Geología

El Matterhorn, la sorprendente montaña que no va a Mahoma, pero sí baila

Las montañas crecen, decrecen e incluso se mueven muy lentamente, pero un nuevo estudio revela la increíble frecuencia a la que se bambolea el Matterhorn

Captura de la simulación por ordenador de las oscilaciones del Matterhorn. El movimiento no es normal, está exagerado para facilitar su visualización pero, en realidad, es del orden de los nanómetros (como mucho)
Captura de la simulación por ordenador de las oscilaciones del Matterhorn. El movimiento no es normal, está exagerado para facilitar su visualización pero, en realidad, es del orden de los micrómetros (como mucho)Samuel WeberCreative Commons

La Tierra está viva. Poéticamente viva, por supuesto, pero es una manera de asentar la premisa: que se mueve, cambia y a veces lo hace incluso con violencia. Solemos minusvalorar la geología y pensar siempre en su famoso tiempo profundo, esas escalas descomunales de millones de años en los que un par de continentes se aproximan ligeramente o se erosiona parte de un acantilado. 2021 nos trajo un desagradable recordatorio de lo que puede pasar cuando la Tierra toma la vía rápida. Lo vimos con el volcán de la Palma y la geología también dio cuenta de ello. En este caso, empezamos 2022 con una noticia mucho más benigna, pero que también nos habla de cómo la Tierra, a veces, se mueve con brío.

La protagonista de la noticia es una montaña, aunque el estudio, en realidad, ha implicado a un par de ellas. Estamos hablando del Grosser Mythen y del Monte Cervino, también conocido como Matterhorn en función de a qué lado de la frontera “italosuiza” nos encontremos. Sin embargo, la popularidad y los sorprendentes resultados de esta última han hecho que eclipse al Grosser Mythen allí donde se habla del estudio. Y si las protagonistas son unas montañas, la acción es un inesperado bamboleo cada 2 segundos. Inesperado, desde luego, pero solo para el público general, que estamos acostumbrados a ver a las montañas rígidas, hieráticas, rompiendo contra el horizonte, pero no tan sorprendente para los expertos, que ya conocían estas amplificaciones de los movimientos sísmicos.

Amplificando el suelo

Lo primero en lo que pensamos cuando escuchamos esta noticia es, posiblemente, que el movimiento se deba al soplo del viento, como ocurre con los edificios altos. Y lo cierto es que estaremos equivocados en parte. Cierto es que las corrientes de viento aumentan su velocidad a medida que ascendemos en la atmósfera, y al menos durante los primeros metros lo hacen de forma muy drástica. Esto se debe, en parte, a que en la superficie terrestre el viento se ve frenado por el rozamiento contra la superficie del suelo y entre los edificios. Sin embargo, el movimiento que podemos experimentar desde la cima de la Torre Eiffel o el Empire State se siente diferente, no es una simple corriente. Lo que está pasando es que la vibración del suelo se transmite por el edificio y permite su bamboleo.

Tenemos que entender que, como decíamos al principio, la Tierra se mueve, de hecho, está moviéndose constantemente pero tan suave que no podemos percibirlo. Se debe a terremotos, desprendimientos, el fluir del agua e incluso a la acción humana. Claro que, siendo tan débiles comparados con la robusta roca de 12 kilómetros de diámetro que tenemos por planeta, no podemos esperar notarlos. Podríamos imaginar el suelo como una marabunta de personas abrazadas, si intentas zarandear a una se moverá muy poco y las que le rodean se moverán incluso menos, de hecho, la estabilizarán. Sin embargo… ¿Qué pasaría si se erigiera un castell sobre la marabunta?

Empecemos a construir una pirámide de personas. Iríamos apilando gente, cada vez menos a medida que ascendemos. Eso significa que a según ganamos altura, la inmunidad de la marabunta ante los zarandeos se pierde, tienen menos gente a su alrededor estabilizándoles, por lo que los mínimos temblores de la base se sienten algo más fuertes con cada capa que ascendemos, cada altura desestabilizando un poco más a la siguiente. Esto es parecido a lo que vemos cuando cogemos una vara de avellano, un regaliz o una salchicha por la punta y agitamos la mano con movimientos muy cortos. El extremo libre no se bamboleará con la misma contención que nuestra mano, sino que irá de un lado para otro con violencia. Salvando las enormes distancias, esto es lo que los expertos han podido detectar en estas dos montañas y lo que sospechan que debe estar ocurriendo en muchas otras.

Desprendimientos por bamboleo

No obstante, hay que devolver los pies al suelo, porque si bien en estos ejemplos el movimiento de los objetos era más que evidente, aquí hablamos de un bamboleo imperceptible para el humano, tanto en la base como en la cima, pero que ha podido ser registrado por sismógrafos y que, efectivamente, experimenta una amplificación bastante acusada. Para ponerlo en cifras, el Matterhorn tiene una altitud de casi 4.500 metros. Las vibraciones de la base fueron amplificadas hasta tal punto que la cima oscilaba unos micrómetros (la milésima parte del milímetro).

Pude parecer poco, pero es 14 veces más que lo que ocurría a nivel del suelo. Este abaneo ocurría cada 2 segundos (frecuencia de 0,43 hercios). El Grosser Mythen amplificaba menos, pero al ser menos alto, su frecuencia era cuatro veces mayor. Esta relación entre la frecuencia y la longitud de un objeto (altura en este caso), es, precisamente, lo que hace que las cuerdas de una guitarra suenen con tonos diferentes (esto, su grosor y la tensión a la que esté sometida, claro). Estos estudios, a parte de curiosos, pueden ayudar a comprender cómo se producen los desprendimientos en determinadas montañas y predecirlos en función de la amplificación que produzcan, su altura y su aspecto.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • No es la primera vez que se mide el bamboleo de una estructura geológica. De hecho, algunos de los investigadores implicados en este estudio ya habían participado en otros de una naturaleza similar. La sorpresa en este caso es cuánto puede amplificar los movimientos sísmicos una estructura tan masiva como el Matterhorn.

REFERENCIAS (MLA):