Ciencia

Los volcanes podrían revelarnos de dónde venimos.

Nuevos estudios de los sedimentos volcánicos encontrados en los yacimientos fósiles más antiguos de humanos primitivos ha permitido datarlos con una precisión mucho mayor.

Reproducción del cráneo del Hombre de Kibish (Omo I). “Musée des Civilisations Noires” en Dakar (Senegal).
Reproducción del cráneo del Hombre de Kibish (Omo I). “Musée des Civilisations Noires” en Dakar (Senegal).GuillaumeGCreative Commons

Situémonos entre los años 1967 y 1974. En este período el hombre llegó a la luna, se creó el primer teléfono móvil y, sin hacer mucho ruido, un equipo liderado por el paleoantropólogo Richard Erskine Frere Leakey (recientemente fallecido el 2 de enero del 2022) se encontraba trabajando en unos prometedores yacimientos de huesos antiguos en Etiopía. Según excavaban, iban apareciendo más y más restos: un cráneo, dos, cuatro mandíbulas, centenares de dientes y otros muchos pedazos de huesos que eran prácticamente inidentificables. En aquel momento poco podían saber acerca de la trascendencia de su descubrimiento y, al no encontrar herramientas de piedra o abalorios que pudiesen dar pistas sobre la antigüedad de los restos, fueron inicialmente clasificados como “inconcluyentes”. Sin embargo, la morfología de los huesos sí que permitía asegurar una cosa; se trataba de Homo sapiens,seres humanos modernos.

Cuando la edad sí importa

Casi 30 años después se realizaron estudios más exhaustivos utilizando técnicas de datación que revelaron que estos huesos tendrían unos 200 000 años de antigüedad convirtiéndolos así en los restos de Homo sapiens más antiguos de África. Pero algo no cuadraba. Como dijo la doctora Céline Vidal, vulcanóloga del Departamento de Geografía de la Universidad de Cambridge: “Utilizando estos métodos, la edad generalmente aceptada de los fósiles de Omo es inferior a 200 000 años, pero ha habido mucha incertidumbre en torno a esta fecha”. Así que, para saber exactamente de cuándo eran estos fósiles iban a necesitar de los datos que pudiesen aportar otros campos de la ciencia, y la respuesta la han acabado dando los volcanes.

En este caso, la localización de las excavaciones es muy importante. El yacimiento del que hablábamos al principio del artículo, denominado Omo I, se encuentra en la formación geológica Omo Kibish, creada por el río Omo, que cruza el sudeste de Etiopía. Si miramos un mapa físico de la región, observaremos que nos encontramos dentro del Gran Valle del Rift de África Oriental. Este valle es una enorme fractura geológica que comenzó a formarse durante los últimos 30 millones de años cuando, debido a las corrientes de magma del interior del planeta, empezaron a separarse las placas continentales africana y somalí. Toda esta actividad tectónica da como resultado una zona con alta concentración de terremotos y volcanes, y son estos últimos, los volcanes, los que tienen una cualidad muy importante; que sus erupciones poseen una firma química única.

Pero volcán ¿Qué has hecho?

La firma química permite diferenciar dos erupcionesvolcánicas mediante un análisis de los minerales que expulsan y, esta firma, se trasmite en la ceniza que expulsa el volcán. La ceniza puede viajar cientos de kilómetros y formar grandes depósitos donde acabará sedimentando y transformándose en toba –un tipo de piedra caliza muy porosa- por la acción del agua y el paso del tiempo. Las nuevas capas de toba que se vayan formando debido a nuevas erupciones se irán acumulando encima de las anteriores, por lo que las más antiguas se encontrarán bajo y, si encontrásemos un objeto debajo de una de esas capas, podemos inferir que ese objeto es anterior a la erupción.

Por ello, un equipo de vulcanólogos de la Universidad de Cambridge liderados por la Dra. Vidal examinaron exhaustivamente las grandes erupciones volcánicas de la región, buscando firmas químicas que pudieran arrojar luz sobre la edad de los huesos de Omo I. Tras una cautelosa toma de muestras y, mediante la datación de las capas de los sedimentos de ceniza volcánica que se encuentran por encima y por debajo de los materiales arqueológicos y fósiles, pudieron relacionarla con la erupción del volcán Shala, localizado a 400 kilómetros de la región.

Imagen de satélite del Lago Shala
Imagen de satélite del Lago ShalaNASADominio Público

Este volcán entró en erupción hace más de 230 000 años, formando lo que hoy conocemos como los Lagos Shala, los lagos más profundos del Valle del Rift de Etiopía. Actualmente, los manantiales de aguas sulfurosas que expulsan aguas termales recuerdan que la actividad volcánica no ha cesado, pero sí que se encuentra mucho más calmada que cuando envió las cenizas hacia la región de Omo Kibish. Esta actividad residual no supuso un impedimento para el equipo de la Dra. Vidal, que se acercó a la zona para tomar muestras de las rocas y sedimentos de alrededor del antiguo volcán para poder datarlos y confirmar su edad.

La importancia de estos estudios radica en que nos permiten acotar la edad de los fósiles más antiguos de Homo sapiens, demostrando que estábamos ahí antes de lo que creíamos, sin embargo, la incógnita aún no está completamente resuelta porque, como declaró la doctora Vidal: “El estudio de la evolución humana varía con el conocimiento: los límites y las líneas de tiempo cambian a medida que mejora nuestra comprensión.” Sin embargo, estos estudios también nos enseñan parte de nuestra historia, porque, como añadió: “Estos fósiles demuestran lo resistentes que son los humanos: que sobrevivimos, prosperamos y emigramos en una zona tan propensa a los desastres naturales.

Que no te la cuelen

  • En la última década (2010-2020) se han registrado 80 erupciones volcánicas en diferentes lugares del mundo y solo en 2021 se han producido 8, entre ellas la del volcán de Cumbre Vieja en La Palma.
  • Los volcanes no solo han ayudado a preservar ciudades como Pompeya y Herculano, si no que nos muestran muchas pistas sobre cómo era el clima de la época.

Referencias (MLA):