
IA
“C-3PO” llegará este año y estos son sus 4 peligros principales
Robots como Neo, de 1X, podrían llegar a cientos de hogares antes de que termine 2025

Era 1977 cuando las pantallas de cine de medio mundo nos trajeron a C-3PO, un androide galáctico capaz de cruzar desiertos y traducir todo tipo de idiomas alienígenas. Desde entonces, su dorada coraza se ha convertido en un referente cultural, aquello que nos viene a la cabeza si pensamos en robots domésticos. Ahora, casi 50 años después, es posible que estemos a las puertas de tener nuestro propio C-3PO, puede que no tan galáctico, pero también mucho menos neurótico. A riesgo de mezclar franquicias de ciencia ficción, sus creadores lo han bautizado como Neo y, aunque todavía le cuesta maniobrar en el hostil territorio de los domicilios humanos, podría llegar a algunos a finales de este año.
La empresa detrás de este robot, llamada 1X, se propone colocar al menos 100 Neos en hogares de Silicon Valley antes de que termine 2025. Una apuesta arriesgada teniendo en cuenta que, por ahora, el robot está muy lejos de ser autónomo y requiere de una (casi constante) asistencia humana en remoto. Sin embargo, la empresa no presenta la adquisición de Neo como la solución a nuestros problemas domésticos. Según dicen ellos mismos: no es el destino, es más bien un viaje. Te ofrecen formar parte del futuro de la robótica alojando a un pequeño humanoide para que ellos puedan entrenarlo a distancia. Un androide que memorizará el plano de tu casa e inmortalizará en vídeo tus cuestionables decisiones estéticas con el fin de que la empresa siga desarrollando nuevos modelos con los que alimentar el mercado. Todo ello, por supuesto, por un precio todavía incierto, pero que podría acercarse al de un coche de lujo.
¿El fin de la intimidad?
La crítica más evidente a esta tecnología es, por supuesto, la pérdida de la intimidad. Aunque Neo ha aprendido a caminar gracias a un entrenamiento en escenarios simulados por ordenador, hay tareas demasiado complejas para representar en los ceros y unos de una computadora. Recrear el peso, la textura y los complicados movimientos de la ropa tendida es posible, pero hacerlo con suficiente precisión la infinidad de veces que harían falta para entrenarlo es, por decirlo finamente: poco eficiente. Por eso, la empresa se ha decantado por el control remoto, técnicos que asistan a los Neo cuando la complejidad de las tareas lo requieran. Limitaciones que tendrán a los técnicos bastante ocupados, porque excluyen a buena parte de las labores domésticas.
Sin embargo, la esperanza de 1X es que sus robots acaben aprendiendo a ser totalmente autónomos y, para eso, tomarán datos e imágenes mientras realizan sus cometidos, facilitando el entrenamiento. ¿Significa esto que los propietarios de un Neo perderán su intimidad? Posiblemente no porque, si están dispuestos a adquirir un Neo es muy probable que ya la hayan perdido hace algún tiempo. Este robot no nos expone mucho más que otras tecnologías que ya hemos adoptado. La cantidad de información que pueden recabar las aplicaciones móviles sobre nosotros es excepcional, la domótica ya ha cartografiado nuestros hogares y a partir de las fotografías publicadas en redes sociales se nos puede ubicar en el tiempo y en el espacio con una precisión sorprendente. Así que, aunque la falta de intimidad es una de las cuestiones más preocupantes de esta tecnología, lo es también de muchas otras.
¿Quién es el culpable?
La responsabilidad, en cambio, es una cuestión mucho más relevante. Si nosotros empujamos una piedra colina abajo y lesionamos a un senderista, está claro que la culpa es nuestra. Somos legalmente responsables de lo ocurrido y eso está bien. Si, en cambio, es un terremoto el que desprende la roca, el terremoto es “el culpable”, pero eso no lo convierte en legalmente responsable. Hasta aquí no hay mucho misterio, hace tiempo que comprendimos que no hay dioses responsables de las catástrofes meteorológicas y renunciamos a buscar agencia y responsabilidad en ellas. Ahora bien… ¿en qué punto del espectro se encuentra Neo?
