Algunos de los grandes simios muestran comportamientos burlones parecidos a los observados en los bebés de ocho meses

Las bromas de los gorilas nos permiten entender nuestra propia evolución

Algunos de los grandes simios muestran comportamientos burlones parecidos a los observados en los bebés de ocho meses

Gorilas jugando
Gorilas jugandoMax BlockMax Block

El humor forma parte de nuestras vidas. Incluso lo celebramos el 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, gastando bromas a nuestros amigos y familiares. Sin embargo, aunque es un estado de ánimo común, no a todo el mundo le afecta por igual. Algunas personas tienen un humor muy sutil y otras no pueden aguantarse una sonora carcajada al ver a alguien tropezar.

Pero, aunque sorprenda, incluso el humor más absurdo puede considerarse una muestra de la inteligencia de una especie. Las primeras “bromas” que gastamos se dan a la pronta edad de siete u ocho meses. Por lo general, se basan en bromas físicas muy sencillas, como dar y retirar un objeto o utilizar el factor sorpresa. Aunque en un principio esto nos pueda parecer algo sin mucho misterio, este tipo de bromas requiere de unas capacidades cognitivas básicas de las que muchas otras especies carecen. Cosas como el entendimiento de un lenguaje (que no necesariamente requiere del habla), los procesos imaginativos o la capacidad de adoptar diferentes puntos de vista, son necesarios a la hora de elaborar estas burlas.

Con el tiempo nuestro humor se va refinando, adoptando otros matices más profundos. Como es el caso de la ironía, que no llega a desarrollarse en nosotros hasta los casi cinco años. Y, aunque seguro que te encantaría poder hacer bromas más elaboradas a los más pequeños de la casa, piensa que el tiempo de espera juega a nuestro favor. Que aún no comprendan ciertas bromas sutiles es, en parte, lo que les permite a los guionistas de las películas de animación añadir algunos chascarrillos dirigidos al público adulto. Si no estás convencido, te invito a volver a ver películas como Shrek o Cars con una mirada más madura.

Sin embargo, las burlas no son sólo una peculiaridad del ser humano. Otros simios también muestran comportamientos similares a los que manifiestan los bebés de menos de un año. Un nuevo estudio, presentado por varios equipos multidisciplinares de la Universidad de California (Los Ángeles y San Diego), el Instituto Max Planck de Comportamiento Animal y la Universidad de Indiana, describe este tipo de comportamientos en grandes simios como los orangutanes, los chimpancés, los bonobos y los gorilas.

¿Bebé molesto o inteligente?

Las bromas son una parte importante en nuestra forma de relacionarnos con el resto. Si las analizamos de forma técnica, se basan en la capacidad que tenemos los seres humanos para comunicarnos con otras personas, anticipar acciones futuras y reconocer y apreciar la vulneración de las expectativas de los demás.

Desde pequeños aprendemos que las bromas provocan reacciones en las personas que nos rodean, integrándonos así en el grupo. Por eso, con ocho meses, antes tan siquiera de que pronunciemos nuestras primeras palabras, ya tenemos aprendidas algunas de estas travesuras. Los bebes juegan a ofrecer y retirar objetos, a romper las normas (como no tocar el mando de la tele o no entrar en el despacho) y a molestar mientras hacemos una actividad (como cerrándonos el portátil cuando estamos teletrabajando). Aunque a veces este tipo de comportamientos sólo les hace gracia a ellos, siempre podemos sacar el lado positivo: se trata de un bebé mostrando su inteligencia.

Pero no solo los bebés son aficionados a estas burlas. En el artículo publicado esta semana en las actas del Royal Society B Biological Sciences, han mostrado evidencias de que algunos de los grandes simios también son capaces de relacionarse usando mecanismos parecidos.

Haciendo monerías

La famosa primatóloga Jane Goodall ya había mencionado este tipo de comportamientos en sus estudios. Sin embargo, esta investigación es la primera que se basa principalmente en las burlas de los simios.

Los investigadores pudieron identificar hasta 18 comportamientos distintos relacionados con las bromas. Entre ellos, los simios mostraban conductas intencionalmente provocativas y juguetonas con sus compañeros. Para ello, agitaban partes de su cuerpo de forma repetitiva, los golpeaban, acercaban mucho sus caras, interrumpían movimientos y les tiraban del pelo. Vamos, casi como volver al instituto.

En este estudio, además, tuvieron en cuenta que los comportamientos observados no formasen parte de un juego. Observaron que la interacción no era correspondida por el usuario pasivo y parecía divertir sólo a uno de los individuos, en este caso, el “bromista”. Además, confirmaron que los simios que gastaban las bromas miraban a su víctima fijamente esperando alguna respuesta. Un gesto que no se correspondería con una petición de juego.

Aunque descubrir que otros simios llegan a ser un tanto pesados con sus compañeros nos podría parecer irrelevante, este estudio nos da una pista muy importante para comprender nuestra evolución. Tener la burla como rasgo común, nos indicaría que los requisitos cognitivos para poder gastar bromas deben haberse desarrollado en nuestros ancestros comunes. O sea, al menos hace 13 millones de años.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • A menudo se confunde que algunos animales tengan conductas similares a las de los humanos en ciertas edades con la capacidad de hacer todas las funciones de un humano a esa edad. Este tipo de características nos permite ver que existe una evolución común, pero las capacidades cognitivas de estos animales no les permiten llegar a los razonamientos a los que puede llegar nuestra especie en la actualidad.

REFERENCIAS (MLA):