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Tu perro también sabe lo que es una injusticia

Algunos animales responden a las injusticias como las personas, y eso da pistas sobre su capacidad para sentir emociones

Perro dando la patita a una mano (la persona está fuera de la imagen)
Dame la patitaLeon NatanDominio público

Si les pides a dos perros que te den la patita, y a uno lo recompensas con un trozo de pan cada vez que te la da pero al otro no, el segundo perro dejará de darte la patita más pronto que tarde. De hecho, desistirá antes que si los dos perros reciben recompensas, y también antes que si ninguno de los dos perros la recibe. Esto es lo que mostró un estudio realizado con 29 perros (formando 30 parejas en total). Es decir, los perros se dan perfecta cuenta cuando no obtienen la misma recompensa que sus compañeros y, al percatarse, desisten de colaborar. ¿Quiere decir esto que los perros saben lo que es una injusticia?

Desde luego, parece que los perros responden ante las injusticias cuando les perjudican. Pero otros animales van más allá. Los chimpancés tampoco colaboran si se ven privilegiados con respecto a un compañero, por ejemplo si reciben uvas en lugar de zanahorias a cambio de realizar una tarea. También intentan separar a los compañeros que se pelean incluso si eso significa perjudicar a sus amigos. Además, muchas otras especies (ratas, palomas, macacos o los propios chimpancés) están dispuestas a renunciar a su comida para ayudar a otro individuo que lo necesite.

Yo haría lo mismo

Como seres humanos, nos resulta fácil identificarnos con estos comportamientos y pensar “claro, yo haría lo mismo”. Pero quizá lo tengamos más difícil para, desde aquí, concluir que los animales son seres morales que sienten emociones y actúan en consecuencia. ¿Por qué? Puede que tengamos muy presente que siempre es sano poner algo de freno a la tendencia tan humana de atribuir nuestra manera de pensar a otros seres, sobre todo los animales. Pero esta actitud llegó a fomentar una corriente quizá demasiado escéptica que evitaba atribuir cualquier signo de pensamiento a los animales.

Sin embargo, desde mediados del siglo XX se han acumulado experimentos que demuestran las capacidades de los animales para desarrollar tareas tan complejas como utilizar herramientas o trabajar en equipo para resolver problemas. Si sus cerebros les permiten albergar todas estas ideas, quizá no sea tan descabellado pensar que los perros o los chimpancés podrían tener un sentido moral suficiente para entender las injusticias y actuar en base a ellas.

Es más, si los animales son seres morales o no podría tener implicaciones éticas sobre nuestra manera de tratarlos. Hasta ahora, las consideraciones que motivan las leyes y normas de protección animal suelen girar en torno al dolor físico o emocional que puedan sufrir los animales. Pero, si beneficiar o perjudicar a un individuo en concreto tiene efectos morales sobre otros individuos, se sigue de nuestros principios éticos que deberíamos pensar también en los vínculos morales entre ellos.

Emociones animales

En el ámbito de la ciencia cognitiva, cada vez son más las voces abiertas a considerar la existencia de emociones en los animales no humanos. Algunas personas van más allá y encuentran razones para pensar que estas emociones van ligadas a sentimientos conscientes. O, al menos, destacan que no hay motivos para afirmar lo contrario. Se basan en la idea de que, si dos especies similares muestran un comportamiento similar en circunstancias similares, los procesos psicológicos subyacentes probablemente sean parecidos.

A su vez, esta idea está bien fundamentada dadas las similitudes entre los sistemas nerviosos de los seres humanos y de otros animales. Además, la historia evolutiva que hemos compartido con ellos ha fomentado respuestas emocionales al entorno. Si bien la incapacidad de los animales para expresar verbalmente sus emociones nos podía invitar a pensar que carecían de ellas, cada vez más investigaciones muestran que sí disponen de estrategias no verbales. Basta comparar, por ejemplo, con bebés humanos (que tampoco hablan, pero sí sienten emociones) para comprender que el lenguaje verbal no lo es todo.

¿Intuición o razonamiento?

Es más, cuando los seres humanos reaccionamos ante una injusticia, a veces lo hacemos a partir de un razonamiento meticuloso, pero otras veces nuestra respuesta es simplemente emocional. Podemos deducir racionalmente cuáles son las consecuencias éticas de coger un avión o de comer carne dos veces al día, y tenerlas en cuenta a la hora de tomar decisiones.

Pero las investigaciones en filosofía y neurociencia muestran que, en muchas ocasiones, somos capaces de detectar lo que está bien y lo que está mal a partir de nuestra intuición, sin argumentar a partir de principios morales. Lo que está bien nos inspira satisfacción y admiración, mientras que lo que está mal produce enfado o sensación de culpabilidad. Ha llegado a haber experimentos que consiguen alterar los juicios morales que hace una persona con solo exponerla a olores desagradables para manipular las emociones que siente.

Entonces, si sustituyéramos los perros del experimento inicial por personas, hay motivos para pensar que detectarían la injusticia a partir de un sentimiento de enfado o indignación. Pero, si los perros también son capaces de sentir estas emociones, ¿podrían fundamentar su sensación de injusticia? Estos experimentos sugieren que sí. Por sus reacciones ante la injusticia, queda patente que los animales no humanos se nos parecen más de lo que pudiéramos imaginar.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • No solo los animales vertebrados tienen sentimientos. Es lo que concluyó un informe que revisó más de 300 estudios científicos sobre cefalópodos (como pulpos, calamares o sepias) y crustáceos decápodos (como cangrejos, langostas o gambas). El informe, publicado a finales de 2021 por la London School of Economics and Political Science (Reino Unido), recomienda que se incluyan estas especies en las normativas británicas de bienestar animal.

REFERENCIAS (MLA):