Una técnica para deshacerse de las bacterias "malas" y recuperar las "buenas" en nuestro cuerpo

En el sistema digestivo, hay un delicado equilibrio de poblaciones bacterianas. Cuando se interrumpe este equilibrio, las bacterias dañinas pueden apoderarse del colon y causar que se hinche y provoque colitis. Ciertas enfermedades, incluida la enfermedad inflamatoria intestinal y la enfermedad de Crohn, involucran colitis crónica y actualmente requieren inmunosupresores para tratarlas. Estos medicamentos son costosos y no específicos, y en ocasiones dan lugar a bacterias resistentes a los antibióticos. Un equipo de científicos de la Academia Nacional de Ciencia de China ha encontrado una solución para este problema.

Una estrategia alternativa para reducir el impacto de los antibióticos es entregar bacterias beneficiosas, o probióticos, para ayudar a restablecer el equilibrio. Pero para llegar al colon, un tratamiento primero debe pasar a través del ácido estomacal, soportar que el intestino lo elimine y luego luchar por el espacio junto a las bacterias invasoras. La combinación de probióticos con un sistema de administración de fármacos podría hacer factible esta estrategia, aunque la mayoría de los enfoques actuales simplemente protegen a los probióticos de la digestión sin afectar a los microbios responsables de la afección. La solución del equipo liderado por Jinjin Shi pasa por combinar probióticos con esferas de microgel específicas que no solo protegieron a las bacterias buenas, sino que también ayudaran activamente a eliminar las malas. Los resultados se han publicado en American Chemical Society. Por ahora la técnica se ha evaluado en ratones y permitió tratar la inflamación intestinal sin efectos secundarios.

Para llegar a esta conclusión, el equipo de Shi combinó alginato de sodio, tungsteno y nanopartículas que contienen calcio en pequeños microgeles esféricos, y luego los recubrieron con bacterias probióticas beneficiosas. Los geles protegieron a las bacterias a medida que avanzaban por el estómago y aumentaron su tiempo de retención en el colon. Una vez allí, las proteínas de calprotectina, altamente expresadas durante la colitis, se unieron al calcio y desarmaron los geles, lo que permitió que escapara el tungsteno. Al desplazar el molibdeno en un sustrato enzimático clave de la bacteria mala Enterobacteriaceae, el tungsteno inhibió el crecimiento del microbio sin afectar a los probióticos. En experimentos que utilizaron un modelo de ratón con colitis, el sistema permitió que los probióticos proliferaran en el intestino sin efectos secundarios. Además, los ratones con las esferas de microgel no mostraron muchas de las características de la colitis, como colones más cortos o barreras intestinales dañadas, lo que demuestra que el sistema de administración podría ser una estrategia de tratamiento viable. Aunque los investigadores también quieren probar su utilidad en modelos preclínicos más avanzados, dicen que este trabajo proporciona una nueva perspectiva en los tratamientos que utilizan probióticos colonizadores.

La importancia de este hallazgo reside en que nuestro microbioma tiene una vía de comunicación directa con el cerebro. No solo regula nuestra dieta, la respuesta inmunológica a los antibióticos y otros factores vinculados a la digestión y la alimentación. Pero hay más. Si bien tiene un papel vital en la función de nuestro sistema inmunológico, los estudios más recientes también muestran que hay microbios intestinales específicos que pueden impulsar el desarrollo de ciertos tipos de cáncer, ayudar a prevenirlos y también influir en la eficacia de las terapias contra el cáncer. Por si fuera poco también hay evidencias que ciertas bacterias y los subproductos que producen afectan nuestro estado de ánimo, la cognición y el comportamiento.

Mantener una buena salud de este sistema, por lo tanto, no solo afecta nuestro estado físico, también nuestra salud mental y nuestra capacidad para enfrentarnos al estrés, adquirir conocimientos y hasta comprender mejor el mundo que nos rodea.