Ahora que será operado en remoto por personas está un poco más claro, pero una vez sea autónomo nos encontraremos con el mismo espinoso dilema por el que circulan los coches eléctricos. Por suerte, en este sistema capitalista en el que vivimos, el mercado tiene un especial interés en que se diluciden estas cuestiones (a ser posible, en su favor). Motivo por el cual no deja de crecer el número de abogados especializados en cuestiones de robótica e inteligencia artificial. A falta de que la IA se desarrolle más y podamos plantearnos considerarla como una persona con sus derechos y obligaciones, la responsabilidad de un accidente doméstico estaría en disputa entre la empresa y los propietarios.
Un sector precarizado
Por otro lado, la empresa asegura que la introducción de estos robots en los hogares podría resolver la escasez de mano de obra doméstica que estamos viviendo. La afirmación puede ser estrictamente cierta, del mismo modo que amputarse una pierna puede resolver el dolor que provoca un ligamento roto. No obstante, estaremos de acuerdo con que el dolor es un síntoma y que, siempre que sea posible, conviene que tratemos la causa de la enfermedad.
En este caso, las profesiones que podría suplir Neo están precarizadas y los motivos son complejos, sustituir a los trabajadores (o complementarlos), no nos asegura una solución, de hecho, podría cronificar el problema. Porque es cierto que necesitamos facilitar la asistencia a personas de la tercera edad con limitaciones funcionales, pero la pregunta es “cómo”. Los robots son solo una herramienta y, por lo tanto, las consecuencias de su adopción dependerán de cómo se plantee su introducción.
Guardianes de la conciencia
El cuarto peligro es algo más filosófico, pero igualmente relevante. Cada vez estamos más cerca de tener imitadores perfectos, robots que pueden comportarse como esperaríamos de un humano. No queda mucho para que hablen, se muevan y respondan como nosotros, puede que incluso simulando las emociones más sofisticadas. Y, aunque tendremos que aprender a superar el valle inquietante que nos separa de ese momento, el verdadero problema es otro. ¿Podemos saber si un robot así de sofisticado ha desarrollado conciencia o si tan solo sigue fingiendo tenerla? ¿Qué lo diferencia? ¿Cómo gestionaremos esa incertidumbre como sociedad? Sin duda, habrá quien niegue la posibilidad, oponiéndose a cualquier movimiento que pida derechos y obligaciones para los androides. Por otro lado, habrá quienes se unan a estos movimientos de “liberación”. Tensiones que nos harán cuestionar nuestra cosmovisión, el lugar que ocupamos los humanos en el universo e incluso nuestra relación con la religión.
Pero hay más, porque desde que decidamos dotarlos de la capacidad para imitar emociones… ¿podemos asegurar que no sufrirán? Incluso si no creamos autoconciencia, ni vida, ni cuestiones más profundas. ¿Estamos creando sistemas que experimentaran algo similar al dolor, sino el dolor en sí mismo? Sabemos que hasta los animales menos “complejos” sienten dolor, aunque no los consideremos autoconscientes. ¿Cómo de ético es crear sistemas sufrientes para que sacien nuestras necesidades? Son muchas las cuestiones éticas que todavía no hemos explorado y que tenemos que enfrentar antes de que se vuelvan reales.
Y, aunque puede que en cuestión de 5 años el mercado de los robots domésticos se haya consolidado, es también muy probable que no estemos preparados para adoptarlo. Las tablets modernas nacieron en el año 2000 con Microsoft Tablet PC, pero no empezaron a calar de verdad hasta 10 años más tarde, cuando Apple lanzó el iPad. Solo entonces lograron la adopción masiva y la explosión del mercado. Puede que con los androides suceda lo mismo, o puede que Neo triunfe en cuando salga a la venta. No podemos saber cuánto tiempo pasará antes de que cada casa tenga un androide, pero, hasta que eso ocurra, podemos preocuparnos de leer la letra pequeña de este contrato que nos disponemos a firmar como humanidad.
REFERENCIAS (MLA):
- Aunque Neo Betta ha protagonizado algunos vídeos de YouTube donde se ve cómo cocina y 1X ya ha pasado a Neo Gamma, lo que vemos en esos vídeos no es un comportamiento autónomo. La voz no es generada por IA, sino que proviene de una persona que lo controla en remoto. La biomecánica de Neo es, en cualquier caso, espectacular. Podríamos decir que 1X ofrece tecnología puntera en el sector de la robótica, de eso no cabe duda. Sin embargo, algunos vídeos han invitado a interpretar unos avances que, todavía, no han alcanzado del todo.
QUE NO TE LA CUELEN:
- 1X Technologies. "NEO Gamma." 1X Technologies, 2025, www.1x.tech/neo.
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