Conducta
La clave de la monogamia está en esta célula
“La hormona de estas células en realidad se descubrió por primera vez en humanos hace muchas décadas, pero nadie sabía realmente qué hacía”, señalan los autores del estudio.
Durante años se ha estudiado, en humanos y otros animales, la monogamia desde un punto de vista científico. Algunos estudios la vinculaban a la oxcitocina, la hormona de la felicidad, pero de acuerdo a recientes hallazgos podría tener relación con una hormona, conocida desde hace años, pero cuya función se desconocía.
Un equipo de científicos de la Universidad de Columbia, liderados por Andrés Bendesky, se preguntó qué hacía que el ratón de campo sea definitivamente monógamo de por vida, mientras que sus parientes roedores más cercanos son promiscuos La respuesta, publicada en un estudio en Nature, estaría en una célula generadora de hormonas.
“La hormona de estas células en realidad se descubrió por primera vez en humanos hace muchas décadas, pero nadie sabía realmente qué hacía – explica Bendesky en un comunicado -. Hemos descubierto que puede promover la crianza en ratones, lo que nos da una idea de lo que podría estar haciendo en humanos”.
El nuevo estudio analizó dos especies de ratones. Uno de ellos es el mamífero más abundante en América del Norte: el ratón venado (Peromyscus maniculatus), que se extiende desde Alaska hasta América Central. El otro, el ratón de campo (Peromyscus polionotus), vive en Florida y Georgia, y es un poco más pequeño, pesa aproximadamente 13 gramos en comparación con los 18 gramos del ratón venado.
Más de 100 años de investigaciones previas habían demostrado que las especies de ratones se comportan de maneras sorprendentemente diferentes. Mientras que el ratón venado es promiscuo (incluso una sola camada de cachorros puede tener cuatro padres diferentes), el ratón de campo se aparea de por vida.
Estudios previos sugerían que estas especies son hermanas evolutivas, basándose en similitudes en sus cráneos, dientes y otras características anatómicas, así como en su genética. Para descubrir por qué estos parientes cercanos de los ratones se comportan de manera tan diferente, el equipo de Bendesky examinó sus glándulas suprarrenales.
“Estos órganos, ubicados en el abdomen, producen muchas hormonas importantes para el comportamiento – añade Bendesky -. Estas incluyen hormonas del estrés como la adrenalina, pero también varias hormonas sexuales”.
Las glándulas suprarrenales de estos ratones resultaron sorprendentemente diferentes en tamaño. Las glándulas suprarrenales de los ratones monógamos son aproximadamente seis veces más pesadas que las de los ratones promiscuos (después de ajustar las diferencias en el peso corporal entre las especies).
"Esta extraordinaria diferencia en el tamaño de un órgano interno entre especies tan estrechamente relacionadas no tiene precedentes", señala el estudio.
El análisis genético de las células suprarrenales reveló que un gen, Akr1c18, tenía mucha más actividad en los ratones monógamos que en los roedores promiscuos. La enzima que codifica este gen ayuda a crear una hormona poco estudiada conocida como 20⍺-OHP, que también se encuentra en humanos y otros mamíferos.
Los investigadores observaron que el aumento de la hormona 20⍺-OHP impulsa el comportamiento de crianza en ambas especies de ratones. Por ejemplo, el 17% de los ratones promiscuos a los que se les administró la hormona prepararon a sus crías y las llevaron de regreso a sus nidos, mientras que aquellos que no recibieron la hormona no se comportaron del mismo modo.
“Esta es la primera vez que encontramos algo que podría aumentar el cuidado de los padres en un grupo promiscuo”, afirman los autores.
Normalmente, estas glándulas se dividen en tres zonas. Pero los científicos descubrieron que las glándulas suprarrenales de los ratones monógamos poseían una cuarta zona.
“A esta la llamamos zona inaudita, que en latín significa que nunca se había escuchado hablar de ella, porque nadie ha observado nunca este tipo de célula en otro animal”, apunta Natalie Niepoth, coautora del estudio.
En las células de la zona inaudita, los autores encontraron que 194 genes, incluido Akr1c18, eran mucho más activos en comparación con los mismos genes en otras células suprarrenales. El próximo paso es analizar la presencia y los niveles de esta hormona en humanos.
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