Espacio

Captan una galaxia hiriendo a otra con una descomunal “lanza de radiación”

En esta justa cósmica entre dos galaxias, las heridas podrían comprometer su capacidad de formar nuevas estrellas

El espacio es engañoso. Lo que, desde aquí, parece un baile lento y pacífico es, en realidad, un enjambre de planetas, estrellas y galaxias zumbando a toda velocidad. Un grupo de investigadores ha detectado, por ejemplo, dos galaxias que colisionan en una suerte de combate donde se juegan la fertilidad. Dos mastodontes astronómicos viajando a 500 kilómetros por segundo. Es difícil imaginar estas escalas porque no solemos interactuar con objetos del tamaño de una galaxia y los aviones supersónicos apenas a 0,4 kilómetros por segundo. Imagina estos dos titanes aproximándose, a punto de protagonizar un placaje de proporciones galácticas. Los investigadores han llamado a este proceso “justa cósmica” y, según ellos mismos han declarado: un contendiente está jugando sucio.

Según han publicado en la revista de investigación científica Nature, una de estas dos galaxias porta consigo una “lanza de radiación”. Un término épico que han usado los investigadores para referirse al haz de radiación que mana del cuásar que hay en su corazón. Pronto aclararemos este galimatías que, en cualquier caso, es tan espectacular como suena. Y es que, en su envite, la galaxia de la lanza ha dañado a la otra y, si bien no la ha dejado estéril, ha dañado su fertilidad, comprometiendo su capacidad de formar nuevas estrellas.

¿Qué es un cuásar?

Para comprender lo que es uno de estas “lanzas de radiación”, hay que empezar por el principio: Ciertas galaxias, como la nuestra, parecen tener en su centro agujeros negros gigantescos y algunos de ellos están activos. Aquellas que los contienen se conocen como galaxias de núcleo activo, y aunque todavía no sabemos por qué pasan de consumir materia a entrar en una especie de fase de ayuno (ni entendemos por qué vuelven a activarse) lo cierto es que sí sabemos otros detalles.

Estos agujeros negros activos son especialmente interesantes porque a su alrededor forman un disco de materia que se precipita hacia ellos en espiral, “rozándose” entre sí con enormes fricciones y liberando energía que escapa del agujero negro antes de atravesar su perímetro de no retorno (el horizonte de sucesos).

De este modo, es frecuente encontrar agujeros negros activos que emiten partículas y radiación electromagnética (lo que popularmente conocemos como luz, ya sea visible, infrarroja, rayos X, microondas, etc.) Pues bien, estas fuentes de energía que liberan radiación electromagnética, en especial cuando emiten luz visible y ondas de radio, se conocen como cuásares, un nombre que viene de quasi-stellar radio source (objeto casi estelar). En un 10% de los casos, esta radiación es liberada a través de dos poderosísimos chorros que se propagan perpendiculares al disco de materia que rodea al agujero negro, saliendo cada uno de sus polos (dicho con ciertas licencias) y dando lugar a los cuásares radio-intensos. Estos son los chorros de los que está compuesta la lanza.

Una justa injusta

Y, si se refieren en concreto a una “lanza” es por la similitud que tiene esta colisión de galaxias con una justa medieval. Las galaxias orbitan una en torno a la otra, cada vez más cerca, pero pasando de largo, como en las primeras cargas de una justa. Pero, con el tiempo, la distancia se reduce y se termina produciendo un primer contacto, un choque que sacude a los contendientes y que se repetirá (si el golpe no descabalga a uno de los dos). En este caso, los investigadores han logrado captar el momento preciso de una colisión gracias a una combinación excepcional de instrumentos astronómicos de vanguardia. Para capturar con nitidez este feroz duelo galáctico, los astrónomos han utilizado el radiotelescopio ALMA y el espectrógrafo X-shooter, instalado en el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO), ambos ubicados en el desierto de Atacama, en Chile.

ALMA, el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array, es uno de los conjuntos de telescopios más potentes del mundo en longitudes de onda milimétricas y submilimétricas, ideal para observar el gas molecular frío que forma estrellas. Con su altísima resolución, ALMA permitió distinguir con claridad los perfiles de las dos galaxias en plena colisión, que hasta ahora aparecían como una sola mancha borrosa en imágenes anteriores.

Por su parte, X-shooter descompone la luz en sus distintos colores o longitudes de onda. Es decir, no solo detecta la luz visible, sino también la ultravioleta y la infrarroja, en una misma observación. Gracias a él, los investigadores pudieron analizar la luz del cuásar después de que esta atravesara la galaxia víctima. Esto es clave: observar cómo se filtra esa luz revela algunos detalles interesantes sobre el gas interestelar de la galaxia atravesada, permitiendo estudiar los efectos devastadores de la radiación sobre el medio interestelar.

Heridas de luz

Y aquí es donde el duelo se convierte en tragedia. Lo que los investigadores encontraron al observar esta “galaxia herida” es que la radiación del cuásar está desintegrando sus nubes de gas. Las regiones interestelares de una galaxia contienen nubes frías y densas de gas molecular, los viveros donde nacen las estrellas. Pero bajo la embestida de la lanza de radiación, esas nubes se calientan y disipan. Lo que queda son solo fragmentos más densos, más pequeños y aislados, menos capaces de “apelotonarse” en un punto por efecto de la gravedad para formar nuevas estrellas.

Este tipo de interacción, aunque espectacular, es también una ventana al pasado del universo. Tanto los cuásares como las fusiones de galaxias eran fenómenos mucho más comunes en los primeros miles de millones de años después del Big Bang. Por lo que este duelo no solo es “épico”, sino histórico y, sin duda, nuestro joven universo debió vivir muchos más en sus primeros años.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Esta imagen que acaban de obtener los expertos nos muestra el universo cuando tenía apenas un 18% de su edad actual, pero eso no significa que la colisión sucediera en el pasado. La luz del duelo ha tardado más de 11 mil millones de años en llegar a la Tierra, pero porque es lo que tarda la luz en recorrer esa distancia en línea recta. Como no hay nada que, en esas condiciones, pudiera haber viajado más rápido que la luz, la situación plantea problemas al concepto de simultaneidad. Para nosotros acaba de ocurrir, y esta perspectiva es tan válida como cualquier otra.

REFERENCIAS (MLA):

  • Balashev, Sergei, et al. “Quasar Radiation Transforms the Gas in a Merging Companion Galaxy.”Nature, vol. 621, no. 7987, 2025, doi:10.1038/s41586-025-08966-4.