Paleontología

Intensa polémica ante lo que podría ser el animal conocido más antiguo del planeta: una esponja de 890 millones de años

Hasta ahora, los fósiles de animales más antiguos se databan en 540 millones de años, pero un nuevo hallazgo parece remontarse 350 millones de años más

Imágenes de la microestructura atribuida a demosponjas de C. Turner
Imágenes de la microestructura atribuida a demosponjas de C. TurnerC. TurnerCreative Commons

En contra de lo que se puede pensar, las ciencias no arrojan verdades absolutas e incontrovertibles, sino resultados que han de ser interpretados y que tienen mayor o menor fiabilidad en función de cómo se hayan tomado, de cuánto hayamos tenido que asumir a partir de otros datos similares, etc. Esto significa que gracias a las ciencias podemos comprender con bastante precisión el mundo que nos rodea, pero que no toda la información científica es igual de fiable. El ejemplo paradigmático son los comienzos, los momentos iniciales del estudio de una hipótesis. Las primeras pruebas a favor o en contra de algo suelen ser insuficientes y los buenos científicos advierten de que los intentos de replicar esos experimentos pueden arrojar resultados contradictorios. Hace falta acumular los resultados de varios estudios para que una afirmación se vuelva robusta y eso, requiere tiempo.

Esto es exactamente el problema ante el cual se encuentran las afirmaciones que Elizabeth C. Turner ha vertido en su último artículo publicado en Nature. En él sugiere haber encontrado lo que sería el fósil más antiguo de un animal. Hasta ahora el récord estaba en 540 millones de años, pero si Turner está en lo cierto, el suyo es 350 millones de años anterior. Hablamos de una diferencia enorme, un fósil un 50% más antiguo que el que hasta ahora ostentaba el primer puesto en el podio. Y, lo cierto es que el revuelo no se debe a la afirmación como conjunto, sino a un punto clave de esta. Se asume que el fósil ha sido correctamente datado y que, efectivamente, tiene los 890 millones de años que indica Turner. Del mismo modo, no hay una gran sorpresa en cuanto al tipo de animal identificado por Turner, que sería una esponja emparentada con las actuales demosponjas. De hecho, hace ya algún tiempo que las esponjas se han convertido en las candidatas preferidas a ser los primeros animales que pisaron la tierra. El problema no está, por lo tanto, ni en el animal ni en la datación, sino en que el fósil corresponda realmente a lo que la doctora Turner plantea.

Voces discordantes

El argumento de la doctora Turner es claro, para ella no existen otros organismos que, hace 890 millones de años, pudieran haber producido el tipo de estructuras que se ven en el fósil. Estamos hablando de diminutas estructuras con forma de red con una disposición muy concreta. Turner parece bastante segura de que los microorganismos de aquel momento no podían ser los responsables, pero precisamente, teniendo en cuenta la idea ya aceptada de que las esponjas son los antepasados más remotos de los animales y el hecho de que algunas de ellas muestran este tipo de estructuras reticulares, han hecho que Turner las considere como principales sospechosas. Comparado con otros fósiles de esponjas más recientes, los restos de hace 890 millones de años guardan suficientes similitudes como para sopesar la hipótesis de que eran, asimismo, esponjas.

Sin embargo, no todos los expertos comulgan con esa propuesta. Jonathan B Antcliffe ya se ha proclamado en contra, por ejemplo, y considera que las peculiaridades que Turner atribuye a las esponjas no son tan específicas como ella cree. De hecho, para Antcliffe le faltan estructuras epiculadas a modo de “esqueleto”, como tienen las esponjas del registro fósil. Es más, a esto añade que esos rasgos aparentemente exclusivos pueden encontrarse en microbialitos, que son agrupaciones de bacterias y las sustancias producidas por estas. Vida microbiana y, por lo tanto, no animal. Antcliffe es experto en esponjas e insiste con bastante seguridad en que hay muchos más candidatos factibles al margen de su objeto de estudio.

Un caos controlado

Claro que la voz de Antcliffe no está sola y se agolpan tanto detractores como defensores a ambos lados de la postura. Turner ha recibido el apoyo de otros expertos que, de hecho, se han atrevido a afirmar con más rotundidad que ella el origen espongiforme del fósil. Es más, algunos expertos han querido concretar incluso el tipo de esponjas ante el que nos encontramos, apuntando así a las demosponjas, algunos de cuyos representantes han sobrevivido hasta nuestros tiempos.

Estamos viviendo un momento de caos propio de los amaneceres científicos. Un caos al que la pandemia nos ha familiarizado como nunca, ya que gracias a la (a veces excesiva) comunicación de los medios, hemos podido seguir de cerca los titubeos naturales de la ciencia. Este caso no es diferente, y la doctora Turner lo sabe. Hará falta que pase mucho tiempo y se encuentre algún otro fósil espongiforme con una antigüedad similar, sea en Canadá o en cualquier otro lugar.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Estas polémicas son normales, en especial en disciplinas como estas, donde la clasificación de un fósil aislado es casi imposible y requiere apoyarse en muchos más aspectos, como por ejemplo, la identificación de otros ejemplares más o menos completos.

REFERENCIAS: