Ecología
El cambio climático está encogiendo a las aves
Las aves con cerebros más pequeños parecen reducir su tamaño mucho más que las que poseen cerebros más voluminosos.
Los efectos del cambio climático son muchos, ya no en potencia, sino en acto, ahora mismo. Para bien o para mal, estamos acostumbrados a escuchar hablar de la mayoría de ellos: condiciones climáticas extremas, huracanes, pérdida de la biodiversidad, subida del nivel del mar, etc. Sin embargo, es bastante probable que nunca hayas leído sobre cómo el cambio climático puede encoger a los seres vivos. Hace tiempo que los investigadores se percataron de la reducción de tamaño que estaban experimentando algunas especies de aves, por ejemplo. Algo las estaba encogiendo de forma progresiva, haciéndolas más pequeñas que sus antepasados. Es posible que ahora estés devanándote los sesos, tratando de entender cómo puede encogernos el cambio climático y, aunque sabemos que nada tiene que ver con que nos deshidrate como una pasa al Sol, el mecanismo exacto todavía es una incógnita.
En cualquier caso, esa no es la noticia porque, como digo, ya se sabía. La novedad es que parece no afectar por igual a todos las aves. Un nuevo estudio ha encontrado que las especies cuyo tamaño más ha menguado tienen, por lo general, cerebros menores que los de las especies menos afectadas. Las conclusiones parecen claras, existe una correlación entre el volumen del cerebro y el efecto del cambio climático en el tamaño, aunque todavía no esté claro qué relación causal une ambas características (si es que acaso una es causa de la otra y no la doble causa de algo todavía desconocido) Sobre este nuevo descubrimiento ha empezado la especulación, y la primera ha pasado bastante desapercibida, porque ¿podemos decir acaso que las aves más inteligentes se ven menos afectadas por el cambio climático?
Cabezón e inteligente
En el propio estudio toman el tamaño del cerebro como marcador de la inteligencia entre las aves y, aunque no hay nada incorrecto en ello, debemos comprender que se trata de una aproximación cuyo grado de precisión desconocemos. Parece evidente asumir que un cerebro más grande será causa de inteligencia, pero hasta donde sabemos, las excepciones son muchas, sobre todo entre organismos de una misma especie.
Es más, en el caso de las aves la relación entre las métricas del cerebro y su inteligencia parece algo menos consistente que entre los mamíferos que tanto hemos estudiado. Su cerebro carece de esa complejidad de arrugas (circunvoluciones) que surca el nuestro, aumentando muchísimo su superficie. La manera en que ellas procesan la información es presuntamente muy diferente a la nuestra, aprovechando otra serie de estructuras que se distribuyen de otra manera en la tridimensionalidad del cerebro, eso significa que puede no haber una relación tan clara entre tamaño y cognición (aunque la simplificación ha sido burda e incompleta, nos ayuda a vislumbrar el problema).
La ventaja de encoger
Aclaremos que no hay absolutamente nada malo en que se especule de este modo, es algo totalmente necesario para el desarrollo de la ciencia, pero es conveniente diferenciar muy bien qué se sospecha y qué se sabe cuándo se presenta al público una nueva investigación. Solo así podremos conocer realmente su importancia y hacia dónde se dirigen las investigaciones. Puntualizado esto, la siguiente especulación que merece la pena plantear es “por qué el cambio climático encoge a algunas especies”, principalmente porque así nos haremos una idea de cómo podría contrarrestarlo una mayor inteligencia. Como decíamos, no parece haber una respuesta sólida, pero hay mayormente dos hipótesis.
La primera plantea que un cuerpo menor tiene mayor relación entre superficie y volumen, permitiendo que el organismo intercambie más calor con el medio y no se sobrecaliente. Para entenderlo, debemos recordar que cuando doblamos el tamaño de algo manteniendo sus proporciones, su superficie aumenta multiplicándose por sí misma, pero su volumen se eleva al cubo (volumen X volumen X volumen), es el equivalente a hacernos un ovillo bajo las mantas para no perder calor. La otra hipótesis es más sencilla: plantea que el cambio climático está reduciendo las fuentes de alimento de las aves, haciendo que crezcan menos. En este segundo caso el efecto no sería tanto evolutivo (seleccionando a los individuos más aptos), sino limitando su desarrollo en cada ejemplar.
Sabiendo esto, llega la especulación final: ¿Cómo puede estar ayudando la inteligencia a prevenir esta mengua? Pues una vez más, hay varias alternativas. Por un lado, parece plausible que con una mayor inteligencia sea más fácil encontrar alimento, aunque escasee. Por otro lado, sabemos que las especies más inteligentes tienden a establecer redes sociales mucho más complejas, evitando que la genética de una población aislada acabe volviéndose la norma para toda la especie. Por otro lado, podría ser que las aves más inteligentes fueran más capaces de explorar nuevos y desafiantes hábitats, como pueden ser las ciudades.
Puede que todas estas cuestiones se resuelvan durante los próximos años, y eso será una noticia positiva para las aves, por supuesto, porque podremos protegerlas mejor de las condiciones climáticas, pero, sobre todo, será una buena noticia para nosotros, porque nuestra supervivencia como especie está íntimamente unida a la salud de nuestro medio ambiente.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Sabemos que en las aves hay estructuras muy importantes para su cognición en la profundidad de sus cerebros, mientras que en nuestro caso la amplia mayoría de funciones cognitivas superiores tienen lugar en la superficie. En ambos casos, se produce en lugares donde las neuronas (las células del cerebro) se conectan unas con otras, apelotonando sus somas y entrecruzando axones y dendritas.
REFERENCIAS (MLA):
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