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El cambio climático puede arruinar tu viaje a Japón: la ciencia intenta salvar sus icónicos cerezos en flor

Una nueva investigación trata de predecir mejor el cada vez más errático florecimiento las sakura

Fotografía de Matsumoto, en Nagano
Fotografía de Matsumoto, en Nagano Evgeny TchebotarevPexels

Japón es uno de los destinos más populares para quien quiere darse un viaje “exótico”, y es que al emocionante choque cultural se suma el valor del yen, que en junio de este año alcanzó el valor más bajo desde 1986. Sin embargo, hay otro buen motivo por el que deberías plantearte viajar al país del sol naciente más pronto que tarde y que casi nadie está teniendo en cuenta: el cambio climático. Solemos pensar que el aumento de las temperaturas derretirá los polos, algunas cumbres y glaciares, pero su efecto en el paisaje será mucho más extenso. Por un lado, sabemos que el nivel del mar subirá notablemente durante lo que queda de siglo y, algunas zonas costeras desaparecerán, especialmente en una isla como es el caso de Japón. No obstante, en el caso del archipiélago nipón, el cambio climático pone en riesgo uno de sus mayores atractivos turísticos: la floración de los cerezos.

La importancia de estas pequeñas flores es tal para la identidad japonesa y su sector turístico que un grupo de investigadores de la Universidad de Kyushu ha decidido analizar el ADN de estos cerezos en busca de la clave para enfrentarse a este problema. Porque, con el cambio climático, la floración es cada vez más difícil de predecir, convirtiendo los viajes primaverales a Japón en una lotería. Pero, para explicar la importancia que tienen estos árboles y, sobre todo, por qué es tan grave que se desregule su floración, tenemos que apartar un momento la investigación.

La importancia de una flor

Una vez al año, a principios de la primavera, los cerezos yoshino empiezan a florecer en una suerte de oleada perfectamente coreografiada desde el sur de Kyushu hasta el norte de Hokkaido. Y es que, estos árboles conocidos en Japón como somei yoshino no son cerezos normales. Son clones de un ejemplar producido artificialmente, mezclando otras especies para reunir una serie de características estéticas. Entre ellas, la más icónica es que sus flores (sakura) se abren antes de que salgan las hojas.

Así empieza la época de florecimiento de los cerezos, cubriendo Japón de delicadas flores rosas, como estamos acostumbrados a ver en las fotos. La cuestión es que, aunque el florecimiento empieza al sur en torno a la última semana de marzo y que, a medida que avanzamos al norte, se llega a retrasar hasta finales de abril, cada árbol mantiene sus flores apenas una semana. Eso significa que la imagen más icónica de Japón es visible, tan solo, durante unos pocos días al año y, aunque existen previsiones de cuándo florecerán y los turistas tratan de tenerlas en cuenta, el cambio climático ha retrasado la floración 2,3 días cada década durante los últimos 30 años. Y, lo que es peor: las sakura son cada vez menos predecibles.

El secreto está en los genes

Durante la investigación, los expertos encontraron que el ADN de estos cerezos cambiaba su expresión, mayormente, durante cinco periodos diferentes cada año: verano temprano, verano, otoño, invierno y primavera, cada uno correlacionado estrechamente con la temperatura. Con esta pista, pudieron centrarse en aquellos genes especialmente relacionados con los cambios de temperatura que ocurren entre invierno y primavera y así es como dieron con un subconjunto de genes al que llamaron DAM que estaban asociados a la latencia de los brotes, esto es: el tiempo que pasa entre la formación del brote y su floración.

Analizándolos más a fondo, pudieron determinar que el gen DAM4 jugaba un papel especialmente relevante justo antes del florecimiento. Concretamente, la latencia se divide en endodormancia y ecodormancia, ocurriendo la primera durante el frío invierno y la segunda con el aporte de calor que trae la primavera. Esta segunda, la ecodormancia, es la que está relacionada con DAM4.

La clave

Y aquí viene la clave, porque gracias a la expresión de DAM4, los investigadores lograron crear un modelo que ayude a predecir cómo se comportarán todos esos cerezos clónicos en función de las condiciones meteorológicas. En palabras de la investigadora Akiko Satake: "Vimos que, al comienzo del invierno, DAM4 se expresaba de manera elevada, pero a medida que pasaban los días con temperaturas inferiores a 10,1°C, la actividad de DAM4 disminuía. Una vez por debajo de cierto umbral, los brotes despertaban de la latencia y florecían cuando se calentaban experimentalmente".

Ahora sabemos que para que un brote pase la endodormancia necesita estar unos 61 días a menos de 10,1ºC (aunque no de forma constante). Si no se dan estas condiciones el florecimiento simplemente no tendrá lugar. Así mismo, al bajar la expresión de DAM 4 por debajo de un umbral, los brotes despertaban de su endodormancia y al calentarlas experimentalmente florecían, saliendo también de la ecodormancia. Otro de los investigadores, Miyawaki-Kuwakado, añade: "Por lo tanto, es importante predecir el impacto del calentamiento global, particularmente en la región sur de Japón, para que podamos desarrollar estrategias para mitigarlo". Mejores modelos climáticos, un mayor conocimiento sobre la fisiología de estas plantas y, sobre todo, una deceleración del cambio climático serán claves para que Japón se siga cubriendo de rosa una vez al año.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • El cambio climático no supone solo un calentamiento del planeta, sino un aumento de los fenómenos climatológicos extremos, como olas de calor, olas de frío, lluvias torrenciales y otros cambios que pueden desregular el reloj interno de las plantas, como parece estar ocurriendo con los cerezos yoshino.

REFERENCIA (MLA):

  • Miyawaki-Kuwakado, Atsuko, Qingmin Han, Keiko Kitamura, and Akiko Satake. "Impacts of Climate Change on the Transcriptional Dynamics and Timing of Bud Dormancy Release in Yoshino-Cherry Tree." Plants, People, Planet, Wiley, 19 Sept. 2023, doi:10.1002/ppp3.10548.