23-J

El independentismo pone precio al apoyo a Sánchez

Pere Aragonès pide ahora colaboración a Junts y avisa de que un referéndum es «un objetivo absolutamente irrenunciable»

De izquierda a derecha, la presidenta de la Taula d'Entitats del Tercer Sector Social de Catalunya, Francina Alsina, el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el conseller de Derechos Sociales, Carles Campuzano DAVID ZORRAKINO / EUROPA PRESS 20/06/2023
De izquierda a derecha, la presidenta de la Taula d'Entitats del Tercer Sector Social de Catalunya, Francina Alsina, el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el conseller de Derechos Sociales, Carles CampuzanoDAVID ZORRAKINO / EUROPA PRESSEuropa Press

Pere Aragonès (ERC) está decidido a poner precio a una hipotética investidura de Pedro Sánchez y quiere elevarlo metiendo a Junts en la ecuación. Los partidos independentistas deben «fijar entre todos un mínimo compartido», tanto «en materia de derechos y libertades, derecho a decidir y contra la represión», como en materia de «recursos, competencias y lengua», confirmó el republicano ayer en una entrevista en Catalunya Ràdio. Es decir, ERC reclama el apoyo de los posconvergentes para levantar un «frente común» en el Congreso y apretar todavía más las tuercas al PSOE si los votos del independentismo son necesarios después de las elecciones generales del 23 de julio. «Hay que poner un precio, el que acordemos conjuntamente», avisó.

«No se trata de ver quién corre más a dar apoyo a Sánchez ni quién se aparta más rápido», abundó el presidente de la Generalitat sobre la nueva estrategia que ERC quiere emprender a partir de ahora para afrontar los comicios del mes que viene. Es «absolutamente imprescindible» pasar «de una dinámica de competencia a una dinámica de cooperación» entre independentistas, reiteró para añadir presión a los posconvergentes.

Sobre las exigencias concretas, no quiso ahondar aunque sí reiteró la finalidad de «votar en un referéndum» sobre la independencia y que el resultado «sea vinculante» y «reconocido», según sus palabras. «Es un objetivo absolutamente irrenunciable. Es la manera de conseguir que este país sea un Estado independiente», avisó.

Es decir, volver a la senda del «procés» clásico para forzar al PSOE a sentarse a negociar importantes cesiones y asumir un alto coste si los votos del independentismo vuelven a ser claves.

Un viraje que el partido de Junqueras y Aragonès acentuó el día después de las elecciones municipales y aceleró cuando Pedro Sánchez confirmó el adelanto electoral del 23-J. De hecho, los nervios son evidentes en ERC tras perder 300.000 votos el 28-M, un descenso importante teniendo en cuenta que solo el PSOE superó su caída con 400.000 papeletas menos que en 2019 en el conjunto de toda España. Por tanto, la pérdida de apoyos de Esquerra fue incluso más significativa que la de los socialistas, una debacle que se agrava teniendo en cuenta que el partido acudió a las urnas con el mejor botín posible debajo del brazo, la presidencia de la Generalitat.

Y aún más: los republicanos pasaron de ser primera fuerza hace cuatro años a tercera este 2023, rebasados por el PSC de Salvador Illa y también por Junts. Este cúmulo de circunstancias han llevado a ERC a diagnosticar que su caída es especialmente significativa dentro del movimiento independentista y que se debe a la posición como socio de Pedro Sánchez a lo largo de toda la legislatura. Es decir, que el independentismo no se conforma con las contrapartidas logradas –pese a los indultos o la supresión de la sedición– y pide elevar el precio del apoyo a Sánchez.

Por ello, los republicanos han decretado un giro que pasa por alejarse de los socialistas y acercarse a Junts, especialmente ante el 23-J y también teniendo en cuenta que a Aragonès le queda la mitad de la legislatura por delante. El «frente común independentista» que reclamó el presidente de la Generalitat dos días después de las municipales así lo demuestra y la alianza de colaboración en el Congreso de ahora lo refrenda. Cabe recordar en este sentido que Esquerra se ha pasado toda la legislatura rechazando una unidad de acción con Junts que ahora reclama.

Es más, Aragonès subrayó ayer que ERC ha dado «pasos» en busca de este entendimiento al facilitar la elección de Anna Erra como nueva presidenta del Parlament y al estar dispuesta a gobernar con Xavier Trias en Barcelona.

Otra de las cartas que usa ERC es la de dar por hecho una suma de PP y Vox para así llamar a la movilización de su electorado. Ayer, Aragonès volvió a asegurar que tras el 23-J puede haber un «Gobierno hostil», por lo que el independentismo debe «recuperar un proyecto compartido», primero para hacer frente a una «ofensiva» e intentar «no retroceder» y, después, para poder «avanzar».

Ahora, Esquerra también aprovecha para situar a Junts como socio prioritario para pactar los próximos presupuestos de la Generalitat. Todo después de que los posconvergentes salieran del Govern y los republicaron pactaran las cuentas con el PSC de Salvador Illa y los Comunes, los dos partidos con los que suman más acuerdos.