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¿A qué huele el centro de la galaxia? El mito del ron y frambuesas

El centro de la galaxia, el ron y las frambuesas comparten una molécula que les da olor, pero ¿qué significa eso realmente?

Representación artística del universo (no es una imagen real)
Representación artística del universo (no es una imagen real)AnónimoCreative Commons

Hace algún tiempo, se popularizó la idea de que el centro de la galaxia olía a ron y frambuesas. Lejos de ser una invención callejera, el dato provenía (teóricamente) de un estudio de 2009 hecho en el Instituto Max Planck, uno de los centros de investigación más importantes del mundo. El dato se hizo tan popular que trascendió a las charlas de sobremesa para llegar al mismismo Hollywood.

¿Qué le dice Jessica Chastain a Idris Elba al verse tras la reunión que podía haberla metido en la cárcel de por vida? Pues al parecer, le cuenta que el centro de la galaxia huele a ron y frambuesas. Eso sucede en “El juego de Molly”, la película dirigida por Aaron Sorkin y estrenada en 2017. Así de popular se ha hecho el supuesto olor de la galaxia, pero ¿cómo podemos saberlo? ¿Es cierto? ¿Qué dicen realmente las investigaciones del Max Planck?

Formiato de etilo

Tras dar el dato, como quien no quiere la cosa, Molly Bloom (Jessica Chastain) le dice a Charlie Jaffrey (Idris Elba) que ese olor a ron y frambuesas se debe a una molécula llamada formiato de etilo, la cual, según Molly, es responsable de todos esos olores. En la película el dato sirve para que Molly se jacte de haber acabado prácticamente la carrera de astronomía en los ratos muertos que sus actividades ilícitas le dejaban, pero lo cierto es que difícilmente habría aprobado un examen con esa afirmación.

Lo que dice realmente el estudio es ligeramente diferente, pero lo justo como para que el dato pueda ser considerado falso. En primer lugar, hablar del centro de la galaxia es una simplificación (aceptable, pero una simplificación innecesaria). El estudio del Max Planck no midió el centro de nuestra galaxia, donde hay un agujero negro supermasivo, sino que apuntó a una nube de gas y polvo relativamente cercana al centro de la galaxia y conocida como Sagitario B2.

La intención del equipo (y este detalle es importante) no era descubrir a qué olía Sagitario B2, sino encontrar nuevas moléculas orgánicas en el espacio interestelar. Al hablar de “moléculas orgánicas” nos referimos a compuestos “vertebrados” por el elemento carbono y sin los cuales los procesos biológicos que conocemos no existirían. Con esta idea en mente, apuntaron hacia Sagitario B2 el radiotelescopio IRAM (Instituto de Radioastronomía Milimétrica) ubicado en Sierra Nevada. Mediante técnicas de análisis espectrométrico (cómo se alteran las propiedades de la luz en función de con qué elementos interactúe), el equipo encontró 4.000 señales diferentes sobre las cuales aplicó un fuerte cribado.

Por un lado, excluyeron todas aquellas cuya presencia en el espacio ya conocíamos. Esto es especialmente importante para las conclusiones, porque tendemos a conocer los casos más abundantes, por lo que, si los estamos excluyendo, los compuestos restantes serán (posiblemente) mucho menos frecuentes. Y, de hecho, eso es exactamente lo que sucede con los dos compuestos que encontró el artículo: el formiato de etilo y el n-propilcianuro. Sus concentraciones eran ínfimas, prácticamente testimoniales frente al resto de compuestos. Así pues, no solo es que el centro de nuestra galaxia tenga más bien poco formiato de etilo, sino que está mezclado con otras muchas sustancias que también poseen su propio olor.

(Casi) Todo huele

El olfato es un sentido que funciona como un laboratorio químico. La mayoría de las sustancias desprenden algunas partículas que las componen, las cuales, viajan por el aire hasta nuestras fosas nasales. Una vez dentro de ellas, cada partícula se une a un receptor del olfato afín que allí encuentre. Cada olor “puro” tiene su receptor y los humanos tenemos unos 400 diferentes. No obstante, la mayoría de los aromas que percibimos son un cóctel de sustancias y, combinando receptores distintos, podemos llegar a distinguir cerca de un billón de olores. Esto significa que, para que el espacio nos huela a algo, tendrán que viajar partículas hasta nuestras fosas nasales, por lo que la escafandra supondría un primer problema y la falta de aire (y por lo tanto viento) que los transportes del objeto a nosotros también complicaría el proceso, pero hay un detalle más.

Hemos explicado que al mayor parte de olores que reconocemos es una combinación de sustancias y no un único tipo de molécula. Esto ya complica la idea de que el formiato de etilo sea el único responsable del olor que conocemos como “frambuesas” o “ron”, a pesar de que ambos presenten esta sustancia. De hecho, pensémoslo un momento. ¿Cómo puede el universo oler a ron y a frambuesas al mismo tiempo por una sola molécula? El olor de las frambuesas y el olor del ron son bastante diferentes, incluso aunque compartan algunas notas. En realidad, esto se debe a que, si bien el formiato de etilo es uno de los principales componentes del olor a frambuesa (que no el olor a sí mismo), en el olor a ron juega un papel mucho más secundario.

Precisamente por estos motivos (la baja concentración, la complejidad química de los olores, etc.) es bastante impreciso decir que nuestra galaxia, y en especial su centro, huele a frambuesas o a ron. No obstante, tanto este estudio como los que han detectado formiato de etilo en otros lugares del universo, tienen su relevancia. Nos hablan de un compuesto que en nuestro planeta está estrechamente ligado a la vida, pero que, en las condiciones adecuadas, puede aparecer de forma independiente. En este caso, se sospecha que la energía de la radiación ultravioleta podría cumplir un papel importante en la síntesis del formiato de etilo que encontramos en el universo.

Por lo que, habiendo analizado un poco la aproximación que hace la investigación original queda claro que existe cierto salto de fe entre sus conclusiones y la creencia popular, lo cual no quiere decir que, con un par de retoques, no podamos conseguir un buena dato que soltar en el momento adecuado. De hecho, te lo dejamos a continuación.

“Resulta que se ha detectado que en una nube de gas y polvo, relativamente cerca del centro de nuestra galaxia, hay compuestos entre los cuales algunos recuerdan al olor de las frambuesas y en menor medida al del ron”.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Dado que no hemos viajado a Sagitario B2, es difícil hacerse a la idea de cómo olerá realmente. No obstante, sí que contamos con testimonios acerca del olor del espacio. Concretamente, el aroma que rodea a la Estación Espacial Internacional. Según dijo el astronauta ruso Alexander Skvotsov, se trata de un olor diferente a cualquier otra cosa que hubiera olido antes. Lo asociaba, en concreto, a algo así como el metal o al olor de cuando, siendo niño, entrechocaba piedras de granito.

REFERENCIAS (MLA):