa pionero
Además, en aquellos momentos, el programa de trasplante ovárico de tejido criopreservado del Hospital Sant Joan de Déu, que fue pionero en España, estaba arrancando, sin embargo a día de hoy ya es referente en España. En este contexto, la primera criopreservación en el centro se llevó a cabo en 2000 y en 2012 se consiguió que una mujer sin ovarios fuera madre por primera vez en España.
En esta línea, en las últimas décadas el centro se ha convertido en uno de los que más muestras de tejido ovárico ha congelado, concretamente 313 entre 2000 y 2024, de las cuales el 46% pertenecen a pacientes con un tumor del desarrollo o cáncer durante la infancia y la adolescencia. Entre todas estas. por el momento se ha reimplantado el tejido en 22 mujeres, de las cuales ocho ya han conseguido ser madres, tres de forma espontánea y cuatro mediante fecundación in vitro.
El de Anna ha sido uno de estos casos de éxito, algo que sucede en el 33% de las pacientes, y además por partida doble, ya que el pasado mes de noviembre ésta daba a luz a su segundo hijo, Marc. Así pues, a partir de su experiencia, no tiene dudas en "aconsejar a todas las chicas que puedan ver comprometida su fertilidad futura debido a una enfermedad o su tratamiento que opten por la criopreservación del tejido ovárico para su posterior trasplante". "Mi marido y yo hemos tenido mucha suerte de poder tener a nuestros dos hijos. Si no hubiera sido por esta técnica, igual nos hubiéramos quedado los dos solos", concluye.